Evolución del socialismo en el siglo XIX. Las Teorías.
Socialismo
utópico
El término socialismo utópico fue
acuñado en 1839 por Louis Blanqui, aunque alcanzó notoriedad tras el empleo que de él
hicieron Marx
y Engels en
su "Manifiesto Comunista". Éstos
consideraban que los pensadores utópicos, aunque bienintencionados, pecaban de
idealismo e ingenuidad. Para impedir ser confundidos con ellos, etiquetaron su
propia teoría con el calificativo de "científico".
La expresión "utopía" significa plan, proyecto, doctrina o
sistema optimista que aparece como irrealizable ya desde el mismo momento de su
formulación. Proviene de "Utopía", obra escrita por Tomás Moro, intelectual, político y humanista inglés (S. XV-XVI).
En ella teorizaba acerca de una isla de ese nombre que era ideal y perfecta.
Cronológicamente las
ideas del socialismo utópico alcanzaron su madurez en el período comprendido
entre 1815 y 1848 (fecha de publicación del Manifiesto Comunista).
Los socialistas utópicos formaron
un grupo de pensadores heterogéneo.
Sin embargo tuvieron en común una serie rasgos,
en gran medida influidos por las ideas de Rousseau.
·
La importancia de la naturaleza estaba
muy presente en sus ideales, aunque ello no fue obstáculo para que fuesen
favorables a la industrialización y el maquinismo.
·
Dedicaron sus
esfuerzos a la creación de una sociedad
ideal y perfecta, en
la que el ser humano se relacionase en paz,
armonía e igualdad.
·
Sus metas habrían de
alcanzarse mediante la
simple voluntad de los hombres, es decir, pacíficamente,
de ahí que sus seguidores se opusieran a las revoluciones y a acciones como la
huelga.
·
Pusieron al
descubierto y denunciaron los perniciosos efectos del capitalismo, pero no
investigaron sobre sus causas profundas.
·
Con el fin de paliar
las injusticias y desigualdades emprendieron diversos planes, en los que primaron la solidaridad, la filantropía y
el amor fraternal.
Pensadores utópicos
Robert Owen
Fue un empresario, fabricante de hilaturas de algodón.
En su fábrica escocesa de New Lanark puso en práctica una serie de medidas que mejoraron
significativamente las condiciones de vida de sus obreros, tales como la
reducción de la jornada de trabajo, salarios más dignos, educación infantil,
etc.
El éxito lo animó a crear en USA una comunidad
ideal, New Harmony, que sin embargo constituyó un
fracaso. Su pensamiento y praxis influyeron de forma relevante en el cooperativismo.
El conde de Saint-Simon
De origen aristocrático, pensaba que el progreso humano se
obtiene mediante el desarrollo económico. La industria habría de recibir un nuevo impulso para evitar
enfrentamientos entre los hombres.
Según Saint-Simon la sociedad debería ser regida
por una élite de
intelectuales, científicos y sabios, era partidario de una "tecnocracia" que garantizase el desarrollo de las clases más
humildes. Para ello sería necesaria una trasferencia de poder desde los sectores "ociosos" de la sociedad (Ejército, Iglesia y Nobleza) a
los "productores" (industriales y campesinos)
Charles Fourier
Le preocupaba la explotación, la miseria y la monotonía laboral que
aquejaba a la clase obrera. Trató de paliarlas a través de la creación de colectividades voluntarias denominadas "falansterios”.
Estas comunidades se constituyeron en centro de actividades agrícolas,
industriales y contaron con administración, distribución y consumo propios. Sus discípulos fundaron falansterios en México, Estados Unidos y
otros países. Fue defensor de la igualdad entre hombres y mujeres.
Otras figuras destacadas del socialismo utópico fueron el ya mencionado Blanqui, que formuló una teoría sobre la dictadura del proletariado, y Louis Blanc, partidario de la acción del Estado como
forma de mitigar las desigualdades sociales. Tras la Revolución de 1848 en Francia, siendo ministro de Trabajo de la IIª República,
auspició la creación de los Talleres Nacionales, con el objetivo de mitigar el
desorbitado paro obrero generado por la crisis económica
Socialismo científico o marxismo
Partiendo del estudio histórico sobre la transición de unas
sociedades a otras,Carlos Marx y
su colaborador y amigo Federico Engels realizaron un análisis de la sociedad capitalista,
indagando en sus contradicciones y planteando los medios para su destrucción.
El marxismo se alejaba de los postulados
teóricos, reformistas, idealistas y supuestamente irrealizables del socialismo utópico.
La Revolución de 1848 constituyó un momento clave en el desarrollo de esta nueva
corriente socialista pues, una vez frustrada, el marxismo reemplazó al socialismo utópico como corriente
ideológica obrerista dominante, erigiéndose en motor y referente de buena parte
de los movimientos revolucionarios de la segunda mitad del siglo XIX y XX. Fue
precisamente en 1848 cuando se publicó el "Manifiesto comunista”, la obra más conocida del marxismo.
Las ideas marxistas no conforman un bloque unitario, pues los escritos de Marx han ido
completándose con el tiempo y
han sido objeto de notables revisiones.
El socialismo científico o marxismo presenta influencias de corrientes anteriores, destacando las que proceden de la
filosofía alemana hegeliana (materialismo
dialéctico[1]), la del ideario de
revolucionarios como Babeuf y
la de activistas obreros como Blanqui.
En sus escritos "Tesis sobre Feuerbach" (1845), "Miseria de la Filosofía" (1847), el ya aludido "Manifiesto Comunista" y sobre
todo "El Capital", Marx y Engels desarrollaron
una teoría en la que destacan los siguientes aspectos:
El materialismo histórico
Para el marxismo, son las circunstancias materiales y no las ideas o la voluntad de los hombres
las que determinan los hechos históricos. En tal sentido, diferencia entre infraestructura (la economía) y superestructura (la
organización del Estado, los aspectos políticos, jurídicos, ideológicos, el
pensamiento filosófico, las creencias religiosas, la producción artística, las
costumbres, etc).
Entre ambas instancias existe una estrecha relación dialéctica. La
infraestructura
económica constituye
la base de la historia y genera unas determinadas relaciones de producción. Las variaciones en la
infraestructura provocan a su vez cambios en la superestructura, pero no de
forma mecánica automática, sino que cada instancia ejerce una peculiar influencia sobre
la otra. A largo plazo, sin embargo, el papel determinante corresponderá a la infraestructura.
Esta dinámica hay que situarla en el influjo que
ejerce sobre el marxismo la teoría del proceso dialéctico de Hegel.
Según este filósofo cada hecho o circunstancia (tesis) lleva
en su seno su propia contradicción (antítesis). De la pugna entre ambas surge una
nueva realidad (síntesis) que
implica la superación de las anteriores y que a su vez se transforma en una nueva tesis.
La humanidad ha pasado por varios estadios con diferentes estructuras y sus propias
contradicciones: sociedad comunitario-tribal, esclavista, feudal y capitalista.
En ésta última la burguesía ha
creado unas condiciones (económicas,
legales, unos modos de vida y hasta la religión) que le permiten prosperar material y
socialmente, pero a costa del proletariado.
Del mayor o menor desarrollo
del movimiento obrero depende
que la clase trabajadora reconozca cuáles son realmente sus intereses y luche
por ellos a través de la acción revolucionaria.
La
acumulación del capital
La intensificación de
la explotación de los obreros (aumento del ritmo de
trabajo, empleo de mano de obra infantil, jornada laboral abusiva, etc.),
permiten al capitalista incrementar sus beneficios. Sin embargo, las ganancias
se concentran en cada vez menor número de empresarios debido a que
una parte de éstos -los menos competitivos- van desapareciendo y
engrosando las filas de los desposeídos, el proletariado.
La plusvalía
Podría definirse como la diferencia entre la riqueza
producida por el trabajo del obrero y el salario que éste recibe del patrono. Esa remuneración sirve para hacer frente a los
gastos de alimentación, vestido y el alojamiento que necesita para subsistir y
seguir trabajando pero no satisface el total del valor del trabajo desarrollado.
Este hecho conlleva el enriquecimiento del capitalista,
producto de la apropiación de parte la actividad realizada. La
plusvalía sería por tanto, la parte del trabajo que el empresario deja de
satisfacer al trabajador.
La lucha de clases
Las clases sociales para el marxismo están
definidas por las relaciones de producción, es decir, por la forma
en que los hombres producen mercancías. En el seno de las relaciones de
producción, el papel que ocupa cada individuo está determinado por la división del trabajo, es decir, aquellos que
desarrollan una misma actividad -y por tanto están sometidos a unas idénticas
condiciones- conforman una clase social. Las clases sociales vienen
determinadas por el lugar que ocupan en el proceso de
producción de
la riqueza. Unos la producen y otros se apropian de una porción de la misma. De
esa relación no cabe esperar sino el antagonismo y la hostilidad entre explotados y
explotadores.
A lo largo de la historia siempre ha habido
clases enfrentadas. En las sociedades
esclavistas (Grecia
y Roma en la Antigüedad) fueron
antagónicos los propietarios libres y los esclavos;
en el seno de la sociedad feudal estamental el enfrentamiento se estableció entre nobles y
eclesiásticos por un lado y siervos por
otro.
En el seno de la sociedad
capitalista ocurre
igual: la lucha de clases
es protagonizada por la burguesía, propietaria de
los medios de producción (capital, fábricas, máquinas, transportes, etc.) y por el proletariado que, al disponer únicamente de su fuerza de trabajo, se ve obligado a venderla a cambio
de un salario que
escasamente sirve para satisfacer la supervivencia.
Los intereses de ambas clases son antagónicos e
incompatibles y conducirán indefectiblemente al enfrentamiento. A medida que el
capitalismo vaya desarrollándose el número de
obreros se
incrementará,
lo que unido al deterioro de sus condiciones de vida, conducirá a la revolución.
La revolución tendrá como objetivo conseguir una sociedad perfecta donde no existan ni
explotadores ni explotados.
Para ello será imprescindible la abolición de la propiedad privada, es decir, la socialización los medios
de producción, evitando la mera sustitución de los antiguos propietarios por
otros nuevos.
La dictadura del proletariado
Una vez que la clase obrera haya tomado conciencia de
la explotación y opresión sufre, se organizará en torno a partidos de carácter revolucionario, siendo dirigida
por una vanguardia especialmente
capacitada y activa, empeñada en planificar la destrucción del sistema
capitalista.
Esa acción no debe circunscribirse a un solo país ya que, siendo las condiciones y los intereses de la
clase trabajadora idénticos en todo el mundo capitalista, ha de tener un
carácter internacional.
A través de la
acción revolucionaria los obreros han de derribar el
gobierno burgués
y sustituirlo por uno de carácter obrero. Ello puede requerir el uso de la violencia, pues los trabajadores se encontrarán
con la fuerte oposición de
la clase dominante.
Una vez conseguido el control del Estado será
necesario salvaguardar las conquistas realizadas mediante el ejercicio de una dictadura de
los trabajadores, constituyendo éste el primer paso hacia la consecución de una
sociedad comunista sin clases.
El nuevo Estado que surge de la revolución habrá de suprimir la propiedad privada de los medios de producción (elemento primordial en la explotación de la
clase obrera) y sustituirla por la propiedad colectiva de los mismos.
La tesis de la dictadura del proletariado ha sido una de las más controvertidas del marxismo, ya que implica la conquista de una de las claves de la superestructura
social: el Estado. El modo de conseguirlo ha sido criticado
por algunos autores posteriores a Marx, tildados por los marxistas clásicos de revisionistas.
La sociedad sin clases
Una vez consolidado el nuevo Estado, el peso de éste tenderá a disminuir
hasta desaparecer,
pues al haber desaparecido las amenazas que pesaban sobre él, el aparato
coercitivo dejará de tener sentido y cada individuo trabajará voluntariamente
en beneficio de la comunidad.
Las relaciones de producción se habrán transformado y los medios
de producción no estarán concentrados en manos de una
minoría, sino que serán colectivos.
Por lo tanto, ya no habrá ni opresores ni oprimidos, tan sólo una clase social, la trabajadora. En su seno regirá la solidaridad y
la armonía entre hombre y trabajo, éste ya no será fuente de sufrimiento y alienación.
Se disiparán asimismo las diferencias entre agro y ciudad, entre trabajo manual
e intelectual. En suma, se habrá alcanzado una suerte de paraíso en la tierra, el de la sociedad comunista.
El revisionismo marxista
El revisionismo se puede definir como la acción de someter a revisión doctrinas, apreciaciones o prácticas ya establecidas con el objetivo de actualizarlas o modernizarlas.
El marxismo ortodoxo advertía a los
obreros sobre el riesgo que
constituía el pacto con otras clases sociales ajenas a sus intereses. Prevenía sobre el reformismo político en el seno del Estado
capitalista. La razón es que el Estado es el principal instrumento del que se sirve la
burguesía para ejercer su dominio social. El único objetivo que el proletariado debe perseguir es la toma del
poder mediante la revolución.
Sin embargo, a fines del siglo XIX (a partir de la II Internacional), Eduard Bernstein,
miembro del SPD (Partido Socialdemócrata Alemán), desde una postura menos
radical y más conciliadora, sostuvo que los partidos revolucionarios podían y
debían, según las circunstancias, intervenir en el sistema
político democrático y
liberal, utilizando como principal arma para conseguir sus aspiraciones, el sufragio universal.
Afirmaba que las predicciones realizadas por el marxismo respecto a la progresiva pauperización de los
trabajadores eran erróneas y que los obreros habían mejorado objetivamente su
situación respecto a tiempos pretéritos. Se habría de este modo una vía
no revolucionaria que perseguía cambios
no radicales, sino graduales y pacíficos.
El revisionismo despertó airadas críticas en el seno de los sectores más izquierdistas
del marxismo (Rosa Luxemburgo, Lenin, etc.), Sin embargo, jugó un importante
papel en la política del siglo XX, muestra de ello es la labor ejercida por
partidos hoy plenamente consolidados y activos en Europa, tales como el Partido Laborista Británico, el mencionado Socialdemócrata
Alemán (SPD) o el Partido
Socialista Obrero Español, entre otros.
TEXTOS
PARA ILUSTRAR LA TEORÍA.
Karl Marx. La ideología alemana.
Para vivir hacen falta ante todo comida, bebida,
vivienda, ropa y algunas cosas más. El primer hecho histórico es, por consiguiente,
la producción de los medios indispensables para la satisfacción de estas
necesidades, es decir, la producción de la vida material misma, y no cabe duda
de que es éste un hecho histórico, una condición fundamental de toda la
historia, que lo mismo hoy que hace miles de años, necesita cumplirse todos los
días y a todas las horas, simplemente para asegurar la vida de los hombres.
Marx y Engels. Manifiesto Comunista. 1848.
La existencia y la dominación de la clase burguesa
tienen por condición esencial la concentración de la riqueza en manos de unos
cuantos individuos, la formación e incremento constante del capital; y este, a
su vez, no puede existir sin el trabajo asalariado. El trabajo asalariado
descansa exclusivamente sobre la competencia de los obreros entre sí. Los
progresos de la industria, cuyo agente involuntario y pasivo es la burguesía,
imponen, en vez de aislamiento de los obreros por la competencia, su unión
revolucionaria por la organización. Y así, al desarrollarse la gran industria,
la burguesía ve tambalearse bajo sus pies las bases sobre las que produce y se
apropia de lo producido. Produce, ante todo, a sus propios enterradores. Su
caída y el triunfo del proletariado son igualmente inevitables.
E. Berstein. Socialismo teórico y socialdemocracia
práctica. 1900
“A pesar de los considerables esfuerzos que la clase
obrera ha hecho desde el punto de vista intelectual, político y económico,
desde los tiempos en que Marx y Engels escribían, yo no la considero, incluso
hoy, como bastante avanzada para adueñarse del poder político. Creo mi deber
decirlo, tanto más por cuanto, en este sentido, viene introduciéndose en la
literatura socialista un canto que amenaza con deformar todo juicio sano, y no
ignoro que en ninguna parte estaría tan seguro de una apreciación objetiva de
mis observaciones como entre los obreros que forman la vanguardia en la lucha
por la emancipación de su clase (...). Sólo los literatos que nunca han vivido
en el movimiento obrero podrán tener en estas cuestiones una opinión diferente
(...).
Debemos tomar a los obreros tal cual son. Y la verdad
es que, en general, ni han caído en el pauperismo, como lo preveía el
Manifiesto Comunista, ni están tan exentos de prejuicios y de defectos como
quisieran hacer creer sus admiradores (...) Esta verdad debería se comprendida,
en primer lugar, por aquellos que, en lo concerniente a las proporciones
numéricas entre la clase pobre y la clase poseedora, gustan darse a
exageraciones fantásticas.”
Rosa
Luxemburg. Reforma o revolución. 1899
“La teoría oportunista en el Partido, la teoría
formulada por Bernstein, no es más que un intento inconsciente para asegurar el
predominio de los elementos pequeñoburgueses que han ingresado en nuestro
Partido para cambiar la política y los fines de éste en su provecho. El
problema de reforma o revolución, esta última, meta final de nuestro
movimiento, es, básicamente, en otras palabras, el problema del carácter
pequeñoburgués o proletario del movimiento obrero.
Según Bernstein, la decadencia general del capitalismo parece cada vez más improbable porque, por una parte, el capitalismo muestra una mayor capacidad de adaptación, y por la otra, la producción capitalista se hace más y más variada...
Según Bernstein, la decadencia general del capitalismo parece cada vez más improbable porque, por una parte, el capitalismo muestra una mayor capacidad de adaptación, y por la otra, la producción capitalista se hace más y más variada...
De esta afirmación teórica se deriva la siguiente
conclusión general acerca del trabajo práctico de la socialdemocracia. Ésta no
debe dirigir su actividad diaria hacia la conquista del poder político, sino
hacia el mejoramiento de la condición de la clase trabajadora dentro del orden
existente.
La base científica del socialismo descansa, como bien se sabe, en tres hechos principales del desarrollo del capitalismo. Primero, en la creciente anarquía de la economía capitalista, que la lleva inevitablemente a su ruina. Segundo, en la progresiva socialización del proceso de producción, que crea gérmenes del futuro orden social. Y, tercero en la creciente organización y conciencia de la clase proletaria, que constituye el factor activo de la futura revolución. Bernstein desecha el primero de los tres soportes fundamentales del socialismo científico. Afirma que el desarrollo capitalista no conduce a un colapso económico general.”
La base científica del socialismo descansa, como bien se sabe, en tres hechos principales del desarrollo del capitalismo. Primero, en la creciente anarquía de la economía capitalista, que la lleva inevitablemente a su ruina. Segundo, en la progresiva socialización del proceso de producción, que crea gérmenes del futuro orden social. Y, tercero en la creciente organización y conciencia de la clase proletaria, que constituye el factor activo de la futura revolución. Bernstein desecha el primero de los tres soportes fundamentales del socialismo científico. Afirma que el desarrollo capitalista no conduce a un colapso económico general.”
[1]
En el pensamiento hegeliano, hace referencia al proceso de transformación en el que
dos opuestos, tesis y antítesis, se resuelven en una forma
superior o síntesis. Cada
hecho o circunstancia (tesis) lleva
en su seno su propia contradicción es decir, su destrucción (antítesis). De la pugna entre ambas
surge un nuevo escenario (síntesis) que
implica la superación de las anteriores y que a su vez se transforma en una
nueva tesis.
La teoría de Marx y Engels se vio muy influenciada
por determinados aspectos de la filosofía hegeliana.
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