La Torre
del Azoguía
Se trata de una construcción
defensiva autorizada por Felipe II para prevenir ataques berberiscos en la
costa mediterránea. Sobre este hecho existen referencias como la
frase «Que
salga la gente de pie y de caballo de la ciudad a socorrer la torre del
Azoguía...» que aparece en el Libro de Actas Capitulares del Concejo de Actas
Capitulares del Concejo de Cartagena y que se atribuye al alcalde mayor Santiago
Cabeza de Vaca al dar el aviso del ataque perpetrado a la torre el 9 de
noviembre de 1599.
Se trata, por tanto, de una torre que
se inscribe en la política de defensa marítima del territorio, pues A lo
largo del siglo XVI, la costa de Cartagena estaba prácticamente despoblada. La
inseguridad de los ataques berberiscos impide el desarrollo de las pesquerías,
frenando el desarrollo de una actividad económica de especial importancia para
los concejos ya que sus tributos son una fuente importante de ingresos. Por
ello los cabildos promueven la construcción de diversas torres a lo largo de la
costa para defensa y resguardo de posibles ataques.
Con Felipe II se inicia el proyecto más
ambicioso para proteger este litoral. Tras unos estudios previos, encarga al
ingeniero militar Juan Bautista Antonelli un meditado despliegue defensivo en
el litoral cartagenero. Todas las torres ejecutadas, de planta hexagonal o
circular, están concebidas para contener artillería, y de este proyecto
únicamente la de La Azohía se ha conservado hasta hoy. Dentro de esta polítca
se inscribe la contrucción de la Torre de Santa Elena, conocida como Torre de La
Azohía, y que en textos antiguos se denominada como Torre de Santa
Catalina. Está situada a una altitud de 70 metros sobre el nivel del mar, en el
término municipal de Cartagena, a unos 25 kilómetros de la ciudad.
Su construcción fue autorizada por el
rey Felipe II al Concejo de Cartagena en octubre de 1578, al mismo tiempo que
la de Cabo de Palos, hoy desaparecida de su emplazamiento y ocupado por el
actual faro.
Descripción
constructiva: es de planta hexagonal regular, mampostería
ordinaria recibida con mortero de cal y los ángulos construidos con sillares.
Al exterior se distinguen dos cuerpos, el inferior fuertemente escarpado y el
superior de paramentos verticales. En su interior, el primero macizado de
piedra, salvo lo ocupado por el aljibe; el segundo se divide en dos plantas
abovedadas, comunicándose entre ellas y con la terraza por una escalera de
caracol; en la primera planta se abre la puerta de acceso a 4,70 metros de
altura del nivel del terreno y en la segunda ocho ventanas. La azotea está
rodeada de antepecho y posiblemente almenada para disposición de artillera.
A lo largo de los tiempos fue reformada
en numerosas ocasiones para su mantenimiento y uso, en base de los sucesivos
informes firmados por ingenieros militares tan prestigiosos como Feringán, Mestre,
Vodopich, Montanaro, Miquel y Polo, hasta que se produce su total abandono, que
duró más de un siglo.
Artículo
tomado y adaptado del diario “La Verdad” (22 septiembre 2018), su autor es LUIS
MIGUEL PÉREZ ADÁN-
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