EL RETROCESO DE LOS GLACIARES EN LOS
PIRINEOS
Entrada tomada del siguiente artículo del país (para ver completo pinchar aquí)
Desde
2011 los glaciares pirenaicos han perdido 63 hectáreas de hielo y unos 19
millones de toneladas de agua. Es más o menos lo que cabe en un embalse pequeñ
En
1850 había 52 glaciares en los pirineos. En 2020 solo quedan 19. Su desaparición,
que se espera en apenas 30 años, no supondrá un desastre medioambiental, pues
atesoran relativamente poca agua. Será el final de un ecosistema y el comienzo
de otro, aunque las generaciones futuras no podrán visitar este paisaje único.
Un glaciar es un río de hielo que fluye durante todo
el año montaña abajo. En 1880, el escritor Mark Twain
calculó que si se sentaba en medio del glaciar Gorner, en los Alpes, podría
llegar hasta la ciudad de Zermatt, en el valle. Eso sí: tardaría más de cinco
siglos porque el hielo avanza unos pocos centímetros cada día. Este
lento fluir es lo que más le define: una masa de hielo de alta montaña que no
se mueve es un glaciar ya muerto.
Los únicos glaciares que quedan en España —los mayores
del sur de Europa— están en los Pirineos y todos ellos están ya muertos o
agonizando. En la época en que vivió Mark Twain había 52 glaciares en toda esta
cadena montañosa que marca la frontera con Francia. En 2020 solo quedan 19 y es
posible que alguno de estos haya también dejado de moverse, de vivir.
Así se están derritiendo los glaciares pirenaicos
El pasado septiembre, un equipo de científicos del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC) y la Universidad del País Vasco fue a estudiar el glaciar más grande que queda en España: el del Aneto. Se trata de una larga lengua blanca de unos dos kilómetros de largo que conecta el macizo de la Maladeta con el del Aneto pasando por el pico Maldito, tres cumbres emblemáticas de esta cordillera.
Según Nacho López, investigador principal del
IPE, “El
retroceso que vemos nos aboca a una desaparición inminente de estos glaciares …
Las
pérdidas de hielo que hemos visto son muy importantes … El retroceso que vemos
es especialmente preocupante porque nos aboca a una desaparición inminente de
estos glaciares o a que queden apenas masas de hielo residual”.
Su equipo ha subido y bajado estas montañas analizando
al detalle los 19 glaciares que quedan en el Pirineo. Los últimos datos del
equipo muestran que el hielo ha perdido 63 hectáreas y media desde 2011 y unos
19 millones de toneladas de hielo.
Un glaciar se alimenta de nieve que mantiene el frío.
La nieve caída un año se transforma al siguiente en hielo. Cuanta más nieve se
conserve de año en año, más crecerá el glaciar. Ninguno de los 19 glaciares del
Pirineo está ganando extensión, pues las altas temperaturas, que en las cumbres
de alta montaña han subido el doble que la media global de la Tierra, no permiten
que atesoren mucha de la nieve caída de un año para otro. Ninguno de ellos ha
crecido en tamaño desde los años 70.
Para
que los glaciares del Pirineo dejasen de menguar y comenzasen a crecer harían
falta unos 10 años de bajas temperaturas continuadas, pero lo que se espera es
todo lo contrario, cada vez temperaturas más altas. Por eso los últimos
glaciares de España están prácticamente condenados a desaparecer. Según los
cálculos de este equipo, al ritmo actual muchos de ellos morirán durante la
próxima década y es posible que no quede ninguno en 2050. Será la desaparición
de un accidente geográfico único: el río de hielo perpetuo que caracteriza las
altas montañas de la Tierra.
Los principales rasgos de la muerte de
un glaciar son:
§
Inclinación: Uno de los rasgos de que
un glaciar va a morir es su verticalidad, como la del glaciar Portillón. Cuanta
más pendiente menos nieve puede acumular y, por tanto, menos hielo puede formar.
§ Fragmentación: Algunos
glaciares se desmembran antes de morir. Es el caso del Aneto. En la parte
superior se puede ver una zona que ya casi está completamente separada del
resto.
§ Grietas: Un
glaciar sin grietas es un glaciar moribundo. Que haya grietas como estas es un
signo inequívoco de que el glaciar está relativamente saludable.
El paisaje del futuro será el de unos Pirineos sin hielo, en el que los glaciares se han transformado
en lagunas de alta montaña. Desaparece un tipo de ecosistema y surge otro.
Otro rasgo de agonía en los glaciares es el
afloramiento de rocas a la superficie ya que éstas actúan como como radiadores
que aceleran la fusión del hielo, porque acumulan más calor de la radiación
solar. Por desgracia en los glaciares de Aneto y Monte
Perdido, los dos mayores en la vertiente
española de estas montañas, están aflorando cada vez más rocas a la superficie.
Las piedras actúan.
El signo inequívoco de que un glaciar va a desaparecer
es cuando deja de moverse ladera abajo. Se transforma entonces en un “helero”,
una masa de hielo estática que dependiendo de su orientación podrá sobrevivir
aún unos años más, pero que ya habrá dejado de ser un glaciar.
Llevar la cuenta de cuántos glaciares quedan en estas
montañas no es fácil. Muchos de ellos se fragmentan en dos partes y cada una de
ellas evoluciona de forma diferente. En el Monte Perdido ya hay una zona que no
se mueve y que tiene pérdidas de hielo fortísimas de unos dos metros de espesor
al año. La parte superior en cambio acumula mucha más nieve y está más
saludable… Mi teoría es que el de Monte Perdido va a ser
el último glaciar pirenaico en desaparecer.
En teoría será a mediados de este siglo, pero probablemente en 10 o 15 años
buena parte del glaciar ya habrá desaparecido y lo que quede estará muy
degradado” (López-Moreno).
El retroceso y la desaparición de los glaciares parece
irreversible. En Austria e Italia se están tomando medidas desesperadas,
como cubrir el hielo en verano con telas
blancas de hasta 100.000 metros cuadrados
para paliar el derretimiento. Pero es una lucha desesperada. La inmensa mayoría
de los glaciares del planeta retroceden a un ritmo sin precedentes, en parte
debido al cambio climático exacerbado por la actividad humana. En su último
informe, el panel de cambio climático de la ONU alertó de que aunque las
temperaturas medias del planeta no aumenten —algo muy improbable— los glaciares
de Europa, Asia y América seguirán menguando, pues ya han perdido su punto de
equilibrio: acumular tanto hielo en invierno como el que se funde en verano.
Cada verano desde 2001, el glaciólogo Pierre René sube
a nueve glaciares pirenaicos del lado francés para medir su longitud,
superficie y volumen. El trabajo de este año constata una situación
desesperada: la extensión del hielo disminuye unos ocho metros al año. El
glaciar de Ossoue es la joya de la corona de esta vertiente; una lengua de
hielo y nieve que desciende por el precioso macizo del Viñamala, coronado por
su pico de 3.298 metros.
El
lugar es tan espectacular que a finales del siglo XIX el conde Henry Russell mandó construir varias cuevas en
la roca a golpe de pico. En las cuevas disfrutaba de las puestas de sol y ofrecía
fiestas a sus amigos. Estas oquedades se han convertido en un pintoresco
testimonio de la desaparición del hielo, pues muchas son ya inaccesibles en
verano sin usar cuerdas. Los datos de René muestran que desde 1850 los
glaciares pirenaicos han perdido el 90% de su extensión. Desde 2002, el glaciar
de Ossoue ha perdido 32 metros de espesor, como un edificio de 12 plantas. “En
el verano de 2017 el glaciar se partió en dos y perdió casi cinco hectáreas.
El otro gran tipo de glaciares pirenaicos es mucho más
anárquico. Se trata de masas de hielo mucho más
pequeñas que los tres grandes: Monte Perdido, Aneto y Ossue. “Estos microglaciares tienen
cinco hectáreas o incluso menos y son muy impredecibles”. Los microglaciares muestran
una variedad enorme, desde algunos como Seil de la Baque, en el macizo del pico
Perdiguero, que ha perdido el doble de espesor de hielo que el Aneto, a otros
que parecen estar resistiendo bien, con retrocesos de unos dos metros al año,
como el del pico Tempestades, cerca del Aneto. Su futuro está mucho más marcado
por la orientación y la topografía —que los puede aislar de la luz solar— y por
las avalanchas que caen desde zonas más altas y los pueden mantener vivos algo
más de tiempo.
El futuro de muchos de estos glaciares es
transformarse en lagunas de alta montaña. Algunos de los muchos
ibones de aguas turquesas que hay en los Pirineos eran pequeños
glaciares hace apenas una o dos décadas. En el extremo norte del glaciar del
Aneto ha aparecido un nuevo lago de agua líquida que no existía apenas hace
unos años. Es tan reciente que no tiene ni nombre. Está a casi 3.200 metros de
altura, lo que le convierte en el lago más joven y también el más alto de los
Pirineos.
Los Pirineos son la triste vanguardia de un fenómeno
global. Los glaciares de los Alpes podrían haberse esfumado en 80 años.
Para completar la información puedes leer el siguiente artículo del diario "El País": MUERTE DEL ÚLTIMO GLACIAR DE ESPAÑA: Monte Perdido: Muerte del último glaciar de España | Ciencia | EL PAÍS (elpais.com)
Artículo en el que se incluyen los siguiente vídeos:
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