Para quienes me preguntan ¿para qué aprender?

"En la ignorancia del pueblo está el dominio de los príncipes; el estudio que los advierte, los amotina. Vasallos doctos, más conspiran que obedecen, más examinan al señor que le respetan; en entendiéndole, osan despreciarle; en sabiendo qué es libertad, la desean; saben juzgar si merece reinar el que reina: y aquí empiezan a reinar sobre su príncipe. [...] Pueblo idiota es la seguridad del tirano". F. Quevedo

martes, 16 de marzo de 2021

BACH. HISTORIA DE ESPAÑA. TEMAS EBAU UNIVERSIDAD DE MURCIA. SIGLO XIX.- EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN. CARACTERÍSTICAS Y FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA CANOVISTA.

 HISTORIA DE ESPAÑA. TEMAS EBAU UNIVERSIDAD DE MURCIA. 
SIGLO XIX.-  EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN. CARACTERÍSTICAS Y FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA CANOVISTA.

INTRODUCCIÓN.

La “Restauración Española” (1874-1923) supone el regreso de la monarquía con Alfonso XII, hijo de Isabel II, tras el fracaso de la Primera República y se extiende hasta el inicio de la dictadura de Primo de Rivera. Durante la Restauración se produjo una cierta estabilización política, poniendo fin a la inestabilidad del Sexenio Revolucionario. La Restauración heredó graves problemas: la miseria de millones de españoles, la guerra carlista y la guerra colonial en Cuba, la desconfianza generalizada hacia la política y los políticos, el atraso económico y la falta de una burguesía emprendedora. A estos problemas se unirían otros, como el nacimiento de los nacionalismos vasco y catalán y la pérdida de las últimas colonias, lo que provocó la crisis de la identidad española surgida en 1898.

El periodo se inició en diciembre de 1874 con el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto  y como rasgos generales podemos destacar: la estabilidad política basada en un bipartidismo, el despegue industrial en Cataluña y País Vasco, el surgimiento de los nacionalismos (Cataluña, País Vasco y Galicia) y el destacado papel de la cultura representada por el naturalismo y la Generación del 98.

DESARROLLO.

El sistema político de la Restauración es obra de Cánovas del Castillo, quien pretendía conseguir la consolidación del sistema monárquico con el apoyo de la burguesía conservadora. Para ello prefirió sacrificar la democracia si con ello se evitaba la radicalización social Contó con la ventaja de que las clases medias deseaban la estabilidad y temían al federalismo. Para ello, durante el sexenio, buscó  apoyos internacionales, en especial del Vaticano, contrario a la política contra la Iglesia del Sexenio. Cánovas quería llegar a la monarquía creando un estado de opinión favorable a ella, no mediante un pronunciamiento; por lo que redactó el Manifiesto de Sandhurst (firmado por Alfonso desde su exilio). El futuro rey ofrece una monarquía constitucional, un régimen liberal parlamentario y recuerda que solo la monarquía devolvería la paz al país.

La aspiración de Cánovas del Castillo (hombre pragmático y moderado, monárquico y antidemocrático que nunca creyó en el sufragio universal) era sentar las bases de un sistema político estable. Se inspiró en el modelo inglés, cuya estabilidad, en su opinión, se basaba en el bipartidismo y su alternancia en el poder. Para poner en práctica este sistema, no solo configuró su propio partido, el Partido conservador (que aglutinaba a los antiguos moderados, la Unión Católica y los canovistas) sino que también organizó su oposición en torno a la figura de Sagasta, que creó el Partido liberal (que aglutinaba a la izquierda moderada burguesa). Quedaron excluidos los Carlistas y los Republicanos. La alternancia permitiría acabar con los pronunciamientos y con el intervencionismo del ejército en la política. Por último, al considerar inviable la vuelta de la impopular Isabel II, se apoyó en su hijo Alfonso.

Los pilares del sistema político canovista de la Restauración fueron la  monarquía y la Constitución de 1876, que debía ser lo suficientemente abierta y flexible para permitir la alternancia en el gobierno de Partido Conservador y el Liberal. Durante su elaboración apenas hubo discusiones, en casi todo había acuerdo entre ambos partidos, salvo en la cuestión religiosa y en la composición del Senado. Sus puntos principales son:

§  Reconocimiento amplio de libertades (libertad individual, inviolabilidad del domicilio, libre expresión, petición, asociación, reunión) pero regulados por leyes de forma más restringida que en la constitución anterior.

§  Amplios poderes para el monarca: el rey nombra y cesa libremente a los miembros del Gobierno, así como a una parte de los senadores; es el jefe máximo del Ejército; tiene la iniciativa legislativa, puede convocar, suspender y disolver las Cortes y tiene derecho de veto sobre las leyes aprobadas en las Cortes.

§  Confesionalidad católica del Estado Español, que se compromete al mantenimiento del culto y del clero. Pero al mismo tiempo se tolera el ejercicio de cualquier otro culto en privado

§  La soberanía es compartida, reside “en las Cortes con el Rey”, no en la Nación, como en las progresistas.

§  No se establece el tipo de sufragio (universal o censitario) que será regulado por ley.  

§  Cortes bicamerales con un Congreso elegido y un Senado, representación de las clases poderosas, formado por  3 tipos de senadores:  unos “por derecho propio”  (grandes nobles y alta jerarquía eclesiástica y militar), otro “vitalicio” elegido por el rey y otro elegido por sufragio censitario de los mayores contribuyentes.

El sistema bipartidista sólo permitió que el Partido Conservador y el Partido Liberal se  turnaran en el poder, el resto de formaciones políticas quedaban excluidas (las fuerzas de izquierda, el movimiento obrero, los regionalismos y nacionalismos). Ambos partidos coincidían en el apoyo al Rey y la consolidación de un Estado liberal, centralista y unitario. El partido conservador de Cánovas del Castillo, heredero del moderado, aglutinaba a los sectores más conservadores y tradicionales (burguesía latifundista, nobleza y clero). El partido liberal de Sagasta, integraba a antiguos unionistas, progresistas demócratas y republicanos moderados, pretendía incluir en la Restauración aquellos aspectos menos radicales de la evolución de 1868 y estaba apoyado por la burguesía industrial y comercial y las profesiones liberales. Ambos partidos eran apoyados por la élite económica y las clases medias acomodadas y tenían un acuerdo tácito de no poner leyes que el otro tuviera que abolir.

El turnismo pacífico. El engranaje político era en realidad una farsa. La alternancia se basaba en el amaño de las elecciones. Una vez acordado el cambio de gobierno, se convocaban elecciones y sen amañaban. Los partidos se relevaban en el poder de manera pacífica y se concedían plazos razonables de gobierno. El turno se pactaba entre los partidos y con el rey quien, según el poder que le reconocía la constitución disolvía las cortes y convocaba nuevas elecciones que, debidamente manipuladas, proporcionaba la mayoría necesaria al partido que debía gobernar. El partido saliente del gobierno se convertía en oposición y esperaba su nuevo turno para gobernar. La farsa se legitimaba por un proceso electoral en el que el cacique se encargaba de que los diputados del partido que debía gobernar obtuvieran la mayoría de votos. Eran personas con gran influencia por su riqueza, su prestigio o sus contactos, por lo que controlaban a quinees dependían de ellos (para conseguir trabajo, obtener una licencia administrativa, una recomendación o, simplemente, para no despertar su enemistad. El fraude electoral se organizaba de arriba abajo a través del “pucherazo” (añadido de votos falsos, retiradas de la urnas, voto de los “lazaros” y de los “cuneros”), las amenazas y extorsiones (despidos de trabajo, etc.).

La Restauración se inicia con el reinado de Alfonso XII (1875-1885), quien muere a los 28. Es la fase de construcción y consolidación del sistema canovista. Se caracteriza por la estabilización y modernización del país. Destaca la promulgación de la Constitución de 1876 y el fin de los pronunciamientos. Puso fin a la guerra carlista, que acabaría con la abolición del fuero vasco y a la guerra de Cuba, (la Paz de Zanjón concedía independencia administrativa a la isla y presencia de diputados cubanos en las Cortes, la abolición de la esclavitud y una amplia amnistía para los rebeldes; su incumplimiento provocará el levantamiento que acabaría con su independencia definitiva en 1898. La llegada al poder de Sagasta (1881) permitió la ampliación de las libertades y una mayor preocupación por las condiciones de vida de las clases trabajadoras.

Tras la muerte de Alfonso XII se inicia la Regencia de Mª Cristina (1885-1902). Cánovas y Sagasta, para mantener la estabilidad, firman el Pacto de El Pardo, comprometiéndose a apoyar la regencia, a facilitar los relevos en el gobierno y a no derogar las leyes que el otro aprobara cuando ejerciera el poder. Ambos partidos cumplieron el acuerdo y superaron la muerte del rey. Además, la regente, siempre respetó las decisiones de los gobiernos. El sistema sufrió un duró golpe en 1897, cuando Cánovas del Castillo, jefe de gobierno, murió en un atentado anarquista. El golpe definitivo se produjo en 1898 con el desastre colonial que supuso la pérdida de las últimas colonias españolas, que descontentas porque los gobiernos españoles reanudaron su proceso de independencia. Contaron con apoyo estadounidense, que tras la explosión del acorazado Maine ofreció a España 300 millones de dólares por la isla y el envió un ultimátum de 3 días con amenaza de guerra si no cedía la soberanía de la isla. Tras una breve guerra España perdió su imperio y en diciembre, por el Tratado de París. España cedió Cuba, Filipinas y Puerto Rico por 20 millones de dólares.

CONCLUSIÓN.

El sistema político ideado por Cánovas del Castillo hizo posible una gran estabilidad superando la crisis que supuso la temprana muerte del monarca Alfonso XII. También trajo consigo un periodo de paz al terminar la Guerra Carlista y mantener las colonias hasta 1898. Sin embargo, la farsa en que se convirtió la Restauración, con el tunismo, el fraude electoral y la escasa representación social, pasarían factura al siguiente monarca, Alfonso XIII, quien sufrió la fuerte oposición representada por el Regeneracionismo de Joaquín Costa, que propugnaba la necesidad de una regeneración o salvación económica y política de la sociedad española y por los nacionalismos, que eran las únicas fuerzas que prometían una política nueva y moderna.

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