BLOQUE SIGLO XIX.- Tema: LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS DEL SIGLO XIX: LAS DESAMORTIZACIONES.
INTRODUCCIÓN.
Aunque a lo largo del siglo XIX fue perdiendo peso, la agricultura
siguió siendo el sector económico más importante de nuestra economía, muestra
del escaso desarrollo industrial de España. La propiedad de
la tierra estaba en manos de la
Iglesia, de la nobleza, del Estado o de los municipios. Era
explotada de forma poco racional, con bajos rendimientos, ya que sus
propietarios no la trabajaban y no eran partidarios de invertir en mejoras
técnicas, solo les interesaba mantener sus beneficios a través de las rentas.
Estas tierras estaban “vinculadas” a través del mayorazgo a la nobleza y a la iglesia
a través de los llamados “bienes de manos muertas” porque l que no podían venderse.
A partir de 1836 se adoptaron
3 medidas para solucionar estos problemas: la supresión de los Mayorazgos (1836) que transformó los bienes
vinculados en propiedades libres quien podían ser vendidas, la abolición del régimen señorial (1837)
que anulaba los derechos señoriales de carácter jurisdiccional y transformaba
las tierras de los señoríos en propiedades plenas y libres; y las desamortizaciones por la que el Estado
expropiaba las tierras eclesiásticas para venderlas en pública subasta. En
compensación, el Estado se hacía cargo de los gastos del culto y del clero.
DESARROLLO.
Ya en el siglo XVIII los ilustrados
consideraban que las tierras vinculadas eran mal
explotadas lo que contribuía al atraso
de España. Pese a los proyectos de reforma agraria, no se plantearon seriamente
la cuestión de proceder a la desamortización de estas tierras, hasta que el
Estado se vio obligado a ello bien para sufragar los gastos ocasionados por las
guerras y los problemas de la Hacienda Pública. De este modo:
· Carlos
IV, en 1798, aprobó la primera desamortización de los bienes de la Iglesia (establecimientos
de la beneficencia, bienes de la Compañía de Jesús y de los Colegios Mayores) para
venderlos en pública subasta. Los resultados fueron muy discretos, por lo que la
deuda pública no dejó de crecer,
y las tierras fueron a parar a los grandes propietarios, pues eran los únicos
que podían comprarlas, por lo que no se amplió e. número de propietarios
· Las
Cortes de Cádiz, decretos
de 1812 y 1813, realizaron una tímida desamortización eclesiástica y civil. Se desamortizaron
los bienes de las comunidades religiosas extinguidas o reformadas por el gobierno
de José I, los de la abolida Inquisición, los de los jesuitas y los de las
órdenes militares. También contemplaba la reducción a propiedad individual de
la mitad de las tierras de los
ayuntamientos y propiedades de realengo. La desamortización quedó interrumpida
en 1814 con el regreso de Fernando VII.
Aun así, estos
decretos contenían los rasgos esenciales de las grandes medidas desamortizadoras del siglo XIX, que se
concebían como una medida fiscal y no como una reforma agraria.
Con el triunfo del régimen liberal a la muerte de Fernando VII, la
obra desamortizadora entrará en su fase decisiva.
LA DESAMORTIZACIÓN ECLESIÁSTICA DE
MENDIZÁBAL (1836-1837) , de ideología liberal, pretendía derribar las estructuras
del Antiguo Régimen desvinculando
los bienes de la nobleza y desamortizando los eclesiásticos y municipales. Para
ello el Estado se adueñaba de los bienes, que dejaban de ser de "manos
muertas" para convertirse en "bienes nacionales" y luego los
vendía en pública subasta. Mediante decretos
se declara propiedad nacional los bienes raíces, rentas, derechos y
acciones de las comunidades religiosas, tanto del clero regular como del
secular, de ambos sexos, con pocas excepciones, y se ponen a la venta en pública subasta.
Entre sus objetivos estaban proporcionar tierras
a los agricultores medios, afrontar la Deuda pública, iniciar un proceso de
reforma agraria y ampliar la base social del nuevo régimen liberal; sin embargo,
estos objetivos no se alcanzaron, pues, aunque en principio eran asequibles a
grupos con bajos ingresos, en
la práctica fueron a parar a propietarios y burgueses con liquidez suficiente
para acaparar los mejores lotes. Proceso que además resultó una inversión
ventajosa pues sólo se abonaba el 20% al contado, el resto se pagaba aplazado,
y se admitían para el pago los títulos de deuda por su valor nominal. De estemodo
no se produjo ni la ansiada reforma agraria, ni se modificó la estructura de la
propiedad de la tierra, ni se creo una masa de pequeños propietarios fieles a
Isabel II. De este modo, la desamortización no resultó tan positiva como se preveía,
pues añadió al descontento del campesinado que no pudo acceder a la compra de tierras,
la enemistad de la Iglesia por su sentido anticlerical, así como la de los sectores más tradicionales (cercanos a la
Iglesia) y la de los más liberales, que veían este proceso insuficiente si no
va acompañado de reformas más profundas. Además, hay que añadir que los beneficios obtenidos por
la Hacienda Pública fueron menores de
lo esperado y la la deuda pública no despareció, sino que aumentó, pero al
menos el dinero obtenido sirvió para financiar los costes de la guerra
carlista.
Durante
la regencia
de Espartero (1841-1843), se completa el proceso desamortizador
iniciado por Mendizábal. La desamortización de 1841 afectó a inmuebles y tierras
que el clero secular tenía en las ciudades, lo que posibilitó que los
grupos financieros adquieran grandes edificios en las distintas ciudades. Con
la caída de Espartero se paralizó.
El
proceso volvió desamortizador se reactivó con la ley General de Desamortización de
Mayo de 1855 durante el Bienio Progresista (1854-56). Pretendía concluir el
proceso desamortizador con la venta de los bienes del clero, interrumpida por
los moderados, compensando a la Iglesia con títulos de la deuda, y con la enajenación de los bienes de propios (propiedades de un municipio del que
obtienen una renta por estar alquilados), bienes comunales (uso comunitario de
bosques para cazar o pastos) y baldíos (terrenos que no se cultiva ni se aprovechan
para pastos) de los ayuntamientos. Su venta se destinaría a
amortizar la deuda del Estado, a
nivelar el presupuesto y a financiar obras públicas, especialmente el ferrocarril. En los catorce meses en que estuvo en vigor
la ley de Madoz, se realizaron un gran
número de ventas.
A diferencia de otros procesos desamortizadores, el
pago debía hacerse en metálico y no con títulos de deuda, de forma que el
beneficio para la Hacienda pública fuera inmediato (aunque también se podía
pagar a plazos); de hecho se recaudó el doble de dinero que la de Mendizábal.
La ley
de Madoz, encontró una fuerte resistencia en el partido moderado e incluso en la reina, que llegó a vetarla. Pero
la reina hubo de capitular, y la ley fue aprobada. Supuso una pérdida de
ingresos importante para los municipios rurales y para los sectores sociales
más modestos, que se vieron privados de terrenos para pastar, cazar y recoger
leña.
Pese
a que la tarea desamortizadora no obtuvo los resultados esperados, si tuvo consecuencias en varios niveles:
- Socialmente la burguesía fue la
gran beneficiada, pasó a disponer de los bienes de la Iglesia y municipios. Por
contra, los campesinos no accedieron a la propiedad, se endurecieron sus
arriendos y muchos pasaron a ser simples jornaleros. Surgió una oligarquía de
terratenientes absentistas, que no transformó sus explotaciones que vivía de
las rentas sin preocuparse de la modernización y mejora de sus explotaciones.
- Económicamente aumentó
la extensión de tierras cultivadas, pero no hubo una renovación técnica ni un
aumento de la productividad de la tierra por falta de inversiones. Además, los
ayuntamientos perdieron una de sus principales fuentes de ingresos, lo que acentúa
la centralización administrativa.
- Culturalmente se produjeron graves pérdidas
patrimoniales (abandono de edificios de interés artístico y ventas de libros y
cuadros que desparecieron). No obstante, parte de ellos fueron a las
bibliotecas públicas o universidades y numerosos edificios se transformaron en museos,
sedes universitarias u otras instituciones.
- Desde un punto de vista e ideológico no se
consiguió crear una clase de pequeños y
medianos propietarios que permitiese la consolidación
del sistema liberal pues la mayor parte de las tierras fueron a parar a grandes
propietarios.
CONCLUSIÓN.
La importancia y trascendencia de las desamortizaciones es una cuestión
debatida por los historiadores, no tanto en cuanto a la cantidad de dinero que
aportó al estado ni en el total de la superficie desamortizada, sino en cuanto
a su alcance político, social y económico, pues la necesidad de afrontar la deuda
pública y de obtener recursos para financiar la construcción de infraestructuras
(ferrocarril) condujo a la venta de los propiedades desamortizadas, con lo que no
sólo se perdió la oportunidad de
repartir la tierra a los campesinos y
transformar las bases de la agricultura española, sino que contribuyó a
empeorar la situación de los campesinos que se vieron privados del uso de los
bienes de propios y comunes de los municipios.
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