Oposición Geografía e Historia. Prácticas Historia. Comentario de Texto: La jornada del arrabal de la Sequnda (818). Tema 28: Al-Andalus: política, sociedad y cultura
818. La jornada del arrabal:
En 198 (31 de agosto de 813) tuvo lugar en
Córdoba la revuelta llamada del arrabal. Los hechos pasaron de la manera
siguiente: el príncipe omeya reinante Al-Hakam ben Hixam casi no se ocupaba más
que en jugar, cazar, beber y otros placeres semejantes y, por otra parte, la
ejecución de muchos de los principales habitantes de la ciudad le hicieron odioso
a la población, que era injuriada y maltratada por los mercenarios del
emir.
El desorden llegó a tal punto que, cuando se
convocaba a la plegaria, el populacho gritaba :"¡Ven a rezar, borracho,
ven a rezar!", y cuando alguno lanzaba esta injuria, los otros aplaudían.
Entonces, Al-Hakam comenzó a rodear Córdoba con un recinto fortificado,
guarnecido de zanjas: acuarteló la caballería en la puerta de su palacio, donde
había siempre una tropa armada, y aumentó el número de sus mamelucos. Todas
estas precauciones no hicieron más que que acrecentar el odio de la población,
que estaba persuadida de que quería vengarse de todas sus afrentas. Enseguida
estableció el impuesto del diezmo sobre las mercaderías, impuesto que habría de
cobrarse cada año sin remisión, lo que fue mal visto por el pueblo. Al-Hakam se
apoderó de diez de los príncipales exaltados y les hizo ejecutar y crucificar,
con lo que dio ocasión de cólera a las gentes del arrabal. Añádase a todo esto
que un mameluco del príncipe llevó su espada a casa de un bruñidor para hacerla
limpiar, y como éste la remitiera a su dueño más tarde de lo convenido, el
mameluco tomó la espada y golpeó con ella al obrero hasta dejarle muerto.
Ocurrió esto en Ramadan (abril-mayo del 814) del año referido.
Las gentes del arrabal meridional empuñaron los
primeros las armas, y todos los otros arrabales les siguieron. El
"chund", los omeyas y los esclavos negros se concentraron en el
palacio y Al-Hakam procedió a la repartición de los caballos y de las armas, así
como a la reunión de sus compañeros.
Se entabló la lucha y fue favorable a las gentes
del arrabal, que cercaron el palacio. Entonces Al-Hakam descendió de la terraza
donde se encontraba y fue, a caballo y armado, a reanimar el valor de los
suyos, que se batieron a su vista con encarnizamiento (...)
Al-Hakam consultó con Abd al-Qarim ben Abd
al-Wahid ben Abd al-Mugayth, su último confidente, quien le aconsejó clemencia.
Tal fue el partido que tomó el príncipe, a pesar del dictamen contrario emitido
por otro, y perdonó a los rebeldes, pero con amenaza de muerte y crucifixión
para todos los habitantes del arrabal que no hubiesen partido del arrabal en el
plazo de tres días. Los sobrevivientes salieron a escondidas, expuestos a toda
clase de penas y humillaciones, llevando lejos de Córdoba a sus mujeres, sus
hijos, sus riquezas de más fácil transporte. Los soldados y malhechores estaban
en acecho para saquearles y mataban a quienes osaban resistir.
Terminado el plazo de tres días, Al-Hakam dió
orden de respetar a las mujeres, a las que reunió en el mismo lugar, e hizo
destruir el arrabal meridional (de Secunda) (...)
BEN AL-ATHIR, "Kamil fi-l-Tarif", según
versión francesa de Fagnan, pp. 165-177. Recoge J.L. MARTIN, "Historia de
España. Alta Edad Media", Historia 16, Madrid, 1980, p. 50.
INFORMACIÓN
PARA EL COMENTARIO:
Cordoba, siglo IX. Durante el reinado de
al-Haqem I, los habitantes del arrabal de Shaqunda (actual Maraflores),
agobiados por los impuestos, se rebelaron contra el emir en el 818 dC, en un
levantamiento civil que duró tres días. Dominada la insurrección, y a modo de
castigo, el barrio fue incendiado y sus habitantes, ejecutados o exiliados
(tuvieron que abandonar Córdoba unas 20000 familias que habitaban el arrabal,
una cuarta parte de la población total de la ciudad).
Aquellas familias cordobesas desterradas
cruzaron el mar y 7000 de ellas encontraron refugio en Marruecos, contribuyendo
activamente en la fundación de la ciudad de Fez. El resto continuó durante años
su éxodo por el norte de África y en navíos a través del Medietrráneo, hasta
reencontrarse en Alejandría, donde comenzaron una gesta casi desconocida en
España.
Los proscritos del arrabal, liderados
por Abu Hafs al-Balluti -un natural de los Pedroches- conquistaron Alejandría,
instaurando el Estado independiente de Alejandría. Tras su expulsión de Egipto,
arrebataron Creta y otras islas de menor tamaño a Bizancio en el año 827,
fundando allí un emirato cordobés que peduró casi siglo y medio. Allí pudieron
recrear su segunda Córdoba, acuñaron su propia moneda, aclimataron a la isla
cultivos, implantaron la industria sedera, explotaron sus minas,
impulsaron un comercio floreciente y abrieron la isla al mundo.
CONTEXTO
GENERAL:
Si las regiones meridionales del
emirato de Córdoba, aparentemente más tranquilas, atrajeron durante
su reinado mucho menos la atención, el emir al-Hakam
I tuvo que hacer frente dentro de la misma
Córdoba, a la gran revuelta llamada La Revuelta del Arrabal, que se produjo en
el barrio que, dado el crecimiento de la ciudad, se había edificado por el sur,
al otro lado del Guadalquivir.
La política del tercer soberano
omeya, considerada tiránica y poco acorde con las normas islámicas, provocó en
el 818 la sublevación de una población sensible a la opinión crítica que los
fuqaha (alfaquíes) más influyentes expresaban contra el régimen. La represión
fue muy dura: el saqueo del arrabal sublevado duró tres días y aunque se
perdonó a los fuqaha, se crucificó a trescientos notables. El resto de la
población, varios miles de habitantes según las crónicas, fue expulsado de la
ciudad y se exilió, bien en Toledo, bien en Marruecos. Un poco más tarde, los
primeros pasaron al Mediterráneo oriental, donde reforzaron a un grupo de
marinos-piratas de origen andalusí que ocupaba Alejandría; juntos se apoderaron
de la Creta bizantina en el 827. Los segundos contribuyeron al poblamiento de
Fez, recientemente fundada por los idrisíes, donde construyeron la ciudad
llamada de los Andalusíes. Con estos métodos expeditivos, al-Hakam I dejó a su
muerte, en el 822, un Estado bastante organizado, donde las revueltas locales de
las que hablan las crónicas no parecen haber amenazado seriamente el
poder central.
Su hijo Abd
al-Rahman II pudo reinar sin demasiadas dificultades sobre un Estado
bastante organizado administrativa y fiscalmente, como demuestra el volumen de emisiones
monetarias que crecía regularmente. Se le atribuye generalmente
una obra importante de refuerzo del gobierno y la administración (aumento del
número de agentes del Estado, jerarquización de los cargos, racionalización de
la organización fiscal y monetaria), inspirada en el ejemplo del califato de
Bagdad. El gráfico del aumento del nivel de emisión monetaria bajo el emirato
no refleja, sin embargo, una ruptura notable en la evolución de las emisiones,
que, como se volverá a decir más adelante, aumentaron casi regularmente desde
la reanudación de la acuñación bajo Abd al-Rahman I. Sin quitarle a Abd al-Rahman II el mérito de la
mejora sensible de la organización y funcionamiento del Estado, que registran
las fuentes, hay que resaltar también la continuidad de la acción de la
dinastía, favorecida por la duración de los reinados de al-Hakam y del de su hijo y sucesor.
AMPLIACIÓN INFORMACIÓN:
La Revuelta del Arrabal tuvo lugar en el arrabal de Segunda de
la ciudad de Córdoba, capital del Emirato independiente de Córdoba, en la primavera del año 818, coincidiendo con
el ramadán, durante el gobierno del emir omeya Al-Hakam I. La revuelta pretendía expulsar a los Omeyas de
la ciudad de Córdoba pero fracasó y fue duramente reprimida por el emir.
Antecedentes
La ciudad de
Córdoba fue convertida por los conquistadores
musulmanes, que en 711 habían puesto fin
al Reino visigodo de Toledo, en la nueva capital de su estado, lo
que provocó un gran crecimiento de su población que pronto desbordó el recinto
amurallado de la época romana. Así, crecieron varios arrabales entre
los que destacó Saqunda, situado al otro lado del río Guadalquivir frente a la mezquita y al alcázar, y habitado por artesanos y
comerciantes.
En el año
796, Al Hakam I sucedió a su padre Hisham I al frente del Emirato
independiente de Córdoba. Algunas
fuentes retratan a Al Hakam I como un déspota sanguinario ―ordenó crucificar a
todos los implicados en una conspiración contra su gobierno― y, por otro lado,
decretó el aumento de los impuestos lo que provocó rebeliones contra la
autoridad de los Omeyas en algunas ciudades como Mérida y Toledo. También hubo muestras de descontento
en la propia capital provocadas no solo por el aumento de las exacciones
fiscales sino también por su conducta. Se le acusaba de impiedad y de estar más
preocupado por el vino que por la plegaria. De hecho se produjeron algunos
disturbios en los que a punto estuvo de perecer el prefecto de la ciudad y que
se saldaron con la crucifixión cabeza abajo de uno de los agitadores,
La revuelta
El motivo que
disparó la revuelta fue un altercado entre un guardia del emir y un artesano en
el que este resultó muerto. Los amotinados se dirigieron al puente sobre el Guadalquivir que unía la ciudad con el arrabal
con el objetivo de tomar el alcázar. Consiguieron cruzarlo y atacaron la
muralla concentrándose en la Puerta del
Puente. Los soldados del emir acudieron a
defender esa puerta, pero pronto se vieron desbordados por la llegada de gentes
del interior de la ciudad y de otros arrabales que se sumaron a la revuelta.
Solo una hábil estratagema de un cadí al servicio del emir logró salvar
la situación. Con un grupo de jinetes salió por otra puerta de la ciudad y se
dirigió al arrabal de Saqunda vadeando el río aguas arriba. Sus hombres mataron
a todos los que se encontraron a su paso y desde el arrabal se dirigieron al
puente para cruzarlo y sorprender a los amotinados por la retaguardia. Cuando
estos se dieron cuenta de la maniobra abandonaron el asedio del alcázar y
regresaron a Saqunda. Allí durante varios días las tropas del emir se dedicaron
al saqueo y a apresar a los rebeldes, hasta que Al-Hakam I concedió una tregua.
Como ha señalado Eduardo
Manzano Moreno, «el emir era consciente del
grave peligro que había corrido. En el parte de victoria que ordenó redactar
entonces se despachó contra los rebeldes tildándolos de depravados, canallas y
esclavos que habían osado rebelarse contra su autoridad legítima»
Consecuencias:
La represión que ordenó Al-Hakam I fue feroz. El arrabal fue
arrasado y se prohibió que se construyeran viviendas en el lugar. «El resultado
de la revuelta de Arrabal fue un completo triunfo para al-Hakam. El emir impuso
los nuevos tributos sobre la gente de la capital y de las kuras (provincias)
Emirato de Creta
Los
habitantes de Saqunda que no habían muerto o no habían sido hechos prisioneros
fueron obligados a abandonar Córdoba. Unos se marcharon a Toledo, otros emigraron al norte de
África, asentándose la mayoría en un barrio de
la recién fundada ciudad de Fezgracias al emir Idrís II. Algunos exiliados llegaron
hasta Alejandría y tomaron el control de la ciudad
hasta 828, cuando fueron expulsados por el general abasí Abdalah ibn Táhir, y decidieron instalarse en la isla
de Creta y
fundar el denominado Emirato de
Creta, que plantó cara al Imperio bizantino durante casi 140 año
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