Para quienes me preguntan ¿para qué aprender?

"En la ignorancia del pueblo está el dominio de los príncipes; el estudio que los advierte, los amotina. Vasallos doctos, más conspiran que obedecen, más examinan al señor que le respetan; en entendiéndole, osan despreciarle; en sabiendo qué es libertad, la desean; saben juzgar si merece reinar el que reina: y aquí empiezan a reinar sobre su príncipe. [...] Pueblo idiota es la seguridad del tirano". F. Quevedo

domingo, 16 de enero de 2022

Oposición Geografía e Historia. Prácticas Historia. Comentario de Texto: La jornada del arrabal de la Sequnda (818). Tema 28: Al-Andalus: política, sociedad y cultura

  Oposición Geografía e Historia. Prácticas Historia. Comentario de Texto: La jornada del arrabal de la Sequnda (818). Tema 28: Al-Andalus: política, sociedad y cultura

818. La jornada del arrabal:  

 En 198 (31 de agosto de 813) tuvo lugar en Córdoba la revuelta llamada del arrabal. Los hechos pasaron de la manera siguiente: el príncipe omeya reinante Al-Hakam ben Hixam casi no se ocupaba más que en jugar, cazar, beber y otros placeres semejantes y, por otra parte, la ejecución de muchos de los principales habitantes de la ciudad le hicieron odioso a la población, que era injuriada y maltratada por los mercenarios del emir.  

 El desorden llegó a tal punto que, cuando se convocaba a la plegaria, el populacho gritaba :"¡Ven a rezar, borracho, ven a rezar!", y cuando alguno lanzaba esta injuria, los otros aplaudían. Entonces, Al-Hakam comenzó a rodear Córdoba con un recinto fortificado, guarnecido de zanjas: acuarteló la caballería en la puerta de su palacio, donde había siempre una tropa armada, y aumentó el número de sus mamelucos. Todas estas precauciones no hicieron más que que acrecentar el odio de la población, que estaba persuadida de que quería vengarse de todas sus afrentas. Enseguida estableció el impuesto del diezmo sobre las mercaderías, impuesto que habría de cobrarse cada año sin remisión, lo que fue mal visto por el pueblo. Al-Hakam se apoderó de diez de los príncipales exaltados y les hizo ejecutar y crucificar, con lo que dio ocasión de cólera a las gentes del arrabal. Añádase a todo esto que un mameluco del príncipe llevó su espada a casa de un bruñidor para hacerla limpiar, y como éste la remitiera a su dueño más tarde de lo convenido, el mameluco tomó la espada y golpeó con ella al obrero hasta dejarle muerto. Ocurrió esto en Ramadan (abril-mayo del 814) del año referido. 

 Las gentes del arrabal meridional empuñaron los primeros las armas, y todos los otros arrabales les siguieron. El "chund", los omeyas y los esclavos negros se concentraron en el palacio y Al-Hakam procedió a la repartición de los caballos y de las armas, así como a la reunión de sus compañeros. 

 Se entabló la lucha y fue favorable a las gentes del arrabal, que cercaron el palacio. Entonces Al-Hakam descendió de la terraza donde se encontraba y fue, a caballo y armado, a reanimar el valor de los suyos, que se batieron a su vista con encarnizamiento (...) 

 Al-Hakam consultó con Abd al-Qarim ben Abd al-Wahid ben Abd al-Mugayth, su último confidente, quien le aconsejó clemencia. Tal fue el partido que tomó el príncipe, a pesar del dictamen contrario emitido por otro, y perdonó a los rebeldes, pero con amenaza de muerte y crucifixión para todos los habitantes del arrabal que no hubiesen partido del arrabal en el plazo de tres días. Los sobrevivientes salieron a escondidas, expuestos a toda clase de penas y humillaciones, llevando lejos de Córdoba a sus mujeres, sus hijos, sus riquezas de más fácil transporte. Los soldados y malhechores estaban en acecho para saquearles y mataban a quienes osaban resistir. 

 Terminado el plazo de tres días, Al-Hakam dió orden de respetar a las mujeres, a las que reunió en el mismo lugar, e hizo destruir el arrabal meridional (de Secunda) (...) 

BEN AL-ATHIR, "Kamil fi-l-Tarif", según versión francesa de Fagnan, pp. 165-177. Recoge J.L. MARTIN, "Historia de España. Alta Edad Media", Historia 16, Madrid, 1980, p. 50.  


 

INFORMACIÓN PARA EL COMENTARIO:

Cordoba, siglo IX. Durante el reinado de al-Haqem I, los habitantes del arrabal de Shaqunda (actual Maraflores), agobiados por los impuestos, se rebelaron contra el emir en el 818 dC, en un levantamiento civil que duró tres días. Dominada la insurrección, y a modo de castigo, el barrio fue incendiado y sus habitantes, ejecutados o exiliados (tuvieron que abandonar Córdoba unas 20000 familias que habitaban el arrabal, una cuarta parte de la población total de la ciudad).

Aquellas familias cordobesas desterradas cruzaron el mar y 7000 de ellas encontraron refugio en Marruecos, contribuyendo activamente en la fundación de la ciudad de Fez. El resto continuó durante años su éxodo por el norte de África y en navíos a través del Medietrráneo, hasta reencontrarse en Alejandría, donde comenzaron una gesta casi desconocida en España.

Los proscritos del arrabal, liderados por Abu Hafs al-Balluti -un natural de los Pedroches- conquistaron Alejandría, instaurando el Estado independiente de Alejandría. Tras su expulsión de Egipto, arrebataron Creta y otras islas de menor tamaño a Bizancio en el año 827, fundando allí un emirato cordobés que peduró casi siglo y medio. Allí pudieron recrear su segunda Córdoba, acuñaron su propia moneda, aclimataron a la isla cultivos, implantaron la  industria sedera, explotaron sus minas, impulsaron un comercio floreciente y abrieron la isla al mundo.

CONTEXTO GENERAL:

Si las regiones meridionales del emirato de Córdoba, aparentemente más tranquilas, atrajeron durante su reinado mucho menos la atención, el emir al-Hakam I tuvo que hacer frente dentro de la misma Córdoba, a la gran revuelta llamada La Revuelta del Arrabal, que se produjo en el barrio que, dado el crecimiento de la ciudad, se había edificado por el sur, al otro lado del Guadalquivir.

La política del tercer soberano omeya, considerada tiránica y poco acorde con las normas islámicas, provocó en el 818 la sublevación de una población sensible a la opinión crítica que los fuqaha (alfaquíes) más influyentes expresaban contra el régimen. La represión fue muy dura: el saqueo del arrabal sublevado duró tres días y aunque se perdonó a los fuqaha, se crucificó a trescientos notables. El resto de la población, varios miles de habitantes según las crónicas, fue expulsado de la ciudad y se exilió, bien en Toledo, bien en Marruecos. Un poco más tarde, los primeros pasaron al Mediterráneo oriental, donde reforzaron a un grupo de marinos-piratas de origen andalusí que ocupaba Alejandría; juntos se apoderaron de la Creta bizantina en el 827. Los segundos contribuyeron al poblamiento de Fez, recientemente fundada por los idrisíes, donde construyeron la ciudad llamada de los Andalusíes. Con estos métodos expeditivos, al-Hakam I dejó a su muerte, en el 822, un Estado bastante organizado, donde las revueltas locales de las que hablan las crónicas no parecen haber amenazado seriamente el poder central.

Su hijo Abd al-Rahman II pudo reinar sin demasiadas dificultades sobre un Estado bastante organizado administrativa y fiscalmente, como demuestra el volumen de emisiones monetarias que crecía regularmente. Se le atribuye generalmente una obra importante de refuerzo del gobierno y la administración (aumento del número de agentes del Estado, jerarquización de los cargos, racionalización de la organización fiscal y monetaria), inspirada en el ejemplo del califato de Bagdad. El gráfico del aumento del nivel de emisión monetaria bajo el emirato no refleja, sin embargo, una ruptura notable en la evolución de las emisiones, que, como se volverá a decir más adelante, aumentaron casi regularmente desde la reanudación de la acuñación bajo Abd al-Rahman I. Sin quitarle a Abd al-Rahman II el mérito de la mejora sensible de la organización y funcionamiento del Estado, que registran las fuentes, hay que resaltar también la continuidad de la acción de la dinastía, favorecida por la duración de los reinados de al-Hakam y del de su hijo y sucesor.

 

AMPLIACIÓN INFORMACIÓN:

La Revuelta del Arrabal tuvo lugar en el arrabal de Segunda de la ciudad de Córdoba, capital del Emirato independiente de Córdoba, en la primavera del año 818, coincidiendo con el ramadán, durante el gobierno del emir omeya Al-Hakam I. La revuelta pretendía expulsar a los Omeyas de la ciudad de Córdoba pero fracasó y fue duramente reprimida por el emir.

Antecedentes

La ciudad de Córdoba fue convertida por los conquistadores musulmanes, que en 711 habían puesto fin al Reino visigodo de Toledo, en la nueva capital de su estado, lo que provocó un gran crecimiento de su población que pronto desbordó el recinto amurallado de la época romana. Así, crecieron varios arrabales entre los que destacó Saqunda, situado al otro lado del río Guadalquivir frente a la mezquita y al alcázar, y habitado por artesanos y comerciantes.

En el año 796, Al Hakam I sucedió a su padre Hisham I al frente del Emirato independiente de Córdoba. Algunas fuentes retratan a Al Hakam I como un déspota sanguinario ―ordenó crucificar a todos los implicados en una conspiración contra su gobierno― y, por otro lado, decretó el aumento de los impuestos lo que provocó rebeliones contra la autoridad de los Omeyas en algunas ciudades como Mérida y Toledo. También hubo muestras de descontento en la propia capital provocadas no solo por el aumento de las exacciones fiscales sino también por su conducta. Se le acusaba de impiedad y de estar más preocupado por el vino que por la plegaria. De hecho se produjeron algunos disturbios en los que a punto estuvo de perecer el prefecto de la ciudad y que se saldaron con la crucifixión cabeza abajo de uno de los agitadores,

La revuelta

El motivo que disparó la revuelta fue un altercado entre un guardia del emir y un artesano en el que este resultó muerto. Los amotinados se dirigieron al puente sobre el Guadalquivir que unía la ciudad con el arrabal con el objetivo de tomar el alcázar. Consiguieron cruzarlo y atacaron la muralla concentrándose en la Puerta del Puente. Los soldados del emir acudieron a defender esa puerta, pero pronto se vieron desbordados por la llegada de gentes del interior de la ciudad y de otros arrabales que se sumaron a la revuelta. Solo una hábil estratagema de un cadí al servicio del emir logró salvar la situación. Con un grupo de jinetes salió por otra puerta de la ciudad y se dirigió al arrabal de Saqunda vadeando el río aguas arriba. Sus hombres mataron a todos los que se encontraron a su paso y desde el arrabal se dirigieron al puente para cruzarlo y sorprender a los amotinados por la retaguardia. Cuando estos se dieron cuenta de la maniobra abandonaron el asedio del alcázar y regresaron a Saqunda. Allí durante varios días las tropas del emir se dedicaron al saqueo y a apresar a los rebeldes, hasta que Al-Hakam I concedió una tregua. Como ha señalado Eduardo Manzano Moreno, «el emir era consciente del grave peligro que había corrido. En el parte de victoria que ordenó redactar entonces se despachó contra los rebeldes tildándolos de depravados, canallas y esclavos que habían osado rebelarse contra su autoridad legítima»

Consecuencias:

La represión que ordenó Al-Hakam I fue feroz. El arrabal fue arrasado y se prohibió que se construyeran viviendas en el lugar. «El resultado de la revuelta de Arrabal fue un completo triunfo para al-Hakam. El emir impuso los nuevos tributos sobre la gente de la capital y de las kuras (provincias)

Emirato de Creta

Los habitantes de Saqunda que no habían muerto o no habían sido hechos prisioneros fueron obligados a abandonar Córdoba. Unos se marcharon a Toledo, otros emigraron al norte de África, asentándose la mayoría en un barrio de la recién fundada ciudad de Fezgracias al emir Idrís II. Algunos exiliados llegaron hasta Alejandría y tomaron el control de la ciudad hasta 828, cuando fueron expulsados por el general abasí Abdalah ibn Táhir, y decidieron instalarse en la isla de Creta y fundar el denominado Emirato de Creta, que plantó cara al Imperio bizantino durante casi 140 año

 

 

 

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