Bachillerato. Historia de España. Tema 10: La crisis de la Restauración. El reinado de Alfonso XIII
TEMA 10. EL REINADO DE ALFONSO XIII: LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN
En 1902 Alfonso XIII había sido proclamado mayor de edad, pese a su juventud (16 años), y desde entonces desempeñó las funciones de Jefe de Estado previstas en la vigente constitución restauracionista de 1876. Sustituía así a su madre María Cristina de Habsburgo, que había actuado como regente tras la muerte de su esposo Alfonso XII en 1885. El reinado de Alfonso XIII se divide en dos etapas: el periodo parlamentario (1902-23) y la Dictadura de Primo de Rivera (1923-30). Un año después de acabar ésta y tras un breve periodo de transición, el rey renunció a la Corona y se exilió, siendo proclamada la II República.
La etapa parlamentaria se caracteriza por la permanente inestabilidad que se deriva de la pervivencia de los problemas heredados de la Restauración, problemas que los partidos políticos del sistema (el Liberal y el Conservador) no supieron afrontar. En efecto, la oligarquía formada por la burguesía y la nobleza, que domina en ambos partidos, es incapaz de poner solución a los graves retos históricos del primer tercio del siglo XX: el atraso económico respecto a Europa Occidental, las tremendas diferencias entre las clases sociales y las distintas regiones del país, la incultura de la mayor parte de la población, la aparición de los nacionalismos periféricos, la creciente presión del movimiento obrero, la incapacidad del ejército de resolver la crisis marroquí, la violencia de carácter social o político, etc.
La proclamación de la Dictadura militar fue el último recurso de la oligarquía para mantenerse en el poder. En sus comienzos (1923-25) el dictador Primo de Rivera contó con bastante apoyo popular gracias a sus éxitos en el plano económico, el restablecimiento del orden público y la marcha de la Guerra de Marruecos. Pero desde 1926 una clara tendencia a la institucionalización y perpetuación en el gobierno por parte del dictador provoca un crecimiento de la oposición. Alfonso XIII acabará destituyendo a Primo de Rivera para organizar la vuelta al régimen liberal. Pero ya será tarde. Tras el inesperado éxito de las candidaturas republicanas en unas elecciones municipales el rey dimitirá y marchará al exilio. Comienza la II República.
1. PANORAMA GENERAL DEL REINADO DE ALFONSO XIII. INTENTOS DE MODERNIZACIÓN: EL REGENERACIONISMO Y CRISIS SOCIO-ECONÓMICAS (1902-1023)
1.1. REGENERACIONISMO
Durante la regencia de María Cristina se produjo la derrota militar que infringió Estados Unidos a España en 1898, que tanta incidencia tuvo en la opinión pública española. Por tanto, el reinado de Alfonso XIII comienza en un ambiente generalizado de pesimismo y de toma de conciencia de la necesidad de emprender profundos cambios en todos los órdenes de la vida nacional. Este sentimiento de renovación y modernización es lo que se llamó el regeneracionismo.
Ya sabemos que el sistema de la Restauración se fundamentaba en el control social, económico y político de la población a través de la figura del cacique. Esa práctica, que desvirtuaba la esencia de un régimen liberal y democrático, fue denunciada por un amplio sector de los intelectuales, como Joaquín Costa, Ángel Ganivet, Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno o Antonio Machado. Pero también hablaban de regenerar a España algunos políticos conscientes de nuestro atraso respecto a Europa Occidental. Entre ellos cabe destacar a dos que llegaron a la presidencia del Gobierno: uno del Partido Conservador (Antonio Maura) y otro del Partido Liberal (José Canalejas). Incluso el general Primo de Rivera, al hacerse con el poder en 1923, pretendía llevar adelante un programa de reformas que entroncaba inicialmente con los ideales regeneracionistas con que se identificaba gran parte de la población española.
Hasta 1917 se mantuvo el bipartidismo entre conservadores y liberales, aunque lentamente iría creciendo el número de diputados republicanos, socialistas y catalanistas, que eran todos ellos grupos de oposición al sistema. En este período continuó la práctica del caciquismo y la pasividad del electorado.
Los dos partidos del sistema se resintieron de la desaparición de sus indiscutibles líderes históricos (Cánovas y Sagasta). En el Partido Conservador a la muerte de Cánovas (víctima de un atentado anarquista en 1897) le sucedió Silvela, a quien podemos calificar de regeneracionista. Tras Silvela, el nuevo líder del conservadurismo fue Antonio Maura, otro regeneracionista, que intentó acabar con el caciquismo, descentralizar el poder y fomentar la economía. A él se le atribuye una célebre frase que resume su mentalidad: “O hacemos la revolución desde arriba o nos la hacen desde abajo”. Ni siquiera dentro de su propio partido pudo encontrar Maura apoyo a su programa reformista. El declive de este político le vino por causa de la Semana Trágica (1909), cuando se produjo una rebelión popular en Barcelona contra la Guerra de Marruecos. Maura era entonces presidente del Gobierno y no sólo no supo impedir la revolución, sino que además fue muy criticado por el empleo de durísimos métodos represivos para controlarla.
El Partido Liberal también tuvo que renovarse tras la muerte de su líder histórico, Sagasta (1903), al cual le surgieron tres candidatos para sucederle, con las consiguientes divisiones: Montero Ríos, Segismundo Moret y José Canalejas. Éste último, siendo presidente del gobierno, llevó a cabo entre 1910 y 1912 un programa de reformas que puede incluirse dentro de la línea del regeneracionismo. Las principales medidas que adoptó el gobierno de Canalejas fueron: la separación de la Iglesia y el Estado (en concreto, la llamada “ley del candado”, por la cual no se podrían establecer nuevas órdenes religiosas sin la autorización del Gobierno, motivó la ruptura de relaciones con el Vaticano); el fomento de la educación; la instauración del servicio militar obligatorio para todos los varones (se suprime la figura del “soldado de cuota”, que permitía a los ricos librarse del servicio militar a cambio de pagar una considerable suma de dinero); y la creación de la “Mancomunitat de Catalunya”, bajo la presidencia de Prat de la Riba, en un intento de contentar a los nacionalistas catalanes. La muerte del presidente en atentado terrorista en 1912 frustró esta nueva tentativa de regeneración nacional. Le sustituiría el Conde de Romanones al frente del Partido Liberal.
1.2. CRISIS SOCIOE-CONÓMICAS
Uno de los problemas más preocupantes de España en las primeras décadas del siglo XX fue el que la prensa bautizó como “el avispero de Marruecos”. Tras el Desastre del 98 habían surgido en la sociedad española dos tendencias con respecto a la política colonial que debía seguir el país: la corriente anticolonialista, que pretendía centrar la atención en los problemas internos del país (partidos republicanos y obreros e intelectuales de la generación del 98), y la africanista, partidaria de incorporarse a la carrera de las potencias europeas por conquistar colonias (posición defendida por el Ejército, los partidos del sistema y el propio Rey), para así recuperar el prestigio internacional perdido. Naturalmente fue esta última la que se impuso, aún a costa de aumentar la impopularidad del régimen. Recordemos que la Semana Trágica de 1909 había comenzado como una protesta contra la guerra.
La cuestión marroquí no era un asunto exclusivamente español, pues algunas otras potencias europeas tenían intereses en la zona: Francia pretendía expansionarse por el Norte de África (ya poseía Argelia y Túnez) y controlar el estrecho de Gibraltar, algo que querían evitar a toda costa Inglaterra y Alemania. Tras largas negociaciones, al final se llegó a un acuerdo (Conferencia de Algeciras, 1906) por el que el territorio marroquí quedaba como un protectorado repartido entre Francia y España. Nuestro gobierno pretendía, por un lado, asegurar el control de la zona cercana a las plazas de soberanía (Ceuta y Melilla); y, por otro, explotar las ricas minas de hierro existentes en la zona a través de compañías españolas (y exportarlo en bruto a otros países europeos), para lo cual había que construir líneas de ferrocarril.
A partir de 1909 se suceden los incidentes provocados por grupos de marroquíes nacionalistas, cuyo líder es Abd el Krim, contrarios a la colonización económica y política por parte de un país extranjero. De estos incidentes se pasó a una guerra abierta, cuyo momento cumbre fue la derrota del ejército español en la batalla de Annual (1921), en la que murieron 14.000 soldados españoles. Este nuevo desastre, de enorme repercusión en la opinión pública, tuvo graves consecuencias políticas: aumenta la impopularidad de una guerra en la que sólo se ventilaban los intereses de muy pocos empresarios, se desprestigia aún más el Ejército e incluso el Rey sale malparado, por ser uno de los más firmes partidarios de la expansión militar en Marruecos.
La batalla de Annual permitió a los rebeldes marroquíes tomar el control de casi todo el territorio del Protectorado español, llegando a amenazar seriamente a la ciudad de Melilla. Hay que esperar a 1925, ya durante la Dictadura de Primo de Rivera, para que se produzca la operación clave de esta guerra, el desembarco de Alhucemas, llevado a cabo de forma conjunta por tropas españolas y francesas. El éxito de esta batalla permitió pacificar todo el territorio al año siguiente. La soberanía española sobre el protectorado de Marruecos se mantuvo hasta 1956, fecha en que el dictador Franco le concedió la independencia, siendo su primer rey Mohamed V.
1. ¿Cuáles crees que fueron los principales obstáculos que encontraron los políticos regeneracionistas para llevar a cabo sus reformas? |
Ø La Semana Trágica (1909)
Desde su cargo de presidente, Maura tuvo que afrontar la primera de las crisis. Fue una sublevación popular originada en Barcelona como protesta por el envío de soldados de la reserva a la Guerra de Marruecos. Se declaró entonces una huelga general por parte de los socialistas y anarquistas, que degeneró en graves incidentes con la quema de iglesias y conventos (el anticlericalismo era entonces un sentimiento muy extendido entre los grupos intelectuales y obreros), a los que sucedió una fuerte represión por parte del Ejército enviado por el Gobierno, que llegó a utilizar la artillería contra los barrios obreros sublevados. La violencia extrema se adueñó durante varios días de la ciudad, provocando más de un centenar de muertos y miles de heridos y detenidos. Una vez sofocada la revolución popular, la tensión continuó durante la instrucción de los procesos judiciales contra los responsables de los actos de violencia. En particular tuvo graves consecuencias la condena a muerte y posterior fusilamiento del intelectual anarquista Ferrer y Guardia, considerado como “responsable moral” de los hechos, lo que provocó una oleada de protestas dentro y fuera de España. Ello forzó al conservador Maura a dimitir. Eduardo Dato le relevó en la jefatura del Partido Conservador.
Durante la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial (1914-18) España se mantuvo neutral, a pesar de que hubo sectores partidarios de entrar en ella a favor de uno u otro bando (la derecha y una parte considerable del Ejército eran germanófilos, es decir, favorables de participar al lado de los alemanes y austriacos; sus oponentes, los aliadófilos, eran los obreros y los burgueses catalanes y vascos). No obstante, el Gobierno presidido entonces por Eduardo Dato logró resistir ambas presiones y mantener la neutralidad del país. Los grandes negocios derivados de la exportación de toda clase de productos a los países contendientes enriquecieron a muchos empresarios españoles, que vivieron una época de oro. Pero también produjo una inflación muy perjudicial a la clase obrera, cuyos salarios crecían a un ritmo muy inferior al de los precios. Ello generó un gran malestar social, lo que trajo consigo una radicalización sindical y política.
Ø La crisis de 1917
Se desarrolló en plena Primera Guerra Mundial, y puso de relieve los problemas que venía arrastrando España desde hacía décadas, problemas que se pueden sintetizar en tres: el militar, el político y el social. El problema militar consistió en la creación en los cuarteles de las llamadas Juntas de Defensa, una especie de sindicatos de militares que se oponían a los ascensos por méritos de guerra (muy fáciles y rápidos para los que estaban destinados en la Guerra de Marruecos). También solicitaban mejoras en los sueldos. Las Juntas de Defensa dividieron al estamento militar entre “africanistas” y “peninsulares”. La respuesta gubernamental fue la promulgación de la Ley del Ejército de 1918, que consagraba la influencia de éste en la política española. El problema político surgió en julio de 1917 como consecuencia de la creación de una “Asamblea de Parlamentarios” de toda España en Cataluña, a instancias de Cambó, líder de la Lliga Catalana. Esta Asamblea pretendía llevar a cabo una profunda reforma constitucional que democratizara al sistema político y que incluyera un estatuto de autonomía para esa región, a todo lo cual se oponía el Gobierno. En el fondo se trataba de una rebelión de la burguesía catalana y de los sectores más progresistas españoles contra la oligarquía imperante en Madrid. El Gobierno acabó disolviendo la Asamblea de Parlamentarios, a la que acusó de separatismo. El problema social es consecuencia del malestar causado por la carestía ocasionada por la Gran Guerra y, en general, por la situación que padecía la clase obrera española, muy agravada por la inflación. Ese malestar cristalizó en una huelga general convocada por los dos grandes sindicatos, UGT y CNT, junto al PSOE. Desde muy pronto la huelga se radicalizó provocando graves disturbios en un clima de violencia, seguido de una enorme represión en la que intervino el Ejército, que pretendía así demostrar a la clase política quién era el verdadero sostén de la Monarquía.
En suma, la crisis de 1917 expuso el descontento generalizado de amplios sectores de la sociedad española (militares, políticos de la oposición, clase obrera) ante la ineptitud del sistema restauracionista. La respuesta a estos problemas de los dos partidos oficialistas –el Conservador y el Liberal- fue la creación en los años siguientes de “gobiernos de concentración”, que agrupaban a políticos de ambos partidos (e incluyeron también a alguno procedente del nacionalismo catalán más conservador, como Francesc Cambó). Pero en los años siguientes (1918-23) el malestar generalizado y la violencia protagonizada por campesinos y obreros fueron en aumento. Los gobiernos sólo sabían responder con medidas represivas, como la conocida como “ley de fugas”. Los patronos también recurrieron a la violencia para hacer frente al terrorismo anarquista, contratando pistoleros a sueldo para eliminar a los dirigentes sindicales (pistolerismo). El ambiente de extrema tensión se deterioró aún más al llegar desde Marruecos la noticia de la humillante derrota sufrida por nuestro ejército en Annual (1921).
La incapacidad de los partidos políticos tradicionales para asegurar el orden y la estabilidad y el desprestigio de los militares fueron los argumentos que utilizó el general Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, para dar un golpe de estado en septiembre de 1923. El rey Alfonso XIII, saltándose la Constitución y el Parlamento, le nombró presidente del gobierno. Así acabó el sistema liberal de la Restauración. Comienza una nueva etapa: la Dictadura de Primo de Rivera (1923-30).
2. ¿Qué razones llevaron a España a declararse neutral en la Primera Guerra Mundial? 3. ¿Cómo influyó la coyuntura internacional en la crisis de 1917 en España? |
2. LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923-30) Y EL EFÍMERO REGRESO DE LA MONARQUÍA PARLAMENTARIA
La ineficacia del sistema monárquico parlamentario hizo que en un amplio sector del Ejército, muy sensibilizado por su desprestigio ante la opinión pública debido al “Desastre del 98” y a la humillante derrota de Annual en la Guerra de Marruecos, surgiera la idea de sustituir en el poder a “los políticos” y a los partidos a través de un golpe de estado. El envío del expediente Picasso a las Cortes, en el que se proponía el procesamiento de 39 oficiales, incluido el general Berenguer, abrió también el debate de las responsabilidades políticas, que apuntaban en última instancia, según los socialistas, al propio rey. El golpe tuvo lugar finalmente el 13 de septiembre de 1923, y fue encabezado por el general Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña. No se trataba exactamente de un golpe de estado al estilo de los del siglo XIX, puesto que éstos siempre se habían hecho en apoyo de un partido político, sino que ahora el objetivo era el de acabar con el propio sistema liberal y parlamentario de la Restauración y establecer en su lugar una dictadura que “normalizase” el país. El rey Alfonso XIII dio su visto bueno a la nueva situación, nombrando presidente del Gobierno al general.
La Dictadura, que se presentaba como una “solución provisional”, fue bien acogida por la burguesía, la nobleza y el clero (es decir la oligarquía), clases que eran partidarias de restablecer un sistema de orden y seguridad, aunque fuese a costa de acabar con las libertades propias de un régimen liberal-parlamentario. Las organizaciones de la clase obrera reaccionaron divididas: mientras los socialistas aceptaron el nuevo régimen, llegando al principio incluso a colaborar con él (por ejemplo, el dirigente del PSOE Francisco Largo Caballero fue nombrado “consejero de estado” por Primo de Rivera, aunque otros miembros de su partido se mostraron en contra de tal colaboración), los anarquistas y el recién creado Partido Comunista estuvieron en la oposición y fueron las principales víctimas del sistema. También se mostró desde el principio en contra de la Dictadura un amplio sector de los intelectuales debido a la política represiva que ejerció el Gobierno en el terreno cultural (por ejemplo, el Ateneo de Madrid fue clausurado y Miguel de Unamuno sufrió el destierro en la isla de Fuerteventura).
Políticamente la Dictadura de Primo de Rivera tiene dos etapas: el Directorio Militar (1923-25) y el Directorio Civil (1925-30).
2.1. El directorio militar (1923-1925)
El nuevo gobierno proclamó el estado de guerra durante dos años, suspendió la Constitución de 1876 y las garantías constitucionales, disolvió las Cortes, implantó la censura de prensa y prohibió las actividades de los partidos políticos y de los sindicatos.
Inmediatamente se impuso el orden público con duras medidas represivas a cargo de los generales Martínez Anido y Arlegui contra la CNT y el PCE, declarados ilegales. También se reprimió cualquier manifestación del nacionalismo, tachado de separatista. Así, a los pocos días del golpe, se prohibió el uso de símbolos del catalanismo y del catalán en el ámbito oficial.
Primo de Rivera acometió su gran proyecto regeneracionista: liquidar la vieja estructura de poder de la Restauración y organizar el nuevo régimen, mediante una reforma de la administración que destruyese el caciquismo. Los gobernantes civiles fueron sustituidos por gobernadores militares y se creó la nueva figura de los delegados gubernativos, también militares, que ejercieron el control de los nuevos ayuntamientos. Los ayuntamientos fueron disueltos y sustituidos por juntas de “vocales asociados” elegidos por los mayores contribuyentes estrechamente vinculados al sistema caciquil.
La aprobación del Estatuto Municipal (1924) inició en la práctica la formación de una nueva administración adicta y centralizada, y el “descuaje” del caciquismo se limitó a perseguir a los no adictos al régimen. Lejos de desaparecer, el viejo caciquismo simplemente cambió de forma. También las diputaciones fueron disueltas y los nuevos diputados provinciales fueron designados por los gobernadores.
En Cataluña, ayuntamientos y diputaciones cayeron en manos de personajes fieles al régimen, y con el Estatuto Provincial (1925) desapareció la Mancomunidad. Ello significó la ruptura definitiva, no solo con el catalanismo conservador de la Lliga Regionalista, sino con la realidad catalana, lo que potenció el nacionalismo radical e incluso separatista.
Primo de Rivera, consciente de la impopularidad de la guerra marroquí, era partidario de una solución negociada del conflicto. Asumió personalmente el Alto Comisariado en Marruecos e intentó negociar la paz, ofreciendo a Abd-el-Krim una amplia autonomía, lo cual irritó a los militares africanistas. Sin embargo esta política del semiabandono animó aún más a Abd-el-Krim.
Dos hechos contribuyeron a dar un vuelco a esta situación. El ataque en 1924 a las tropas españolas que se retiraban desde Xauen, que causó unas 2.000 bajas, y el avance de Abd-el-Krim en el Marruecos francés.
En 1925 Francia y España acordaron una ofensiva militar conjunta por mar y tierra. La operación de desembarco de las tropas españolas en Alhucemas fue un rotundo éxito. En 1926, Abd-e-Krim, derrotado, se entregó a los franceses y un año después quedó sometido todo el Protectorado.
2.2. El directorio civil (1925-1930)
En diciembre de 1925 Primo de Rivera reforma su Gobierno y establece el denominado Directorio Civil, en cuya composición hay tanto políticos de derechas (Calvo Sotelo, el conde de Guadalhorce) como militares. Coincidió ésta etapa con una fase de prosperidad económica general en Europa y de paz social en el interior, lo que permitió poner en marcha en España un ambicioso plan de obras públicas para la construcción de carreteras y pantanos, y se favoreció el desarrollo de la agricultura, industria y comercio. Fue entonces cuando nacieron las Confederaciones Hidrográficas y algunos monopolios como la Compañía Telefónica (vinculada a la ITT norteamericana) y CAMPSA (monopolio de petróleos). Por tanto en el terreno económico, éstos fueron años de crecimiento, aunque fue a costa de duplicar la deuda pública.
La Dictadura, que se había presentado como una solución provisional ante la situación de desorden que vivía el país en 1923, pretendía ahora perpetuarse en el poder (la creación de una Asamblea Nacional que sustituía a las Cortes iba en esa dirección de institucionalizar el régimen). Sin embargo el prestigio del Gobierno se fue deteriorando a partir de 1927 por no saber (o no querer) resolver otros problemas: su anticatalanismo le llevó a perseguir la lengua de aquella región (por lo que los nacionalistas catalanes se convirtieron en enemigos); también comenzaba a organizarse en la clandestinidad el movimiento obrero, cada vez más comprometido con el republicanismo; y lo mismo hicieron los intelectuales (como Ortega y Gasset y el doctor Marañón) y universitarios (nace la F.U.E., Federación Universitaria Española). Además un sector del Ejército también se le enfrentó. La fuga del capital extranjero ante la inseguridad política que se avecinaba agravó la situación, pues comenzó una crisis económica que se extenderá a la década siguiente. Todas estas circunstancias confluyeron en una creciente oposición a la Dictadura. Consciente de la situación y temiendo por su propio prestigio, Alfonso XIII provocó la dimisión de Primo de Rivera, lo que se acabaría produciendo el 30 de enero de 1930. Para sucederle el rey nombró presidente a otro militar, el general Berenguer (al que poco más tarde sucedería el almirante Aznar), que tendría por misión organizar la vuelta a la normalidad del sistema liberal establecido por la constitución de 1876.
4. ¿Por qué apoya Alfonso XIII el golpe de estado de Primo de Rivera? 5. ¿Por qué Alfonso XIII le retira su apoyo a Primo de Rivera en 1930? 6. ¿Por qué se produce una fuga de capitales al final de la dictadura de Primo de Rivera? |
2.3. El efímero regreso de la monarquía parlamentaria (1930-1931)
En agosto de 1930 se firmó el Pacto de San Sebastián por parte de los regionalistas, los constitucionalistas (o demócratas), los socialistas y los republicanos. El objetivo de ese acuerdo ya no era acabar con el régimen militar de entonces (que el pueblo había bautizado como la “Dictablanda”), sino que iba directamente contra la monarquía de Alfonso XIII, cuya corona estaría desde entonces seriamente en peligro. A partir de ese momento la agitación política y social fue aumentando. Hubo incluso un intento de golpe de estado en diciembre a favor de la República en Jaca, pero fracasó. La respuesta del gobierno fue convocar elecciones municipales, a las que seguirían otras legislativas (con la finalidad de crear unas Cortes constituyentes). Con estas convocatorias el rey y su gobierno pretendían pasar gradualmente desde el sistema dictatorial vigente a otro de corte democrático. Sin embargo la victoria en las principales ciudades de los partidos republicanos firmantes del pacto de San Sebastián en las primeras elecciones, las municipales, dio al traste con ese proyecto gubernamental. Eso sucedió el 12 de abril de 1931. Dos días después el rey abandonó el país y el vacío de poder fue aprovechado por los partidos republicanos para abolir la monarquía y proclamar la II República. Estos acontecimientos, a pesar de que suponían un cambio político radical, se produjeron sin derramamiento de sangre.CONCEPTOS Y CRONOLOGÍA TEMA 10
CONCEPTOS Y CRONOLOGÍA TEMA 10.
1- Regeneracionismo: movimiento ideológico de carácter nacionalista y reformista que se desarrolló en España a partir de 1898, debido a la insatisfacción causada por el sistema social, cultural y económico de la Restauración. Su principal teórico fue Joaquín Costa, que defendía la regeneración del país a través de la reforma del Estado, el fomento de la riqueza, el impulso de la enseñanza pública y el olvido de las “glorias” del pasado.
2- Oligarquía: poder de unos pocos. Se produce cuando el poder político y económico lo detenta un pequeño grupo que lo ejerce en defensa de la clase social a que pertenece.
3- Pucherazo: añadir a la urna los votos necesarios para asegurar la elección del candidato predeterminado.
4- Regionalismo: movimiento que defiende y exalta los valores culturales, económicos y políticos de una región.
5- Protectorado: especie de colonia en la que se permite a los colonizados tener un gobierno para las cuestiones interiores pero controlado por la metrópoli que, además, se reserva totalmente las cuestiones internacionales, el ejército, etc.
6- Pistolerismo: movimiento que tuvo lugar entre 1917 y 1923 que consistió en el asesinato de empresarios, obreros, abogados y sindicalistas.
Cronología:
Proclamación de Alfonso XIII (1902)
Conferencia de Algeciras (1906)
Emboscada rifeña en el Barranco del Lobo (1909)
Ley del Candado (1910)
Estalla la Primera Guerra Mundial (1914)
Desastre de Annual (1921)
Expediente Picasso (1922)
Golpe de estado de Miguel Primo de Rivera (1923)
Creación de la Unión Patriótica (1924)
Desembarco de Alhucemas (1925)
Pacto de San Sebastián (1930)
Dimisión de Primo de Rivera (1930)
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