Para quienes me preguntan ¿para qué aprender?

"En la ignorancia del pueblo está el dominio de los príncipes; el estudio que los advierte, los amotina. Vasallos doctos, más conspiran que obedecen, más examinan al señor que le respetan; en entendiéndole, osan despreciarle; en sabiendo qué es libertad, la desean; saben juzgar si merece reinar el que reina: y aquí empiezan a reinar sobre su príncipe. [...] Pueblo idiota es la seguridad del tirano". F. Quevedo

lunes, 3 de diciembre de 2018

Oposición Geografía e Historia.- Prácticas de Arte obras comentadas: Escriba sentado (escultura egipcia)

El Escriba Sentado del Louvre

Introducción-descripción.
La imagen nos muestra una escultura exenta de bulto redondo, aunque con un único punto de vista frontal. Es una obra de reducidas dimensiones:  53, 70 cm. de altura, 44 cm. de anchura y 35 cm. de profundidad.
Se trata de la conocida escultura del “escriba sentado” del Louvre. Podemos observar la figura completa de un hombre sentado sobre sus piernas cruzadas.  Presenta rigidez en la expresión y en el modelado de la figura. Viste únicamente un faldellín y, por el único pie que muestra, carece de calzado. Se halla en la actitud de escribir, desplegando un rollo. Se supone que en la mano derecha sostendría un cálamo a modo de pluma con el cual escribiría, pero este objeto se ha perdido. La pieza presenta algunos otros deterioros, pero se halla en buen estado de conservación. Así se ha preservado el zócalo de forma que le sirve de pedestal.
 Análisis formal y estilístico.
Dada la existencia de policromía dificulta la identificación del material sobre el cual está esculpida la figura, pero la porosidad del material y la rigidez en su modelado nos indican que se trata de piedra, muy posiblemente caliza.
Desconocemos si el autor realizó previamente un modelo de la misma en arcilla o cera. La escultura está labrada con cincel y martillo, y la superficie fue pulida y alisada para ser tratada con una capa de yeso a modo de estucado, lo que le confiere la sensación de suavidad al tiempo que facilita la policromía. Los colores empleados resultan bastante planos. Tal como es típico en la plástica egipcia se ha empleado un tono ocre rojizo para representar la piel, color gris oscuro, casi negro, para el cabello y las cejas y un blanco inmaculado para el faldellín.
Para dotar de una mayor expresividad a la figura los ojos se han realizado incrustando otro tipo de piedra. El cabello simplemente se señala con un ligero resalte. Recordemos que los antiguos egipcios, y otros pueblos de la antigüedad, llevaban el pelo muy corto, casi rapado, porque usaban regularmente pelucas.
Desde un punto de vista estético podemos señalar que la figura muestra un grado de idealización notable, con los rasgos del rostro regularizados, los hombros totalmente rectos, un tronco no muy bien resuelto desde el punto de vista anatómico y numerosas incorrecciones en la postura de las piernas y los pies. Se comprende que con esta idealización el artista optó por representar la simetría y la regularidad en vez del naturalismo. Con todo hay algunos detalles que revelan cierto realismo como los pliegues del tórax y del vientre (que revelan obesidad) y las facciones del rostro que hace pensar en una cierta individualización a modo de retrato. El canon empleado es el de los dieciocho puños (ocho desde la cabeza hasta la cintura y diez para el resto del cuerpo) propio del arte egipcio.
 Pese a que el personaje parece disponerse a escribir, no hay ninguna expresión de movimiento. La pieza está concebida para verse de frente según los cánones de la ley de la frontalidad. El rostro de la escultura expresa hieratismo e inexpresividad, esto es un gesto solemne caracterizado por los ojos muy abiertos y una leve sonrisa, denominada arcaica o eginética.
 En esta escultura el artista buscó la expresión de la serenidad y la imitación de las facciones y expresión del personaje retratado.
 Respecto al estilo, la aplicación de la ley de la frontalidad, el grado de la idealización y la indumentaria, nos indican que la obra se encuadra dentro del arte egipcio. El arte egipcio se desarrolla en el valle del Nilo entre el 3000 y el 500 A. C., bien que esta cultura pervivió en el dominio persa, griego y romano hasta bien entrada la era cristiana. Esta escultura se creó en el Imperio Antiguo (2700 – 2200 a. C.).
Contexto histórico-artístico. - Función
Esta escultura en cuanto a su función combina el retrato con la finalidad funeraria.
La civilización egipcia colocaba su base en la agricultura que aprovechaba la crecida del Nilo. Se trataba de una sociedad fuertemente jerarquizada, muy inmovilista y en la que el monarca, el faraón, detentaba un poder absoluto. La monarquía egipcia y el sacerdocio se servían del arte para transmitir su autoridad y, también, como recurso didáctico.
Los antiguos egipcios creían en la vida de ultratumba, y esta existencia ultraterrena quedaba garantizada si el cadáver se conservaba seguro o si existían esculturas que pudieran albergar el alma del difunto. Estas creencias explican la importancia que concedieron a la estatuaria. Los faraones y las clases acomodadas encargaban sus efigies a los artistas que solían representarlos con cierto grado de idealización, pero reconocibles. Las imágenes se colocaban en el exterior de la tumba, en una especie de capilla, para participar de ciertas ceremonias y recibir ofrendas.
 La pieza que comentamos rompe con algunas convenciones del arte egipcio, en especial en lo relativo a la naturalidad en los rasgos del difunto y en los signos de obesidad del personaje. Puede extrañarnos que se represente sentado en el suelo, pero entonces los muebles eran muy escasos y las sillas sólo se empleaban como tronos. Aún hoy comer en el suelo es una práctica habitual en buena parte de África y Asia.
Representa a un escriba, persona que en la antigüedad se encarga de redactar (normalmente al dictado), copiar textos, hacer las veces de notario y realizar cálculos. En una época en la que la mayor parte de la población era analfabeta y que no se conocía la imprenta su papel era fundamental.
En el antiguo Egipto eran especialmente apreciados y venían a ser constituir una clase social aparte, dentro de los grupos privilegiados de esta civilización. Los escribas egipcios conocían los tres tipos básicos de escritura: jeroglífica, hierática y demótica, bien que la más empleada era la hierática, que se redactaba de derecha a izquierda, como precisamente se observa en la escultura que comentamos, en la que parece que el personaje se dispone a escribir al dictado.
Se entiende que existían diversas categorías dentro de los escribas y que el retratado –cuya identidad se desconoce- debía ser un alto funcionario o tal vez un miembro de la familia real, tal vez el hijo de algún faraón. Con algún fundamento se ha supuesto que se trata de Pehernefer, personaje de la cuarta dinastía, que desempeñó importantes cargos, pero se han propuesto otras identificaciones.
Nada sabemos, en cambio, del escultor que realizó esta obra maestra. Se recordará que los artistas en Egipto, como en el resto de civilizaciones antiguas, eran considerados como simples artesanos y carecían de toda consideración social.
La cronología de la pieza se establece en la cuarta dinastía, entre el 2600 y el 2500 a. C., bien que algunos autores proponen fechas más tardías.
 La obra fue hallada en la necrópolis de Saqqara, en el bajo Egipto, por el arqueólogo francés Auguste Mariette en 1850. Nos consta que la tumba en la que apareció se situaba junto a la avenida de esfinges del Serapeum. Lamentablemente se ha perdido el diario de esa campaña arqueológica y por otra parte hay que recordar que entonces las excavaciones resultaban poco metódicas. De ahí que se desconoce el contexto arqueológico que rodeaba la pieza y que, seguramente, habría servido para identificarla. El Museo del Louvre (París, Francia) la adquirió en 1854, perteneciendo desde entonces a la colección de este museo.
CONCLUSIÓN:
La obra que hemos comentado, una de las más famosas y significativas de la estatutaria egipcia. Destaca por su belleza basada en la sencillez de la obra que ha sabido representar con extrema veracidad el oficio de escriba y nos muestra la calidad y perfección que alcanzó la escultura egipcia ya durante el Imperio Antiguo. Asimismo el realismo con la que es representada la obra muestra la existencia de dos lenguajes estéticos en la escultura egipcia, uno más idealizado para representar dioses y faraones y otro más realista para representar al resto de la población y que también se manifiesta en las pequeñas esculturas de carácter funerario que aparecen en mastabas y pirámides que recrean actividades de la vida cotidiana. 

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