TEMA 11. LA
SEGUNDA REPÚBLICA
Los años
treinta fueron en todo el mundo una época de gran agitación política, lo que en
parte se explica por la profunda crisis económica iniciada en 1929,
con las consiguientes secuelas sociales en forma de aumento del paro y
empobrecimiento general. Su consecuencia lógica fue el ascenso de ideologías
radicales y antidemocráticas, como son el fascismo y el comunismo. Las tensiones
políticas culminaron en la Segunda Guerra Mundial. En España ese periodo
coincide con una nueva etapa política, la II República, nacida en 1931 tras la
caída de la monarquía tradicional de Alfonso XIII. Durante la época republicana
esa radicalización política y la inestabilidad social y económica también se
hicieron notar.
La II República
nació con un fuerte apoyo popular, pues muchos españoles tenían en el nuevo
régimen puestas sus esperanzas de progreso y modernización del país, superando
los males endémicos arrastrados desde las décadas anteriores. Sin embargo la
República no sabría responder a las expectativas creadas y tras sucesivos
vaivenes electorales (primero gobierna la izquierda, después el centro-derecha
y finalmente la izquierda de nuevo), el fracaso de la convivencia dentro de
unas estructuras democráticas. No obstante ninguno de estos problemas abocaban
necesariamente a una violenta guerra civil.
Hay que reseñar
también que durante las tres primeras décadas del siglo XX España vivió una
auténtica “Edad de Plata” de la cultura y el arte, coincidiendo algunos de los
intelectuales y artistas más prestigiosos del mundo en aquella época. Ese
esplendor cultural quedaría bruscamente interrumpido con la Guerra Civil de
1936-39 y el consiguiente éxodo de artistas e intelectuales.
1.
CONSTITUCIÓN
DE 1931 Y EL BIENIO REFORMADOR
1.1.
La
llegada del nuevo régimen
El cambio de
régimen político originado con la desaparición de la vieja monarquía borbónica
y su sustitución por una República fue saludado con entusiasmo por una gran
parte de los españoles, que, influidos por las ideas regeneracionistas,
esperaban del nuevo sistema la solución de los problemas endémicos del país:
los campesinos
pobres confiaban en que los latifundios de los terratenientes serían repartidos
entre ellos; los obreros estaban divididos entre los que creían que era el
momento de hacer una revolución colectivista y los que simplemente reclamaban
mejoras laborales y sociales; los nacionalistas vascos y catalanes
pretendían conseguir al menos un estatuto de autonomía para sus regiones; los
grupos republicanos que representaban a la pequeña burguesía y a los intelectuales
aspiraban a implantar un sistema político plenamente democrático que acabase
con el monopolio del poder que había ejercido la tradicional oligarquía
monárquica. En cambio, los sectores sociales más conservadores (la alta
burguesía, el clero y la nobleza y una parte de la clase media y del Ejército)
acogieron al nuevo régimen con el natural temor a perder su protagonismo y los
privilegios que hasta entonces habían disfrutado.
1.2.
El
gobierno provisional (abril-junio de 1931)
La victoria
electoral en casi todas las ciudades importantes de las candidaturas
republicanas en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 demostraba
el desprestigio de la oligarquía dominante y del propio régimen monárquico. Dos
días después el rey Alfonso XIII renunciaba a la corona y partía hacia el exilio, a
la vez que entre la euforia popular era proclamada la República en diversas
ciudades (la primera fue Eibar, en Guipúzcoa). Se constituyó de forma
provisional un Gobierno de coalición con ministros de los distintos partidos de
centro-izquierda que habían firmado el Pacto de San Sebastián, aunque bajo la
presidencia de un político de centro-derecha: Niceto Alcalá Zamora.
Este Gobierno,
cuya misión principal era convocar elecciones generales (se celebrarían dos
meses y medio después: el 28 de junio), muy pronto tuvo que afrontar dos de los
problemas que marcarían la trayectoria de la República: el regionalista (Francesc
Macià había proclamado en Barcelona el “Estat Catalá”; las nuevas autoridades
republicanas españolas con gran dificultad consiguieron convencerle de que
depusiera su actitud de abierta rebeldía bajo la promesa de conceder a Cataluña
un estatuto de autonomía); y el problema religioso (el
anticlericalismo de las masas obreras estalla en el mes de mayo con la quema de
templos y conventos; además el Gobierno decidió la expulsión de España del
polémico cardenal Segura, que había manifestado abiertamente su rechazo hacia
el nuevo régimen).
En las
elecciones para Cortes Constituyentes la coalición formada por republicanos de
izquierda y socialistas consiguió una mayoría aplastante. El Congreso
resultante se situaba claramente a la izquierda.
1.3.
La
Constitución de 1931
La elaboración
de la Constitución fue el principal cometido de las nuevas Cortes. Los debates
alcanzaron gran apasionamiento, sobre todo en los asuntos que concernían a la
religión. La mayoría de los diputados, que pertenecían a la izquierda,
pretendían conseguir una radical separación de la Iglesia y el Estado, lo que
quedó plasmado en el artículo 3. Varias disposiciones adoptadas se pueden
considerar anticlericales: la disolución de los jesuitas, la desaparición del
crucifijo de las escuelas, la prohibición de la enseñanza a las órdenes
religiosas, el fin del presupuesto del clero y, en general, el laicismo del
estado. Finalmente fue aprobada la Constitución el 9 de diciembre de 1931.
En su artículo
1º quedaba definida España como una “república democrática de trabajadores”,
con lo que desde el principio se ponía en evidencia el carácter izquierdista de
la constitución. El capítulo dedicado a los derechos y libertades de los
ciudadanos es el más amplio y democrático de todas las constituciones hasta
entonces: establece el sufragio universal (que por primera
vez incluye a las mujeres); el art. 44 indica que el derecho de propiedad
privada queda subordinado a la utilidad social (eso facultaría la expropiación
de los latifundios mediante la Ley de Reforma Agraria); concede a las regiones
la posibilidad de contar con estatuto de autonomía (art. 10 y
siguientes); los ayuntamientos serán elegidos por los vecinos (art. 9); laicidad
del estado (art. 3) y libertad religiosa (art. 27); libertad de
imprenta sin censura previa (art. 34); derechos de asociación, sindicación,
reunión, manifestación y circulación por todo el territorio español; enseñanza
primaria obligatoria y gratuita (art. 48); desaparece el Senado (art. 51), con
lo que las Cortes de la República serán unicamerales; se establece un Tribunal
de Garantías (art. 121), con unas facultades equivalentes a los del actual
Tribunal Constitucional; se aprueba el matrimonio civil y el
divorcio (art. 43)
1.4.
El gobierno
de la izquierda (junio de 1931-noviembre 1933). La obra reformista de la
república
Una vez
proclamada la Constitución (diciembre de 1931) fue elegido por las Cortes Niceto
Alcalá Zamora (de centro-derecha) Presidente de la República y Manuel
Azaña (republicano de izquierdas) Presidente del Gobierno.
Durante los dos
años siguientes, el Gobierno de centro-izquierda acometió un amplio programa de
reformas:
§ Reforma
educativa: Los nuevos dirigentes del país, algunos de los
cuales se habían formado en las aulas de la Institución Libre de Enseñanza,
estaban convencidos de que a través de un sistema educativo moderno y
democrático España podría salir de su atraso (en esa década había un 44 % de
analfabetos). En primer lugar se consideró necesario secularizar la enseñanza,
prohibiendo su ejercicio a las órdenes religiosas. También había que crear
nuevos centros docentes (en estos dos primeros años se abrieron 13.000 nuevas
escuelas públicas y el presupuesto pasó del 5,5 al 7 %) y se reformaron otros
aspectos: nuevos planes de estudios, mejora en la preparación de los maestros
(de 36.000 a 51.000) y aumento de su sueldo, etc. La Iglesia Católica, que
tradicionalmente había desempeñado un papel importantísimo en el terreno
educativo, mostró una fuerte resistencia hacia estas reformas.
§ Reforma
religiosa: El gobierno estaba decidido a establecer una
clara separación Iglesia-Estado y a reducir la influencia de la Iglesia sobre
la sociedad española. El gobierno desarrolló una serie de leyes según los
principios secularizadores de la constitución que alimentaron la beligerancia
de la Iglesia contra la república, como la Ley de Divorcio de 1932, que no
cuestionaba el matrimonio religioso, y la Ley de Confesiones y Congregaciones
Religiosas de 1933, por la que el Estado dejaba de realizar aportaciones a la
Iglesia y ordenaba el cierre de los centros docentes religiosos a partir de
finales de diciembre de 1933. Esta última desencadenó una nueva ofensiva del
clero y de la prensa católica, pues la consideraron como una persecución
anticlerical.
§ Reforma
militar: Su objetivo era modernizar un ejército arcaico
y macrocéfalo (es decir, había un número excesivo de mandos en relación al de
soldados). Siendo Azaña Ministro de la Guerra en el Gobierno Provisional,
ofreció a los jefes y oficiales la jubilación anticipada voluntaria conservando
íntegramente la paga (el 50 % de los afectados se acogieron a esa situación
ventajosa, unos 10.000). Otras medidas adoptadas por la República fueron la
disminución de la jurisdicción militar en beneficio de la civil, la supresión
de la Academia General Militar y la creación de la Guardia de Asalto (una
policía urbana leal a la República). Se obligó a los militares a jurar
fidelidad a la República (a pesar de ello, muchos continuaron siendo
monárquicos de corazón).
§ Leyes
laborales: El encargado de llevar adelante la política
laboral fue el Ministro de Trabajo, el socialista Francisco Largo Caballero. Su
política de reformas consistió en: implantación de la jornada laboral de ocho
horas en el campo, prolongación automática de los contratos de arrendamiento y
creación de unos jurados mixtos de trabajadores y empresarios para resolver los
conflictos laborales. Estas medidas fueron muy mal acogidas por los
empresarios, pero también decepcionaron (por considerarlas insuficientes) a los
anarquistas y al sector más radical del socialismo español. Las huelgas y
desórdenes fueron constantes tanto en las fábricas como en el campo.
§ Reforma
agraria: Las arcaicas estructuras del campo y las
consecuencias sociales que se derivaban de ello constituían uno de los
problemas clave de la España de la época: el latifundismo en el centro y sur de
España condenaba al paro crónico y a la miseria a cientos de miles de
campesinos no propietarios. Para remediar esta situación, en los primeros
momentos de la II República el Gobierno elaboró una serie de leyes favorables a
los jornaleros. Sin embargo el asunto más polémico fue la aprobación de la Ley de
Bases de la Reforma Agraria de 1932, cuyos objetivos eran redistribuir la
tierra y mejorar su rendimiento. Lógicamente contó con el rechazo frontal de
los partidos de derecha, que defendían los intereses de los terratenientes. Esa
ley permitía la expropiación de los latifundios (que serían parcelados y
repartidos entre los jornaleros), indemnizando a los propietarios. Pero por
culpa de los complejos trámites burocráticos y del enorme coste de las
indemnizaciones, sólo 12.000 familias recibieron tierras durante los dos años
de vigencia de la ley. Esta insuficiencia explica la gran decepción que supuso
para la gran masa de jornaleros, por lo que la conflictividad en el campo sería
constante durante toda la República.
§ Estatutos
de Autonomía: La aprobación del Estatuto de Cataluña en 1932,
que suponía la creación de la Generalitat o gobierno autónomo catalán, fue
defendida también por Manuel Azaña. Francesc Maciá fue el primer presidente
catalán. Los partidos de la derecha y algunos centristas se opusieron con vigor
contra lo que consideraban el desmembramiento de España. En el País Vasco el
sentimiento nacionalista estaba entonces menos arraigado que en Cataluña, por
lo que las autoridades republicanas no se dieron ninguna prisa para concederle
un estatuto de autonomía (sería aprobado durante la Guerra Civil).
Los problemas
económicos marcaron la trayectoria de la II República (una enorme
crisis a escala internacional había comenzado en 1929, prolongándose durante la
década de los treinta). La crisis económica provocó la disminución de las
exportaciones de productos españoles a Europa, de ahí que hubiera que frenar
también las importaciones de maquinaria, que tan necesarias eran para la
modernización de nuestra obsoleta industria. A ello se unió la fuga de capitales
(la burguesía y la nobleza recelaban de la política de reformas del gobierno
republicano, por lo que no sólo no invierten, sino incluso llegan a cerrar
empresas). El consiguiente crecimiento del paro se agravó por el retorno en
masa de españoles que en las décadas anteriores habían emigrado a
Hispanoamérica, puesto que allí la crisis había tenido gran repercusión
arruinando a muchos de ellos.
La política
reformista del Gobierno no convenció a los sectores izquierdistas, de
orientación claramente revolucionaria: la poderosa CNT (con más de un millón de
afiliados), el sector más radical de UGT (cuyo líder era paradójicamente el
ministro de Trabajo Largo Caballero) y el entonces muy minoritario Partido
Comunista (PCE). Además gran parte de la clase obrera estaba sufriendo
duramente las consecuencias de la crisis económica, frustrándose sus esperanzas
de mejora que había abrigado al proclamarse el nuevo régimen republicano. Todo
esto explica la constante conflictividad: huelgas, ocupaciones de latifundios,
violencia callejera. El episodio más dramático lo constituyeron los sucesos
de Casas Viejas, en la provincia de Cádiz (enero de 1933). El gobierno
no conseguía ni satisfacer las demandas populares ni calmar a la derecha, por
lo que su popularidad cayó en picado.
La derecha supo
explotar el desgaste del gobierno y los sentimientos católicos de una buena
parte de los españoles, muy sensibilizados por la política anticlerical del
gobierno. En 1933 nació la CEDA (Confederación Española de
Derechas Autónomas), partido político que agrupa a los sectores católicos
conservadores y cuyo programa tenía como punto esencial la defensa de la
religión y de la enseñanza católica. Más a la derecha de la CEDA había otros
grupos: Renovación Española (monárquicos de José Calvo Sotelo, que
había sido ministro de la Dictadura), Comunión Tradicionalista (antiguos
carlistas) y diversos grupos influidos por el fascismo italiano (de los que el
más importante fue Falange Española, fundada en 1933 por José Antonio Primo de
Rivera, hijo del dictador). Hay que reseñar que en agosto de 1932 había
fracasado un intento de golpe de estado derechista dirigido
por el general Sanjurjo.
1. ¿Cuál piensas que fue la reforma más importante durante este gobierno?
Razona tu respuesta. 2. Explica la relación entre el suceso de Casas Viejas y la caída
del gobierno de Azaña.
2.
BIENIO
DE CENTRO-DERECHA Y EL FRENTE POPULAR
2.1.
El
gobierno de centro-derecha (noviembre 1933-febrero 1936)
Las elecciones
se celebraron en noviembre de 1933 y fueron ganadas rotundamente por las
fuerzas de derecha y de centro. El fracaso de la izquierda se debió a
un cúmulo de factores: el voto femenino (que se inclinó mayoritariamente hacia
la derecha debido a la mayor influencia del clero sobre las mujeres), la
abstención electoral de los anarquistas, los desórdenes públicos, el descrédito
del gobierno anterior y la desunión de la izquierda (cuyos partidos se
presentaron por separado). El Presidente de la República (Alcalá Zamora), para
evitar una posible reacción de la izquierda si llamaba a gobernar al líder de
la CEDA (José María Gil Robles) encargó la formación de gobierno a un político
centrista, el líder del Partido Radical Alejandro Lerroux, quien estaría
apoyado desde fuera por la CEDA y otros grupos de derechas.
La principal
labor del nuevo Gobierno será anular o paralizar las reformas emprendidas
durante el bienio anterior. Hay una clara regresión en el terreno laboral. El
Ejército y la Iglesia consiguen aumentar su influencia. También se resintieron
las relaciones entre el Gobierno central y la Generalitat (que seguía gobernada
por la izquierda), al tiempo que se paralizó la tramitación de nuevos estatutos
de autonomía. La respuesta de las organizaciones obreras a la orientación
claramente derechista del nuevo Gobierno fue una radicalización, acompañada de
graves disturbios tanto en el campo como en las ciudades.
El hecho de
mayor gravedad sucedido en esta etapa fue la fracasada revolución de octubre de 1934.
Para entender su estallido hay que tener en cuenta dos hechos previos: la
subida al poder del nazismo en Alemania en el año anterior (la izquierda
española temía que el líder de la CEDA Gil Robles pudiera convertirse en el
Hitler de nuestro país) y el cambio de estrategia del PSOE y la UGT, que a
partir de ahora apuestan decididamente por una línea revolucionaria para la
toma del poder. La gran tensión acumulada sólo necesitaba una excusa, y ésta
surgió cuando Gil Robles exigió al Presidente Lerroux que incluyera a tres
ministros cedistas para seguir apoyando al Gobierno. Los socialistas y otras
fuerzas izquierdistas, en respuesta, declararon una huelga general
revolucionaria en toda España, que fue seguida masivamente en Asturias, el País
Vasco y Cataluña. Al mismo tiempo, el nuevo Presidente de la Generalitat, Lluis
Companys, proclamó el Estado Catalán dentro de una República Federal Española.
El Gobierno declaró el estado de guerra y, tras violentos combates callejeros,
el Ejército consiguió dominar la situación en Cataluña. En represalia por lo
sucedido, el Gobierno central suspendió el estatuto de autonomía catalán. Sin
embargo fue en Asturias donde tuvieron lugar los sucesos más graves. Las
fuerzas obreras, en especial los mineros, con gran violencia asaltaron
cuarteles e iglesias, ocuparon fábricas de armas y proclamaron el comunismo. La
represión corrió a cargo del Ejército, enviado desde Marruecos por el Gobierno,
en una operación dirigida por el general Francisco Franco. La rebelión se saldó
con cerca de 1.500 muertos y más de 30.000 encarcelados. El Gobierno aprovechó
su victoria para establecer la censura previa y limitar las actividades de los
partidos de izquierda y los sindicatos. La posterior campaña pro-amnistía para
los presos de la revolución de octubre tuvo como efecto indirecto la unión de
las fuerzas de izquierda, que hasta hacía poco estaban enfrentadas entre sí.
Al año
siguiente, 1935, la radicalización de derechas e izquierdas iba en aumento. José
Calvo Sotelo funda el Bloque Nacional, con un programa
totalitario que imita al fascismo italiano, en tanto que el PSOE
está cada vez más decantado hacia las posiciones izquierdistas de Largo
Caballero. También el PCE, a su izquierda, ganaba
influencia. Fue precisamente la Internacional Comunista la que propuso la
política de crear Frentes Populares en aquellos países donde la democracia
estuviera en peligro por el ascenso del fascismo. Esa estrategia implicaba la
alianza de la clase obrera con la clase media antifascista, lo que en España se
llevó a cabo en las elecciones generales de febrero de 1936, convocadas por el
desprestigio del gobierno de centro-derecha debido a los escándalos por
corrupción (el “estraperlo”) y por la represión en Asturias.
2.2.
El
frente popular (febrero 1936 - julio 1936)
Todas las
fuerzas progresistas (de centro-izquierda e izquierda) acabaron firmando la
alianza electoral propuesta por los comunistas, de manera que el 16 de febrero
concurrieron en unas listas conjuntas bajo la denominación de Frente Popular.
En su programa llevaban dos puntos principales: la amnistía para los represaliados
por la revolución de 1934 y el restablecimiento de la política reformista
del primer bienio republicano. En cambio las fuerzas de derecha, muy
desgastadas después de más de dos años de gobierno, acudieron desunidas en gran
parte de las provincias, de ahí que salieran perjudicadas por el sistema
electoral. La victoria del Frente Popular fue indiscutible.
El nuevo
Gobierno, formado por representantes de los diversos partidos del Frente Popular,
reinició la Reforma Agraria, restableció el estatuto de autonomía de Cataluña
y, en general, reimplantó todo el programa de reformas que había paralizado la
derecha.
El progresivo deterioro
del orden público (huelgas, manifestaciones violentas, ocupaciones de
fincas agrarias por parte de jornaleros, atentados políticos, quema de iglesias
y conventos) marca los meses que van de febrero a julio de 1936, a pesar de los
infructuosos intentos del Gobierno por frenar los excesos de las organizaciones
obreras y de las bandas fascistas y porque, en definitiva, se respetara la
legalidad. El clima de tensión y de violencia generalizada se agrava por los
intensos rumores de preparativos de golpe de estado por parte del sector
derechista del Ejército. En mayo Manuel Azaña se convierte en Presidente de
la República, sustituyendo al dimitido Alcalá Zamora. En los días 12 y
13 de julio se produjeron dos atentados de signo opuesto que conmocionaron al
país. En ellos fueron asesinados un conocido personaje de izquierdas, el teniente
Castillo, a manos de un grupo falangista; y también el dirigente
derechista y diputado José Calvo Sotelo, crimen cometido
por guardias de asalto que querían vengar la muerte de su compañero el día
anterior.
3. ¿Por qué se produjo la revolución de Asturias de 1934? ¿Qué
consecuencias tuvo? 4. ¿Por qué se adelantó el golpe de estado al 17 de julio de
1936?
3.
LA
CULTURA ESPAÑOLA DE LA EDAD DE PLATA
El periodo que
abarca aproximadamente el primer tercio del siglo XX ha sido bautizado por la
historiografía como “la Edad de Plata” de la cultura española (la “de Oro”
había sido el siglo XVII).
La mayoría de
los intelectuales de esa época habían adquirido un compromiso político,
criticando primero el sistema de la Restauración y más adelante la Dictadura de
Primo de Rivera. Algunos habían estudiado en universidades europeas, lo que les
permitió tomar conciencia del atraso español.
Hay que
destacar como las personalidades culturales más relevantes a:
§ José
Ortega y Gasset (nuestro filósofo más destacado del siglo XX, autor de un
ensayo de gran repercusión, La rebelión de las masas, y fundador de la Revista
de Occidente); otros pensadores muy importantes fueron Eugenio d´Ors, Américo
Castro, Ramiro de Maeztu, Marcelino Menéndez Pelayo, etc.
§ Científicos
de gran talla como los médicos Ramón y Cajal (premio Nobel de Medicina en 1906)
y Gregorio Marañón.
§ Literatos
de las generaciones de 1898 (Azorín, Ramón María del Valle-Inclán, Miguel de
Unamuno y los hermanos Manuel y Antonio Machado) y 1927 (Federico García Lorca,
Rafael Alberti, Manuel Aleixandre, Luis Cernuda, Jorge Guillén, Miguel
Hernández, y otros). Al margen de ambas generaciones se ubica el poeta Juan
Ramón Jiménez.
§ Músicos
como Isaac Albéniz, Manuel de Falla, Enrique Granados, Pau Casals, Joaquín
Turina; o el cineasta Luis Buñuel.
§ çArtistas
como los pintores Ramón Casas, José María Sert, Pablo Ruiz Picasso, Salvador
Dalí, Juan Gris y Joan Miró; los arquitectos Antonio Gaudí y Arturo Soria; y el
escultor Pablo Gargallo.
Tras la Guerra
Civil muchos de estos intelectuales, que habían mostrado su apoyo a la causa de
la República, tuvieron que exiliarse por miedo a la represión. En consecuencia,
la cultura, el arte y las ciencias españolas sufrieron un notable
empobrecimiento al terminar aquella contienda.
CONCEPTOS
Y CRONOLOGÍA TEMA 11
1.
Casa del Pueblo. Local que sirvió
para la difusión de las ideas socialistas tanto de carácter sindical como
político. En ella se celebraron reuniones, se enseñaba a los obreros y servían
como centros de reunión y tertulia política. En España tuvieron gran
popularidad desde finales del siglo XIX hasta la Guerra Civil.
2.
Estraperlo. Tiene su
origen en el nombre de un juego de azar, el “straperlo”, que provocó un
escándalo político en octubre de 1935, y la caída del Gobierno Lerroux. Tras la
Guerra Civil se denominó así al mercado negro, en el que se vendían productos
de consumo y materias primas para la industria.
3.
FAI. Federación
Anarquista Ibérica, nacida en Valencia en 1927, organización política de
ideología anarquista que surgió con el fin de combatir el reformismo que
proponían figuras como Peiró o Pestaña dentro de la CNT.
4.
Fascismo. Ideología y
régimen político nacionalista y autoritario, basado en la existencia de un
único partido. El origen del término está en la palabra latina fasces, has de
varas alrededor de un hacha, símbolo de autoridad en la antigua Roma. Surge en
Italia en 1919 con Benito Mussolini, quien estableció una dictadura desde 1922
hasta 1945, régimen aliado a Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Se
denominaban fascista, por extensión, a todos los regímenes posteriores de
similares características.
5.
Frente Popular. Coaliciones
formadas por partidos comunistas, socialistas y liberal-demócratas, con el
objetivo de enfrentarse al ascenso del fascismo y el nazismo en la Europa de
los años treinta. Fueron impulsadas por la URSS a través de la Komintern, pero
los partidos obreros aceptaron defender la democracia capitalista para
conseguir el apoyo de las fuerzas progresistas burguesas contra el fascismo, y
se limitaron a propugnar la realización de reformas sociales.
6.
Guardia de
Asalto. Cuerpo de
policía armada creada al inicio de la Segunda República, según una idea de
Miguel Maura, ministro de la Gobernación. Se creó para el mantenimiento del
orden público en las ciudades. El reglamento del cuerpo era muy rígido en lo
que se refiere a disciplina y condiciones para el acceso: se exigía, entre
otros requisitos, una estatura mínima de un metro ochenta centímetros y no
tener ningún defecto físico.
7.
República. Es el régimen político en el que Jefe del Estado
ocupa su cargo por elección popular. Con las revoluciones burguesas de finales
del XVIII se fraguaron los principios del republicanismo actual, basado en un
régimen constitucional, con división de los poderes del Estado, cuyo dirigente
máximo es su Presidente.
8.
Clara Campoamor
(1888-1972). Hija de una
modesta familia. Licenciada en Derecho y abogada, defendió la igualdad de
derechos de la mujer. Se la considera una de las principales promotoras del
movimiento feminista en España.
9.
Manuel Azaña (1880-1940). Personaje fundamental en la
confección y desarrollo de la experiencia de la Segunda República española.
Creó el partido republicano Acción Republicana en 1925. Entre 1931 y 1933 fue
presidente del gobierno de coalición de republicanos y socialistas. En 1934
fundó Izquierda Republicana, partido en torno al cual se formó el Frente
Popular.
Cronología:
Elecciones
municipales y proclamación de la república (1931)
Aprobación de
la constitución (1931)
Golpe de estado
de Sanjurjo (1932)
Estatuto de
Autonomía de Cataluña (1932)
Sucesos de
Casas Viejas (1933)
Fundación de la
CEDA (1933)
Revolución de
Asturias e insurrección en Cataluña (1934)
Anulación de la
reforma agraria (1935)
El Frente
Popular gana las elecciones (1936)
Azaña es
elegido presidente de la república (1936)
EJERCICIO:
COMENTARIOS DE TEXTO
Texto (PAU) 19. MANIFIESTO DE LA
AGRUPACIÓN DE INTELECTUALES AL SERVICIO DE LA REPÚBLICA. 1931
Texto (PAU) 21. ALGUNOS ARTÍCULOS
DE LA CONSTITUCIÓN DE 1931
Texto (PAU) 22. AZAÑA Y EL PROBLEMA
RELIGIOSO DURANTE LA II REPÚBLICA. 1931.
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