EL TRATADO DEL EBRO.
Por
aquella época, Asdrúbal, actuando de un modo inteligente y pragmático, hacia en
todo grandes avances [...]. Los romanos, al ver que el poderío de los
cartagineses era cada vez mayor y más temible, se decidieron a intervenir en
los asuntos de Iberia. Cayeron en la cuenta que se habían dormido en los
tiempos anteriores y que habían permitido a los cartagineses constituirse en
una gran potencia, por lo que intentaron, en lo posible, recuperar el tiempo
perdido. Por aquel entonces no se atrevían a dar órdenes a los cartagineses o a
hacerles la guerra, ya que pendía sobre su nación el temor de los celtas y
esperaban cada día una invasión. Adulando a Asdrúbal y tranquilizándole,
decidieron hacer frente a los celtas y luchar contra ellos. Pensaban que jamás podrían
dominar Italia y ni siquiera habitar seguros en su patria, teniendo a tales
gentes como vigilantes sobre sus cabezas. Por estas razones, enviaron
embajadores a Asdrúbal para firmar un acuerdo en el que, sin mencionar al resto
de España, se decía que los cartagineses no podían atravesar el rio Ebro con
fines belicosos. Al mismo tiempo emprendían la guerra en Italia contra los
celtas.
POLIBIO, II, 13, 3-7
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