Para quienes me preguntan ¿para qué aprender?

"En la ignorancia del pueblo está el dominio de los príncipes; el estudio que los advierte, los amotina. Vasallos doctos, más conspiran que obedecen, más examinan al señor que le respetan; en entendiéndole, osan despreciarle; en sabiendo qué es libertad, la desean; saben juzgar si merece reinar el que reina: y aquí empiezan a reinar sobre su príncipe. [...] Pueblo idiota es la seguridad del tirano". F. Quevedo

martes, 28 de noviembre de 2017

Carlos II: El rey "Hechizado”

Carlos II: El rey "Hechizado”

ARTÍCULO RECOGIDO DE: https://www.taringa.net/posts/offtopic/16197261/Curiosidades-historicas-Carlos-II-El-rey-Hechizado.html

El Hechizado, fue un despojo de la naturaleza. Raquítico y estéril, fue el último de los Austrias y el que abrió la puerta a los Borbones.

El esperado hijo y heredero de Felipe IV y de Mariana de Austria nació en Madrid un gélido mes de noviembre de 1661. Pronto “espantó” por su debilidad mental y atrofiamiento corporal, pero a pesar de ser un despojo de la naturaleza, se convirtió en rey de España al cumplir los catorce años.

Su padre, Felipe IV, era tío de su madre, y el pobre “Hechizado” como fue apodado debido a su lamentable estado físico, representa el máximo exponente de la degeneración familiar de los Austrias a causa de los sucesivos matrimonios consanguíneos de estos monarcas.

Fue bautizado con 16 nombres y los astrólogos de la época vaticinaron para el pequeño infante un futuro heroico y un reinado feliz. Lo que ocurriría años posteriores dista pues mucho de lo observado en los astros.
Fue un bebé de apariencia débil y con signos visibles de degeneración. Tenía flemones en las mejillas y la cabeza llena de costras e hinchada a causa de la hidrocefalia. La descripción oficial que dio el reinado maquilló la triste realidad pues afirmaba que era un niño de bellísimas facciones. Su desastrosa lactancia duró casi 4 años llegando a despellejar a mordiscos los pezones de sus nodrizas. Pero el pobre Carlos siguió siendo un niño debilucho que apenas podía sostenerse en pie debido a su raquitismo infantil. Empezó a caminar con normalidad en la adolescencia.
A todo ello se le sumaron los problemas intestinales y los constantes catarros que padeció durante toda su cadavérica vida. A los seis años tuvo el sarampión y la varicela; a los diez la rubeola, y a los once la viruela que cerca estuvo de matarlo.

Muchos expertos actuales sospechan que posiblemente padeciera el síndrome de Klinefelter, enfermedad que en el siglo XVII se desconocía y que fue camuflada bajo la idea del hechizamiento.
Constantemente se temía por su vida ya que su salud era de todo menos saludable. Al carecer su cuerpo de calor natural, en épocas invernales el pequeño Carlos iba envuelto en numerosas mantas y pieles. A su enfermizo físico se le unía su paupérrima capacidad mental.
A los 9 años aún no sabía leer ni escribir. Su desinterés por el estudio, y años posteriores, por los asuntos de Estado, fue una constante. El retrasado príncipe tan sólo se entretenía con los bufones y los enanos, y su diversión favorita consistía en meterse en la repostería de palacio para ver cómo hacían los pasteles. Su inteligencia y conocimientos a los veinte años eran más simples que las de un niño.
Lo que al controvertido personaje le ha dado fama es la causa principal por la que se convirtió en el último monarca de la casa de los Austria: su esterilidad. Sólo tenía un testículo, atrofiado y de color negro, como se supo tras realizarle la autopsia. Sufría una patología genital causante de su esterilidad y no un encantamiento o hechizamiento como se dijo en la época. En aquel tiempo toda Europa comentaba la incapacidad para procrear del monarca. Se produjeron hasta operaciones de espionaje internacional para constatar a partir de unos calzoncillos del rey si éste podía tener descendencia o no.
Carlos II se casó un par de veces. A la primera esposa, Luisa de Orleans, la amó profundamente. A pesar del empeño de la pareja por tener hijos, éstos nunca llegaron. Ante esta situación la reina fue tachada de estéril, cuando el impotente era verdaderamente el rey. La misma Luisa de Orleans, confesaría a una de sus camareras que Carlos padecía eyaculación precoz.
Tras morir ésta, el consejo de Estado aconsejó a Carlos que se apresurara a contraer de nuevo matrimonio con la esperanza de que Dios le diera una heredero. La segunda reina se llamaría María de Neoburgo, y fue elegida porque procedía de una familia numerosa y fecunda (tenía 23 hermanos) Esta mujer no era tonta y para mantener sus intereses fingió varios embarazos los cuales solucionaba con escandalosos abortos.
Carlos II ante su miserable estado y viendo que la medicina no encontraba la cura a sus dolencias fue creyéndose la pantomima que en la corte se rumoreaba: el hechizamiento que justificaba su impotencia.

Fueron muchos los médicos los que lo purgaron y sangraron. Las curas médicas pasaron a convertirse en patéticos rituales mágicos, y el rey comenzó a rodearse de frailes, exorcistas y curanderos. Alguna de estas prácticas consistía en colocarle pichones recién muertos sobre la cabeza y entrañas calientes de cordero sobre el abdomen.

En sus últimos años de vida sus desmayos eran cada vez más largos (a veces duraban más de dos horas). Éstos iban acompañados de sacudidas bruscas de brazos y piernas, y de movimientos de ojos y boca de un lado hacia el otro. Carlos II acabó padeciendo epilepsia ya que durante sus espasmos se mordía la lengua.
Carlos II murió a los 39 años tras un ataque de apoplejía epiléptico. En la autopsia se cita que su cuerpo no tenía ni una gota de sangre y que su corazón era del tamaño de un grano de pimienta. Presentaba los pulmones corroídos y los intestinos putrefactos y gangrenados.

En definitiva, el pobre Carlos fue un espantajo de rey, un hombre desgraciado y melancólico que arrastró toda su vida un físico decadente y descolorido, y una capacidad mental prácticamente nula. A su triste existencia se le sumó su incapacidad para dar un heredero a la casa de los Austrias, poniendo así fin a la misma y abriendo las puertas a los Borbones.

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