Jaime Alfonso "El Barbudo"
Jaime Alfonso "El Barbudo" nació un
26 de octubre de 1783, en Crevillente. Fue bautizado con el nombre de Jaime
José Cayetano. Murió en Murcia,
5 de julio de 1824)
Fue un verdadero bandolero cuyas fechorías
aún se cuentan en la raya entre Murcia y Alicante.
De pequeño trabajaba
como pastor al cuidado del ganado de su familia en los cerros de su pueblo
natal, Crevillente. Se caso y formó su familia, pero a los 25 años tuvo lugar
el suceso que cambiaría su vida. Se
encontraba Jaime al cuidado de una finca en Catral, cuando por defender
esta tierra tuvo un encontronazo con el bandolero "El Zurdo", al que
mató de un trabucazo. Era el año 1806. Para evitar ser hecho prisionero, y amenazado
de muerte por la banda de “El Zurdo”, decide marcharse al monte y entra en la
banda de los Mojica,
con los cuales aprende “el oficio de fuera de la ley”.
Comienza así la
historia del bandolero más famoso de las tierras alicantinas y murcianas del
levante español.
Una “carrera de bandolero” repleta de asaltos, robos y asesinatos. Sus
fechorías tienen lugar en la parte de oriental de la Región de Murcia y parte
del Altiplano, entre las tierras de Abanilla, Jumilla y Alicante. Allí dada la
naturaleza del terreno, con gran número de cuevas. Destacan especialmente sus refugios
en la Sierra de la Pila.
Sin cambiar su vida de bandolero, al margen
de la ley, la invasión napoleónica de la Península, 1808-1814, le brinda la
oportunidad de convertirse en héroe, ya que ahora lucha contra los franceses en
Murcia. Sus acciones destacan, en especial cuando lograr cautivar a un
destacamento imperial que se dirigía a Orihuela.
Al finalizar la guerra, vencidos los
invasores, vuelve a su villa natal, intentado rehacer su vida. Pero, como la
vida fácil de bandolero le atraía, en el año 1815 vuelve a las andades y asalta
a indefensos carreteros, de tal modo que consigue llevar el terror y la
inseguridad al perímetro comprendido entre Elche, Crevillente, Villena y
Murcia, y logra que su cabeza valga tres mil duros. Fue un maestro del disfraz
y llegó a dominar las comarcas que recorría con su cuadrilla.
Durante el Trienio Liberal (1820-1823) se
persiguió a los bandoleros, para lo cual se rearmó a las partidas que vigilaban
los caminos y transportes para evitar que fuesen asaltadas. Todo ello lleva “al
Barbudo” a declararse enemigo de los liberales y se convierte en una pesadilla
para ellas. Su apoyo a las fuerzas absolutistas de Fernando VII, no fue tanto
por sus ideas y conciencia política, sino fruto del deseo de seguir viviendo de
sus crímenes y asaltos. Asalta pueblos donde lo primero que hace es romper la
lápida de la Constitución, normalmente en la plaza pública y fusila al alcalde.
Su osadía llega al punto de entrar en Jumilla en 1822 para destruir la lápida,
al mando de una partida de más de 30 bandoleros, y asaltar la prisión de Albatera
para liberar a los encarcelados.
El fin del Trienio Liberal, tras la
intervención de la Santa Alianza, y la proclamación de Fernando VII como rey
absoluto convirtieron a Jaime en un héroe y el antiguo perseguido se convierte
en perseguidor de cuadrillas liberales; el Barbudo llegó a trabajar para la
sociedad secreta El Ángel
exterminador, absolutistas no ilustrados que llevaron a cabo
crímenes contra muchos liberales. Pero, resultó incontrolable, y sus excesos y
tropelías condujeron a su fin, para la cual su tramó un plan. Se le prometió un indulto si se entrega y
abandonaba sus tropelías. El bandolero aceptó,
pero la promesa que no sólo no se hizo efectiva, sino que se trocó en traición.
Así, fue detenido y en encarcelado en Murcia en 1824, donde, en el patíbulo
levantado en la plaza de Santo Domingo, fue ahorcado en la
mañana del día 5 de julio de 1824. Su ejecución, por horca, quiso ser
también aleccionadora, descuartizado, sus miembros fueron expuestos en las
villas donde cometió sus fechorías (se exhibieron para escarmiento público, una
vez fritos, en Crevillente, Hellín, Sax, Fortuna, Jumilla y Abanilla).
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