PUEBLOS PRERROMANOS. LAS COLONIZACIONES.
En el primer milenio
antes de Cristo llegan a la Península varias oleadas de pueblos indoeuropeos,
expertos en la metalurgia del hierro (metal que revolucionó el armamento, lo
que explica su poderío militar que les permitió llegar hasta la India). Se
establecen en las llanuras interiores. Su elemento cultural definitorio era el
enterramiento en campos de urnas.
Más conocida es la
llegada de pueblos procedentes del Mediterráneo Oriental (fenicios, griegos y
cartagineses), atraídos por la riqueza minera del sur hispano. Estos pueblos
eran activos comerciantes.
- Los
fenicios: Establecieron factorías en la zona del Estrecho y del
Mediterráneo Sur, donde fundaron Gadir, Malaca, Sexi y Abdera. A cambio de
nuestros minerales, dejaron un legado cultural importante: el torno de
alfarero, nuevas técnicas para la elaboración de tejidos y, sobre todo, la
escritura alfabética. Debido a su enfrentamiento con los griegos y a los
problemas en la metrópolis, fueron sustituidos por los cartagineses,
pueblo procedente de la gran colonia fenicia de Cartago en Túnez.
- Los
griegos: Llegaron desde su colonia de Massalia y se establecieron en
la mitad norte de la costa mediterránea: Rhode, Emporion, Hemeroskopeion.
Ejercieron una gran influencia sobre las poblaciones indígenas que transformó
su economía y cultura. Así, conocieron el uso de la moneda, nuevos cultivos
(olivo y vid), el arado y técnicas más modernas para la fabricación de cerámica
y tejidos.
- Tartessos:
Pocos
restos pero muchas fuentes literarias (leyendas, textos griegos e incluso
menciones en la Biblia) nos hablan de esta civilización desarrollada en el
Suroeste español (Huelva, Sevilla). Practicaron una agricultura muy
evolucionada que determinó diferencias sociales basadas en la desigualdad de la
riqueza. Igualmente importante fue su comercio, que practicaron con los
colonizadores e incluso con las Islas Británicas. A partir del siglo V a.C. se le
pierde la pista a Tartessos. Quizá se fraccione en diversos pueblos que reciben
el genérico nombre de ibéricos.
- Los
iberos: Son los primeros pueblos históricos que a partir del siglo V
a.C. habitan la costa mediterránea y el Valle del Ebro. Su denominación procede
del río Iberus. En el sustrato de su cultura se mezcla la influencia de los
pueblos colonizadores con las tradiciones tartésicas. Todas las tribus
ibéricas, aunque independientes entre sí, poseen rasgos comunes: la lengua
(todavía sin descifrar por completo), tradiciones espirituales y materiales, y
manifestaciones artísticas. Se asentaban en lugares elevados, donde una muralla
encerraba viviendas de adobe o piedra y cubiertas de ramaje. Su economía se
basaba en la agricultura (trilogía mediterránea), la ganadería y el comercio,
favorecido por la creación de una moneda propia. Eran excelentes metalúrgicos
del hierro (falcata) y su estructura social estaba muy jerarquizada: régulos,
guerreros, trabajadores y siervos. El poder de los monarcas dependía de las
zonas, siendo mayor en el Sur que en el Levante. Escultura y pintura sobre
cerámica
son las principales
manifestaciones artísticas: la Gran Dama del Cerro de los Santos (Albacete),
Dama de Baza, Dama de Elche (de clara influencia helenística), Bicha de
Balazote (Albacete).
- Los
pueblos célticos: Herederos de los primeros
indoeuropeos llegados a la Península, los asentados en el Noreste recibieron el
influjo de los pueblos colonizadores. El resto, distribuidos por el Norte y
Centro, conservaron sus características indoeuropeas, por lo que su cultura
estaba más atrasada. Construían sus poblados en zonas altas, de fácil defensa y
con doble muralla. Su economía se basaba en la ganadería, excepto los meseteños
(agricultura cerealista) y eran buenos metalúrgicos del hierro. Su organización
social se basaba aún en lazos de sangre. Varias tribus se agrupaban en clanes y
eran gobernadas por una aristocracia guerrera. El pueblo celta más conocido era
el galaico, asentado en el Noroeste peninsular, que habitaba en castros
(viviendas circulares con techumbre cónica dentro de una muralla doble). A la ganadería
se unía como recursos económicos la pesca y el marisqueo.
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