Para quienes me preguntan ¿para qué aprender?

"En la ignorancia del pueblo está el dominio de los príncipes; el estudio que los advierte, los amotina. Vasallos doctos, más conspiran que obedecen, más examinan al señor que le respetan; en entendiéndole, osan despreciarle; en sabiendo qué es libertad, la desean; saben juzgar si merece reinar el que reina: y aquí empiezan a reinar sobre su príncipe. [...] Pueblo idiota es la seguridad del tirano". F. Quevedo

lunes, 10 de abril de 2017

EL BALNEARIO DE FORTUNA

EL BALNEARIO DE FORTUNA
En el origen de las viejas termas de Fortuna
Entre sus ruinas hay registrados restos romanos, musulmanes y medievales 
Localizado en los 90, se ha excavado de forma ininterrumpida desde el año 1999 hasta 2010

Las aguas termales de Fortuna son conocidas desde antiguo y su uso medicinal se ha realizado «desde siempre», pero las primeras infraestructuras documentadas destinadas a su explotación datan de época romana. Sus vestigios forman parte del enclave arqueológico Los Baños, ubicado en la pedanía de igual nombre del municipio murciano. Se encuentran junto al actual Balneario de Leana, construido sobre las aguas del mismo manantial que antaño bañó las estructuras romanas y cuyo curso, explica el arqueólogo de la Universidad de Murcia (UMU) y director de las excavaciones llevadas a cabo en el yacimiento, Gonzalo Matilla, modificaron unas prospecciones realizadas en el siglo XIX, rebajando su nivel freático y desplazando los baños unos 500 metros ladera abajo.
Utilizadas por diversas civilizaciones desde época romana hasta hace apenas doscientos años, las edificaciones que dieron forma al antiguo balneario quedaron abandonadas por el cambio en la profundidad de las aguas. La excavación de sus ruinas, en las que hay registrados restos de arquitectura romana, musulmana, medieval y pertenecientes a la Edad Moderna, en torno al siglo XVII, dieron comienzo en 1999 y hasta 2010 se llevaron a cabo de forma ininterrumpida a lo largo de diversas campañas arqueológicas de invierno, primavera y verano, con fines fundamentalmente académicos y de investigación.
Las actuaciones desarrolladas en el yacimiento, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) desde el pasado 2016, se han limitado desde entonces a tareas de limpieza. Las características del enclave, donde conviven restos de distintas épocas, y erigido en su primera etapa con grandes sillares, ha dificultado, por su elevado coste, apunta Matilla, las actuaciones en este conjunto arqueológico, asentado, además, sobre terrenos de titularidad privada.
De época romana
Sobre el yacimiento de Los Baños se distinguen dos piscinas romanas, una de ellas monumental y de mayor antigüedad, en parte esculpida en roca y con capacidad, estima Matilla, para 56 personas. La obra, cuyos orígenes se remontan al siglo II a. C., comprende también un ninfeo -lugar sagrado dedicado a las ninfas- y dos capillas a ambos lados del canal por el que manaban las aguas termales. En una segunda etapa, en torno al siglo IV de la era actual, se construiría una segunda piscina, más pequeña, y una bañera. De época romana, también hay documentada, aunque sin excavar, una hospedería destinada al descanso y alojamiento de quienes visitaban el lugar. Está situada a varios metros del conjunto termal y fue localizada en los primeros 90 por el arqueólogo de la Universidad de Murcia Antonino González. Su hallazgo dio pie, años después, a las excavaciones de Matilla.
Los Baños se encuentran, explica el profesor, alejados de cualquier población. Las ciudades más cercanas en época romana eran Elche y Cartagena, y el viaje hasta Fortuna era largo. La construcción, «monumental», de este espacio en un lugar tan alejado «nos hace suponer que las aguas eran muy conocidas y visitadas por un gran número de personas», argumenta Matilla, quien añade que «realizar una obra de este tamaño era muy costoso».
Con el declive del Imperio Romano, el flujo de peregrinación a las termas fue disminuyendo, aunque nunca dejaron de utilizarse, mantiene el profesor. En torno a los siglos XI y XII, se registran nuevas construcciones de origen musulmán. Se erige así, aprovechando el antiguo canal romano por el que discurre el manantial, una pequeña estancia habilitada para el baño y una nueva hospedería, de la que se han documentado dos salas. No serán las únicas actuaciones sobre el yacimiento, que en siglo XV, sigue narrando Matilla, vuelve a registrar una importante modificación. En esta época, detalla, se rebaja el suelo de la piscina principal y se reducen sus dimensiones dejando una especie de «baño precario» que podría semejarse a una «charca». Dos siglos después se vuelve a invertir en el balneario con la elevación de varias edificaciones hosteleras, una de las cuales, la más reciente, sigue en pie. Actualmente también en manos privadas, se ubica a unos escasos veinte metros del yacimiento.
En el XIX, recuerda Matilla, el agua dejó de brotar y las instalaciones del viejo balneario fueron abandonadas. Precisamente, esta circunstancia es la que ha permitido conservar la huella de las distintas civilizaciones que aprovecharon las aguas de Fortuna. La práctica totalidad de los actuales balnearios, señala el arqueólogo, se levantan sobre el lugar que ocuparon las antiguas infraestructuras, y en muchos casos, «estas han desaparecido».


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