TEXTOS
PARA COMENTAR
RECHAZO
DE LOS OBREROS A LAS MÁQUINAS
“La invención y el uso de la máquina de cardar lana, que
tiene como consecuencia reducir la mano de obra de la forma más inquietante
produce (en los artesanos) el temor serio y justificado de convertirse, ellos y
sus familias, en una pesada carga para el Estado. Constatan que una sola
máquina, manejada por un adulto y mantenida por cinco o seis niños realiza
tanto trabajo como treinta hombres trabajando a mano según el método antiguo
(...). La introducción de dicha máquina tendrá como efecto casi inmediato
privar de sus medios de vida a gran parte de los artesanos. Todos los negocios
serán acaparados por unos pocos empresarios poderosos y ricos (...). Las
máquinas cuyo uso los peticionarios lamentan se multiplican rápidamente
por todo el reino y hacen sentir ya con crueldad sus efectos: muchos de
nosotros estamos ya sin trabajo y sin pan.” Extraído del Diario de la Cámara de los
Comunes, 1794
"Trabajo en el pozo de Gawber. No es muy cansado,
pero trabajo sin luz y paso miedo. Voy a las cuatro y a veces a las tres y
media de la mañana, y salgo a las cinco y media de la tarde. No me duermo
nunca. A veces canto cuando hay luz, pero no en la oscuridad, entonces no me
atrevo a cantar. No me gusta estar en el pozo. Estoy medio dormida a veces
cuando voy por la mañana. Voy a escuela los domingos y aprendo a leer. (...) Me
enseñan a rezar (...) He oído hablar de Jesucristo muchas veces. No sé por qué
vino a la tierra y no sé por qué murió, pero sé que descansaba su cabeza sobre
piedras. Prefiero, de lejos, ir a la escuela que estar en la mina."
Declaraciones de la niña Sarah Gooder, de ocho años de edad.
Testimonio recogido por la Comisión Ashley para el estudio de la situación en
las minas, 1842
"Tuve frecuentes oportunidades de ver gente saliendo
de las fábricas y ocasionalmente atenderles como pacientes. El pasado verano
visité tres fábricas algodoneras con el Dr. Clough de Preston y con el Sr.
Baker de Manchester y no fuimos capaces de permanecer diez minutos en la
fábrica sin empezar a jadear por falta de aire. ¿Cómo es posible que quienes
están condenados a permanecer ahí doce o catorce horas lo soporten? Si tenemos
en cuenta la temperatura del aire y su contaminación no puedo llegar a concebir
como los trabajadores pueden soportar el confinamiento durante tan largo
periodo de tiempo."
Declaraciones efectuados por el Dr. Ward de
Manchester en una investigación sobre la salud en las fábricas textiles en
marzo de 1.819
"En las manufacturas de la lana, la máquina
cardadora, la máquina hiladora y la lanzadera volante han reducido el trabajo
manual en un tercio, y cada una de ellas en su primera introducción provocó la
alarma de los trabajadores, a pesar de que todas han contribuido a mejorar los
salarios y a incrementar el comercio, hasta el punto de que si se intentase hoy
privarnos de su uso, no hay duda que toda persona relacionada con este negocio
debería defenderlas.
Partiendo de estas premisas los empresarios abajo
firmantes, pensamos que es un deber hacia nosotros mismos, a la ciudad de Leeds
y en general al país entero, declarar que protegeremos y apoyaremos el libre
uso de cualquier mejora propuesta para el sector textil por todos los medios
legales a nuestro alcance (...)"
Petición elevada por los empresarios textiles de
Leeds en defensa de las máquinas. J. F. C. Harrison, Society and
Politics in England, 1780-1960 (New York: Harper & Row, 1965), pp. 72-74.
"El Sr. Huskinsson se había bajado de la carroza y
estaba de pie al otro lado de la carretera junto a la cual se veía surgir
rápidamente la locomotora “The Rocket”. En ese momento el Duque de Wellington,
cuya amistad con el Sr. Huskinsson se había enfriado un poco, hizo una señal de
reconocimiento y le tendió la mano. Se dieron un rápido pero amistoso saludo, y
antes de que hubiesen soltado sus manos se oyó un grito entre los transeúntes:
“¡Apártese, apártese!”. Agitado y confuso el Sr. Huskinsson intentó rodear la
puerta abierta de su carruaje (...), pero al hacerlo fue golpeado por “The
Rocket” cayendo con una pierna doblada sobre el raíl. La pierna resultó
destrozada en el acto. Sus primeras palabras al ser levantado fueron “voy a
morir”, que desgraciadamente resultaron ciertas, puesto que falleció esa misma
tarde en la casa parroquial de Eccles. En aquellos días se comentó como algo
digno de mención que la locomotora "Northumbrian", conducida en
persona por George Stephenson, transportó el cuerpo herido del desventurado
caballero a una distancia de unos 25 kilómetros en 25 minutos, esto es a la
velocidad de 60 kilómetros por hora."
Samuel
Smiles: George and Robert Stephenson.
"La agricultura tradicional implicaba que los
campesinos cultivaban varias “tiras” en diferentes campos. Cultivos de trigo y
cebada eran sembrados en rotación anual con la tierra dejada en barbecho cada
tres años para su recuperación. Los campesinos compartían tras la cosecha las tierras
en común y tenían derecho a extraer turba, madera, forraje y a dejar pastar a
sus animales. El sistema era ineficiente. La tierra en barbecho y la siembra a
voleo suponían un despilfarro. La ausencia de cercas suponía la extensión del
número de enfermedades. Las epidemias y la falta de forraje en invierno se
traducían en una ganadería pobre. Las innovaciones se retrasaban porque
cualquier cambio necesitaba de aprobación unánime.
Varios factores contribuyeron a la revolución agraria: las
guerras contra los franceses (1793-1815) aceleraron la revolución al
incrementar la demanda de alimentos, hizo subir los costes, los arriendos y los
salarios y produjo escasez de mano de obra. La necesidad de ahorrar mano de
obra condujo a numerosas patentes de sembradoras, cosechadoras, trilladoras
(...)
El crecimiento de las ciudades llevo a la especialización
de cultivos. Resultaba viable para un campesino concentrarse en exclusiva en la
producción de leche o de carne de vaca para el suministro de toda una ciudad
(...)"
Leonora Ritter: Agricultural Changes.
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