Para quienes me preguntan ¿para qué aprender?

"En la ignorancia del pueblo está el dominio de los príncipes; el estudio que los advierte, los amotina. Vasallos doctos, más conspiran que obedecen, más examinan al señor que le respetan; en entendiéndole, osan despreciarle; en sabiendo qué es libertad, la desean; saben juzgar si merece reinar el que reina: y aquí empiezan a reinar sobre su príncipe. [...] Pueblo idiota es la seguridad del tirano". F. Quevedo

miércoles, 1 de julio de 2020

ENTREVISTA A QUEVEDO.


ENTREVISTA A QUEVEDO.

Vamos a entrevistar a uno de los poetas más importantes de la literatura española, a D. Francisco Quevedo.  Vamos a acercarnos primero,  si no lo permite, a su persona y luego le haremos unas preguntas sobre su obra y estilo.

Comenzaré por preguntarle por algunos aspectos personales de su vida, de su época, de sus cosas.
Antes que nada, buenas tardes D. Francisco.
-        Quevedo: Buenas tardes.
Usted vivió en la España del siglo XVII. ¿Dónde nació?
Si, nací en Madrid en 1580, en el seno de una familia de la baja nobleza. Hijo de un hidalgo, que obtuvo un buen cargo en la corte.
¿Cómo fue su infancia?
Mi infancia fue alto triste y solitaria. Nací cojo, con ambos pies deformes y una severa miopía; soportando las pullas de otros niños, lo que sin duda me aisló de ello y me enganchó de forma compulsiva a la lectura.
Además, mi padre murió cuando yo tenía 6 años y mi hermano Pedro poco después.
¿Puedo estudiar?
Si en la Universidad de Alcalá y en la de Valladolid.

En muchas de sus obras refleja la situación del país. ¿Puede describirnosla?
En esos momentos, por desgracia, España era un imperio venido a menos. Pero por desgracia, muchos vivián de espaldas a la realidad. Seguían pensando que España era una gran potencia y que su imperio no corría peligro. Sólo unos pocos, los más avispados e inteligentes, percibían la crisis económica y moral que vivía España.

¿Cree que si se hubiese actuado de otro modo la situación habría sido diferente?
Por desgracia creo que no. Los males que aquejaban a España venían de atrás. Los gastos por la defensa del Imperio, los problemas religiosos, la mala gestión de la hacienda… Todo ello generó cansancio y hartazgo en la población, sí como una ruina económica y moral en la sociedad. Así, que creo que el país no tenía arreglo.

¿Es usted algo pesimista?
No sólo realista, vivimos momentos muy duros para España. Tras cada derrota militar y pérdida de territorios se extendía el desánimo. Por lo general, la gente vivía más recreando el pasado que del presente, y, lamentablemente, de los recuerdos no se come. La grandeza pasada son cenizas.

¿Cree que esta es la causa por la que una buena parte de su producción literaria puede clasificarse de pesimista e incluso melancólica?
Nunca al escribir me he propuesto nada de forma preconcebida. Pero si es cierto que mis obras reflejan en mis obras mis sentimientos, mis esperanzas, mis anhelos… Por ello, sin duda, el desánimo está presente en ellas. Además, a medida que pasaban los años mi desconfianza en la recuperación de España se acrecentaba. No había futuro, ni esperanza… Sin duda esta visión personal y profunda se entrevé en mis obras, tanto en las satíricas, como en las profundas.
¿Creía realmente que no había nada que hacer?
En el fondo de mi alma creía que no, que no se podía hacer nada

¿Sin embargo, se dedicó a la política?
Si, participé ocupé la secretaría de Hacienda del duque de Osuna, virrey de Nápoles. En cierto modo, intenté ser útil, pero como le dije la situación del país era desastrosa y no cambió. Fue inútil a peor y así lo hice ver en mi soneto “Miré los muros de la patria mía…”
¿Dicen de usted que era un hombre muy ingenioso y qué habla varios idiomas?
Eso dicen y, ciertamente, creo que sí lo era.
Y en cuanto a idiomas hablo francés, italiano y el portugués como el español, y además domino el latín,  griego y el hebreo. Para ser un hombre de hoy me faltaría hablar inglés.

¿Utilizó ese ingenio para vengarse de sus enemigos?
No sé si la palabra venganza sería la más adecuada, pero si que lo use, sin remordimientos, para atacar sin piedad a mis enemigos e incluso como válvula de escape, ya que al reírme de todo olvidaba la situación de penuria que atravesaba el país y me evadía.
¿Hoy su actitud hacia las mujeres no sería bien vista?
Ciertamente, los tiempos han cambiado mucho y algunas de mis obras rezuman un deleznable aroma misógino y machista; pero no mucho más que el que muestro hacia los hombres, pues mi desconfianza hacia ellos también es grande. En realidad, muestro un gran desengaño hacia toda la humanidad, sean hombres o mujeres.
Siendo usted tan pesimista cuesta creer que fuese capaz de escribir uno de los considerados mejores sonetos de amor de la Historia de la Literatura.
Se refiere a aquel que acaba con cuando muramos seremos polvo, pero polvo enamorado 

Si, efectivamente me refiero a ese.
Como le explico. Soy un pesimista empedernido. Me casé con una viuda por recomendación de la reina. No me fue bien y nos separamos. Como le dije desconfió de las mujeres, y de los hombres… Todos te quieren por algo… Pero, descubrí el amor, efímero en vida, pero profundo y eterno en la memoria. Un amor que perdura y se adentra en mi ser y que a través de mi poema sobrevive a la muerte, trasciende a mi vida.

Usted ha pasado a la historia de la literatura, además de por su propia obra y estilo, por su enfrentamiento directo y personal con Luis de Góngora, al cuál dedica un inolvidable soneto, en un tono burlesco y satírico en el que hace sangre acerca de su gran nariz.
Efectivamente, fue un enfrentamiento duro y cruel. Cierto que lo ridiculicé e incluso fui capaz de comprar la casa en la que vivía de alquiler para echarlo, pero él tampoco dejo su pluma huérfana de calificativos hacía mi persona. Venía a decir sobre mi que era una persona de mediana estatura, pelo negro y encrespado, corto de vista, de modo que siempre usaba anteojos (los quevedos); nariz y miembros proporcionados de medio cuerpo arriba; pero cojo y lisiado de entrambos pies, que los tenía torcidos hacia dentro, y por ello me llamaba pies de cuerno”.

Cree que estás críticas hacia su aspecto físico contribuyeron a hacerle una persona más introvertida y arisca.
Creo que no, que en realidad son parte de mi carácter. Lo que sí puedo decirle es que mis defectos físicos y, que hiciesen burla sobre ellos, hería mi orgullo y eso si que acentuó mi carácter impulsivo y violento, de tal modo que me convertí en un hombre de mano rápida, lengua larga y ducho con la espada, por lo que pudiese pasar.
Y, sin embargo, comprobamos que, tras esa apariencia de hombre frío y duro, al que nada le importa se esconde un hombre que se emociona, que es capaz de amar.
Así es, ese comportamiento es una coraza que protege a un hombre sensible y más bien tímido que ha tenido que aprender a burlarse de sí mismo para soportarse y evitar que las burlas de los demás le duelan. Pero como en el fondo es sensible, las burlas le duelen… Por ello, ataco, y ataco para ver cesan.
Todo lo que me duele, ya sea personal o por la triste situación del país, me produce amargura y mi desengaño lo oculto bajo una máscara de satírico riéndome de todo y de mí mismo.

Sátira que lleva al extremo y más si le retan, pues según cuenta fue capaz de llamar coja a la reina de todo el mundo.
Así es. La reina padecía una cojera evidente, lo que le un sentimiento de desconfianza. Creía que se burlaban de ella. Había que ser muy cuidadoso con las conversaciones que se tenían en su presencia. Y un día, un amigo me reto. Dijo que por muy ingenioso y audaz que me creyese nunca no sería capaz de llamar coja a su majestad delante de todo el mundo. Fue entonces cuando me presenté en el palacio con un ramo de flores, pero una de cada clase. La reina me agradeció el detalle, y fue entonces cuando aproveche para decirle que ese sólo era un detalle y que luego le traería otro pero que debía escoger el tipo de flor que más le agradase. Pero lo hice del siguiente modo:  “Señora, traigo un ramo que sólo será el anticipo del que os traeré. Desconociendo vuestra flor favorita, así que su majestad escoja entre el clavel y la rosa”.

Hablando de anécdotas, me gustaría saber si es cierto que el rey concedió permiso a un hombre para que pudiese cagarse en la alfombra de su salón.
Ciertamente fue así, pero no logró llevar a cabo a su propósito. Se trataba de un marido agraviado por ciertos quehaceres con su mujer. El hombre fue a ver al rey y este le concedió un permiso firmado que le autorizaba a cagarse en la alfombra de mi salón. Ciertamente se presentó en mi casa, me informó de sus intenciones y me mostró el permiso del rey. A continuación, sin ponerme nervioso y con la mayor flema posible, le pedí el escrito para leerlo con detenimiento. Una vez leído le dije: “no puedo oponerme a la voluntad del rey, pero ved que aquí no dice nada de orinar. De manera que permitiré que cague, pero, si echa un mínimo chorro de orina en mi alfombra, llamaré al alguacil para que lo pongan a buen recaudo mientras solicito del juez una indemnización por su acción”. El hombre, se marchó sin más y renunció a dejar allí nada suyo.

Para finalizar y ya que la revista está dirigida a alumnos de Bachillerato, me gustaría hacerle unas preguntas más relacionadas con su obra y su figura como escritor.
¿Dada su afición por la escritura, lee con asiduidad a otros autores?
Si, puede decirse que soy un lector compulsivo. Leo a todas horas, hasta cuando como. Es más, en todos mis viajes llevo conmigo una biblioteca-museo portátil con más de cien libros de letra menuda.

¿Puede indicarnos brevemente que temas son los que marcan su obra
Cuando escribo realmente no elige un tema de forma preconcebida. Voy escribiendo en cada momento lo que me surge, en función de la inspiración del momento y las circunstancias sociales y personales que vivo. No obstante, viendo mi obra con la perspectiva que da el tiempo si puedo decir que temáticamente mi obra gira en torno a cuatro grandes temas: el amor, la poesía metafísica, la poesía satírico burlesca y la política, donde denuncia la decadencia moral y espiritual de la patria.

Estilísticamente, se dice que es uno de los mejores, sino el mejor, representante del conceptismo. ¿Podría definir, de forma breve y clara, en qué consiste el conceptismo?
Es un estilo literario del Barroco que se basa en la idea de concepto. Un concepto es una asociación concisa entre dos palabras o ideas. Por decirlo de otro modo, es un juego de ideas ingenioso que permite un conocimiento renovado de algún aspecto de la realidad. A través de él se pretende usar un lenguaje conciso, lleno de contenido, que se resumiría en la frase de Baltasar Gracián “LO BUENO SI BREVE, DOS VECES BUENO”.
Y como recursos literarios los más utilizados son la antítesis, la paradoja, la condensación conceptual, las hipérboles, los equívocos y disemias, la combinación de diversas acepciones de un mismo vocablo, etc.

Así concluimos la entrevista. Le agradecemos su tiempo y, pese a lo que digan, su amabilidad y paciencia para con nosotros.
Gracias a vosotros, leed mucho y vivid intensamente.

Bien a concluido la entrevista. Tenemos claro que Quevedo no fue una persona fácil. Marcado de nacimiento por su cojera y su fuerte miopía, se refugio en la lectura y en su ingenio para protegerse del mundo.  Ello le dotó de un carácter agrio y contradictorio,  un tanto misógino y con un espíritu burlesco y despiadado que llegaba a resaltar las taras físicas de los demás sin tener en cuenta las suyas propias. Sin embargo, nos hemos encontrado con un hombre de un talento inigualable para realizar las sátiras más brillantes de la literatura española sobre los vicios y debilidades de los mortales, en las que muestra un dominio magistral de la lengua castellana y reflexiones morales y políticas de gran profundidad intelectual. Y, por debajo (o por encima) de todo ello, un hombre sensible capaz de amar hasta después de la muerte.



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