ENTREVISTA
A QUEVEDO.
Vamos a
entrevistar a uno de los poetas más importantes de la literatura española, a D.
Francisco Quevedo. Vamos a acercarnos
primero, si no lo permite, a su persona
y luego le haremos unas preguntas sobre su obra y estilo.
Comenzaré
por preguntarle por algunos aspectos personales de su vida, de su época, de sus
cosas.
Antes
que nada, buenas tardes D. Francisco.
-
Quevedo:
Buenas tardes.
Usted
vivió en la España del siglo XVII. ¿Dónde nació?
Si, nací
en Madrid en 1580, en el seno de una familia de la baja nobleza. Hijo de un
hidalgo, que obtuvo un buen cargo en la corte.
¿Cómo fue su infancia?
Mi infancia fue alto triste y solitaria.
Nací cojo, con ambos pies deformes y una severa miopía; soportando las pullas de otros niños, lo que
sin duda me aisló de ello y me enganchó de forma compulsiva a la lectura.
Además, mi padre murió cuando yo tenía 6
años y mi hermano Pedro poco después.
¿Puedo
estudiar?
Si en
la Universidad de Alcalá y en la de Valladolid.
En
muchas de sus obras refleja la situación del país. ¿Puede describirnosla?
En esos
momentos, por desgracia, España era un imperio venido a menos. Pero por
desgracia, muchos vivián de espaldas a la realidad. Seguían pensando que España
era una gran potencia y que su imperio no corría peligro. Sólo unos pocos, los
más avispados e inteligentes, percibían la crisis económica y moral que vivía
España.
¿Cree
que si se hubiese actuado de otro modo la situación habría sido diferente?
Por
desgracia creo que no. Los males que aquejaban a España venían de atrás. Los
gastos por la defensa del Imperio, los problemas religiosos, la mala gestión de
la hacienda… Todo ello generó cansancio y hartazgo en la población, sí como una
ruina económica y moral en la sociedad. Así, que creo que el país no tenía
arreglo.
¿Es
usted algo pesimista?
No sólo
realista, vivimos momentos muy duros para España. Tras cada derrota militar y
pérdida de territorios se extendía el desánimo. Por lo general, la gente vivía
más recreando el pasado que del presente, y, lamentablemente, de los recuerdos
no se come. La grandeza pasada son cenizas.
¿Cree
que esta es la causa por la que una buena parte de su producción literaria
puede clasificarse de pesimista e incluso melancólica?
Nunca
al escribir me he propuesto nada de forma preconcebida. Pero si es cierto que
mis obras reflejan en mis obras mis sentimientos, mis esperanzas, mis anhelos… Por
ello, sin duda, el desánimo está presente en ellas. Además, a medida que
pasaban los años mi desconfianza en la recuperación de España se acrecentaba.
No había futuro, ni esperanza… Sin duda esta visión personal y profunda se
entrevé en mis obras, tanto en las satíricas, como en las profundas.
¿Creía
realmente que no había nada que hacer?
En el
fondo de mi alma creía que no, que no se podía hacer nada
¿Sin embargo,
se dedicó a la política?
Si, participé
ocupé la secretaría de Hacienda del duque de Osuna, virrey de Nápoles. En cierto modo, intenté ser útil, pero como le dije
la situación del país era desastrosa y no cambió. Fue inútil a peor y así lo
hice ver en mi soneto “Miré los muros de la patria mía…”
¿Dicen
de usted que era un hombre muy ingenioso y qué habla
varios idiomas?
Eso
dicen y, ciertamente, creo que sí lo era.
Y en
cuanto a idiomas hablo francés, italiano y el portugués como el español, y
además domino el latín, griego y el
hebreo. Para ser un hombre de hoy me faltaría hablar inglés.
¿Utilizó ese ingenio
para vengarse de sus enemigos?
No sé si la palabra
venganza sería la más adecuada, pero si que lo use, sin remordimientos, para
atacar sin piedad a mis enemigos e incluso como válvula de escape, ya que al reírme
de todo olvidaba la situación de penuria que atravesaba el país y me evadía.
¿Hoy su actitud hacia
las mujeres no sería bien vista?
Ciertamente, los
tiempos han cambiado mucho y algunas de mis obras rezuman un deleznable aroma
misógino y machista; pero no mucho más que el que muestro hacia los hombres,
pues mi desconfianza hacia ellos también es grande. En realidad, muestro un
gran desengaño hacia toda la humanidad, sean hombres o mujeres.
Siendo usted tan
pesimista cuesta creer que fuese capaz de escribir uno de los considerados
mejores sonetos de amor de la Historia de la Literatura.
Se refiere a aquel que
acaba con cuando muramos seremos polvo, pero polvo enamorado
Si, efectivamente me
refiero a ese.
Como le explico. Soy un
pesimista empedernido. Me casé con una viuda por recomendación de la reina. No
me fue bien y nos separamos. Como le dije desconfió de las mujeres, y de los hombres…
Todos te quieren por algo… Pero, descubrí el amor, efímero en vida, pero
profundo y eterno en la memoria. Un amor que perdura y se adentra en mi ser y
que a través de mi poema sobrevive a la muerte, trasciende a mi vida.
Usted ha pasado a la
historia de la literatura, además de por su propia obra y estilo, por su
enfrentamiento directo y personal con Luis de Góngora, al cuál dedica un
inolvidable soneto, en un tono burlesco y satírico en el que hace sangre acerca
de su gran nariz.
Efectivamente, fue un
enfrentamiento duro y cruel. Cierto que lo ridiculicé e incluso fui capaz de
comprar la casa en la que vivía de alquiler para echarlo, pero él tampoco dejo
su pluma huérfana de calificativos hacía mi persona. Venía a decir sobre mi que
era una persona de mediana estatura, pelo negro y encrespado, corto de
vista, de modo que siempre usaba anteojos (los quevedos); nariz y miembros
proporcionados de medio cuerpo arriba; pero cojo y lisiado de entrambos pies,
que los tenía torcidos hacia dentro, y por ello me llamaba “pies de
cuerno”.
Cree que estás críticas
hacia su aspecto físico contribuyeron a hacerle una persona más introvertida y
arisca.
Creo que no, que en
realidad son parte de mi carácter. Lo que sí puedo decirle es que mis defectos
físicos y, que hiciesen burla sobre ellos, hería mi orgullo y eso si que
acentuó mi carácter impulsivo y violento, de tal modo que me convertí en un
hombre de mano rápida, lengua larga y ducho con la espada, por lo que pudiese
pasar.
Y, sin embargo, comprobamos
que, tras esa apariencia de hombre frío y duro, al que nada le importa se
esconde un hombre que se emociona, que es capaz de amar.
Así es, ese
comportamiento es una coraza que protege a un hombre sensible y más bien tímido
que ha tenido que aprender a burlarse de sí mismo para soportarse y evitar que las
burlas de los demás le duelan. Pero como en el fondo es sensible, las burlas le
duelen… Por ello, ataco, y ataco para ver cesan.
Todo lo que me duele,
ya sea personal o por la triste situación del país, me produce amargura y mi
desengaño lo oculto bajo una máscara de satírico riéndome de todo y de mí mismo.
Sátira que lleva al
extremo y más si le retan, pues según cuenta fue capaz de llamar coja a la
reina de todo el mundo.
Así es. La reina padecía una cojera evidente, lo que le un
sentimiento de desconfianza. Creía que se burlaban de ella. Había que ser muy
cuidadoso con las conversaciones que se tenían en su presencia. Y un día, un
amigo me reto. Dijo que por muy ingenioso y audaz que me creyese nunca no sería
capaz de llamar coja a su majestad delante de todo el mundo. Fue entonces
cuando me presenté
en el palacio con un ramo de flores, pero una de cada clase. La reina me
agradeció el detalle, y fue entonces cuando aproveche para decirle que ese sólo
era un detalle y que luego le traería otro pero que debía escoger el tipo de
flor que más le agradase. Pero lo hice del siguiente modo: “Señora, traigo un ramo que sólo será el
anticipo del que os traeré. Desconociendo vuestra flor favorita, así que su
majestad escoja entre el clavel y la rosa”.
Hablando de anécdotas, me gustaría saber si es
cierto que el rey concedió permiso a un hombre para que pudiese cagarse en la
alfombra de su salón.
Ciertamente fue así, pero no logró llevar a cabo a
su propósito. Se trataba de un marido agraviado por ciertos quehaceres con su
mujer. El hombre fue a ver al rey y este le concedió un permiso firmado que le
autorizaba a cagarse en la alfombra de mi salón. Ciertamente se presentó en mi
casa, me informó de sus intenciones y me mostró el permiso del rey. A continuación,
sin ponerme nervioso y con la mayor flema posible, le pedí el escrito para
leerlo con detenimiento. Una vez leído le dije: “no puedo oponerme a la
voluntad del rey, pero ved que aquí no dice nada de orinar. De manera que
permitiré que cague, pero, si echa un mínimo chorro de orina en mi alfombra,
llamaré al alguacil para que lo pongan a buen recaudo mientras solicito del
juez una indemnización por su acción”. El hombre, se marchó sin más y renunció
a dejar allí nada suyo.
Para finalizar y ya que
la revista está dirigida a alumnos de Bachillerato, me gustaría hacerle unas
preguntas más relacionadas con su obra y su figura como escritor.
¿Dada su afición por la
escritura, lee con asiduidad a otros autores?
Si, puede decirse que
soy un lector compulsivo. Leo a todas horas, hasta cuando como. Es más, en
todos mis viajes llevo conmigo una biblioteca-museo portátil con más de cien
libros de letra menuda.
¿Puede indicarnos
brevemente que temas son los que marcan su obra
Cuando escribo
realmente no elige un tema de forma preconcebida. Voy escribiendo en cada
momento lo que me surge, en función de la inspiración del momento y las
circunstancias sociales y personales que vivo. No obstante, viendo mi obra con
la perspectiva que da el tiempo si puedo decir que temáticamente mi obra gira
en torno a cuatro grandes temas: el amor, la poesía metafísica, la poesía
satírico burlesca y la política, donde denuncia la decadencia moral y
espiritual de la patria.
Estilísticamente, se dice
que es uno de los mejores, sino el mejor, representante del conceptismo.
¿Podría definir, de forma breve y clara, en qué consiste el conceptismo?
Es un estilo literario del Barroco que se basa en la idea de concepto.
Un concepto es una asociación concisa entre dos palabras o ideas. Por
decirlo de otro modo, es un juego de ideas ingenioso que permite un
conocimiento renovado de algún aspecto de la realidad. A través de él se
pretende usar un lenguaje conciso, lleno de contenido, que se resumiría
en la frase de Baltasar Gracián “LO BUENO SI BREVE, DOS VECES BUENO”.
Y como recursos literarios los más utilizados son la antítesis, la
paradoja, la condensación conceptual, las hipérboles, los equívocos y disemias,
la combinación de diversas acepciones de un mismo vocablo, etc.
Así concluimos la entrevista. Le agradecemos su tiempo y, pese a lo
que digan, su amabilidad y paciencia para con nosotros.
Gracias a vosotros, leed mucho y vivid intensamente.
Bien a concluido la entrevista. Tenemos claro que Quevedo
no fue una persona fácil. Marcado de nacimiento por su cojera y su fuerte
miopía, se refugio en la lectura y en su ingenio para protegerse del mundo. Ello le dotó de un carácter agrio y
contradictorio, un tanto misógino y con
un espíritu burlesco y despiadado que llegaba a resaltar las taras físicas de
los demás sin tener en cuenta las suyas propias. Sin embargo, nos hemos
encontrado con un hombre de un talento inigualable para realizar las sátiras
más brillantes de la literatura española sobre los vicios y debilidades de los
mortales, en las que muestra un dominio magistral de la lengua castellana y
reflexiones morales y políticas de gran profundidad intelectual. Y, por debajo
(o por encima) de todo ello, un hombre sensible capaz de amar hasta después de
la muerte.
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