TEMA EBAU. El régimen de la Restauración. Características y funcionamiento del sistema canovista.
INTRODUCCIÓN
Tras el pronunciamiento de Martínez
Campos (Sagunto, 1874) se pone fin a la experiencia democrática del Sexenio,
que fracasa por la fuerte inestabilidad interna y la disgregación de sus apoyos
políticos y sociales. El retorno de la monarquía borbónica en la persona de
Alfonso XII tuvo como principal artífice a Cánovas del Castillo, que establece
el llamado sistema canovista, caracterizado por la alternancia en el poder de
los llamados partidos dinásticos, que utilizan para ello el falseamiento
electoral a través del caciquismo. Fuera de este sistema político muy poco
democrático quedan republicanos, nacionalistas, socialistas, tradicionalistas,
cuya fuerza será cada vez mayor, sobre todo tras la crisis de 1898.
DESARROLLO:
Bases del sistema político canovista
El pronunciamiento de Martínez Campos
supuso la restauración de la monarquía borbónica en la persona del hijo de
Isabel II: Alfonso XII. El nuevo sistema político, configurado por Antonio
Cánovas del Castillo (de ahí “canovista”) tuvo un carácter netamente
conservador, se trata de un sistema parlamentario liberal poco democrático;
con un sufragio censitario muy restringido al principio y más tarde con
un sufragio universal (1890) falseado. Contó con el apoyo de los grupos
conservadores (oligarquía), atemorizados por la radicalización del
Sexenio y la irrupción del obrerismo.
Este sistema descansa sobre la
Constitución de 1876, inspirada en la de 1845. En ella se establecen
las bases del sistema canovista: soberanía compartida entre
Cortes y Corona, amplias prerrogativas de la Corona (derecho de
veto, potestad legislativa compartida con las Cortes y nombramiento de
ministros -control del poder ejecutivo-), Cortes Bicamerales
(Congreso de los Diputados y Senado), confesionalidad católica del Estado
y amplia declaración de derechos cuya concreción se remite a leyes
ordinarias que tendieron a restringirlos. Precisamente esto, que se refleja en
la cuestión del sufragio (no establecido en la Constitución, sino regulado por
leyes) va a permitir que sea aceptada por los dos partidos que se van a turnar
en el poder, permitiendo así que sea la constitución española con mayor
vigencia.
Los pilares básicos
sobre los que se asentó el sistema canovista fueron: la Corona (árbitro
de la vida política y garantizar el entendimiento y alternancia entre los
partidos dinásticos), los partidos dinásticos (conservador, liderado por
Cánovas del Castillo y el liberal por Sagasta), renunciando ambos al
pronunciamiento para acceder al poder) y el Ejército (se le aleja de la
vida política, supremacía del poder civil sobre el militar, potenciación del
monarca como símbolo y cabeza visible).
El fin
de los conflictos bélicos del sexenio y centralismo político.
El final de principales conflictos
heredados del Sexenio (Tercera Guerra Carlista y Guerra de Cuba) permitió la
pacificación interna del país. La derrota Carlista (en Cataluña, Aragón y
Valencia en 1875 y en Navarra y el País Vasco en 1876) supuso la supresión del
régimen foral y, impulsando así una política centralista, aunque más tarde, en
1878, se concediendo cierta autonomía fiscal a las provincias vascas a través
de los Conciertos Económicos. La Guerra de Cuba se produjo con la Paz de Zanjón
(1878) que estableció una amplia amnistía, la abolición de la esclavitud, la
concesión de autonomía y la participación de Cuba en las elecciones a Cortes.
El retraso e incumplimiento de estas reformas provocó la llamada “Guerra
Chiquita” en 1879 y la posterior insurrección de 1895 que concluyo con su
independencia en 1898.
En funcionamiento del sistema:
bipartidismo y turno pacífico, el caciquismo y la dinámica política. Bipartidismo
y turno pacífico:
El sistema político se basaba en la
existencia de dos grandes partidos políticos dinásticos (Liberal y Conservador)
que coincidían en lo fundamental: defensa de la Monarquía, la
Constitución de 1876, la propiedad privada y la consolidación del estado liberal,
unitario y centralista. Sin embargo, los diferenciaban algunos matices
políticos y su base social. El Partido Conservador de Cánovas del
Castillo aglutinó a los sectores más conservadores: terratenientes y alta
burguesía. Interpretaban los derechos individuales y el sufragio censitario en
un sentido muy restrictivo. Defendía la confesionalidad católica del Estado y
el orden social, y un Senado restringido que pudiese frenar las iniciativas
“peligrosas” del Congreso. El Partido Liberal de Sagasta
aglutinaba a los antiguos progresistas, unionistas y republicanos moderados. Su
base social eran las clases medias e interpretaban los derechos individuales y
el sufragio censitario de una manera más aperturista. Tenían una visión más
laica del estado y se inclinaban a un reformismo más progresista. En la
práctica, sus gobiernos se diferenciaban poco, por lo que la alternancia de
ambos en el poder fue pacífica y regular. Esta alternancia se basaba en la
manipulación de los resultados electorales.
Manipulación electoral y caciquismo
El sistema electoral canovista era
corrupto, utilizando para ello herramientas como la compra de votos, la
falsificación de actas, adulteración del censo (pucherazo) y la coerción
del electorado. En esta última era básica la labor de los caciques,
personajes que en una comarca o provincia determinada detentaban una gran
influencia y poder económico, en especial en las zonas rurales. Solían ser
grandes propietarios y que además ocupaban los cargos municipales, por lo que
controlaban el trabajo, los sorteos de quintas, el reparto de contribuciones y
los trámites burocráticos y administrativos, elementos con los que chantajeaban
a la población.
La dinámica electoral se ponía en marcha
una vez pactado el cambio de gobierno por los dos partidos dinásticos. Desde el
ministerio de Gobernación se elaboraba la lista de los candidatos que debían
ser elegidos (“encasillado”), se enviaba a los alcaldes y
caciques, quienes, a través de la coacción (social, económica y violenta, si
hacía falta) los favores y el pucherazo, se encargaban de aquí fuse.
Dinámica política
La Restauración (1875 y 1902) puede
dividirse en dos grandes etapas: el reinado de Alfonso XII (1875-1885) y la
Regencia de María Cristina (1885-1902). En todo este periodo el turnismo funcionó
con toda regularidad, entrando en crisis a partir de 1898, ya que el impacto de
la crisis erosionó a los partidos dinásticos. En su evolución pueden señalarse
las siguientes etapas:
Gobierno Conservador (1875-1881):
se ponen las bases del nuevo régimen gracias a la Constitución de 1876 y al fin
de las guerras de Cuba y carlista.
Gobierno Liberal (1881-1884):
fracasa en la aplicación del ideario reformista liberal.
Gobierno Conservador (1884-1885):
debe hacer frente a la muerte de Alfonso XII en 1885. Para evitar la
desestabilización del sistema ambos partidos firman ese mismo año el Pacto
del Pardo que suponía el acceso al poder del Partido Liberal y la regencia
de María Cristina hasta que Alfonso XIII alcanzara la mayoría de edad.
Gobierno Liberal o “Gobierno Largo”
(1885-1890): se aplican medidas reformistas
como la Ley de Asociaciones (1887), la abolición de la esclavitud (1888) y
el sufragio universal masculino para las elecciones generales (1890). Sin
embargo, esta democratización fue en realidad nula por el sistema de control
electoral (caciquismo y turnismo).
Entre (1890-1902),
salvo breves intervalos de dominio liberal, gobiernan los conservadores, que
deben hacer frente a su crisis interna por el asesinato de Cánovas en 1897
y a la crisis provocada por el desastre de 1898.
Las deficiencias del sistema canovista:
exclusión de partidos.
En la práctica, el sistema
político canovista marginó de la vida política a amplios sectores de la
sociedad. Además de fuerzas de oposición como los carlistas y los
republicanos y del creciente peso del movimiento obrero socialista y
anarquista, se desarrollaron los movimientos nacionalistas, sobre
todo en Cataluña y el País Vasco. Frente a todos ellos, el régimen intentó
atraerse a los sectores más acomodaticios y marginó del sistema a los más
radicales.
El movimiento obrero, cuyas
organizaciones fueron ilegalizadas y reprimidas en los primeros años del
sistema político canovista, fue consolidándose tras el acceso de los
progresistas al poder en 1881. Estaba dividido en anarquistas (CNT) y
socialistas (en 1879 se funda el PSOE y UGT) . Su creciente fuerza explica que
el Estado empezara a tomar las primeras medidas de reforma social y que en 1910
obtuviese el primer diputado en las Cortes (Pablo Iglesias, por Madrid).
Durante el periodo de la Restauración
surgen también movimientos regionalistas, que reclaman autonomía, como
consecuencia de la política centralista del régimen liberal, su
castellanización cultural y la aparición de movimientos culturales que
reclaman el renacimiento literario y cultural de las regiones que contaban con
una lengua propia y con un pasado de independencia. El Catalanismo está ligado
al movimiento cultural y literario (Renaixença) que se fija como objetivos la
recuperación de la lengua y señas de identidad de la cultura catalana y cuyo
programa se plasma en “Bases de Manresa”. En 1901 se funda la Lliga
Regionalista, dirigida por Prat de la Riba y Francesc Cambó. Es una agrupación
conservadora apoyada por la burguesía industrial y comercial) que pedía el fin
de la corrupción del sistema y la concesión de autonomía. El nacionalismo vasco
se ve impulsado por la abolición de los fueros en 1876 y la creciente
inmigración castellana por la industrialización que hicieron surgir un
movimiento defensor de la cultura y lengua vascas; en 1894 Sabino Arana funda
el PNV, cuyos pilares ideológicos eran el racismo, los fueros y la religión; a
partir de 1901 el PNV se va moderando y optando por posturas autonomistas.
Otros movimientos regionalistas, con
menor fuerza, surgieron en regiones como Galicia (Rexurdimento de mediados del
XIX), Valencia (Valencia Nova, 1904) y Andalucía (Blas Infante, 1910), debido a
la poca fuerza de su burguesía frente a la vieja nobleza y la Iglesia y el
predominio campesino-jornalero que opta por opciones conservadoras u obreras.
CONCLUSIÓN
La incapacidad del sistema canovista
para transformarse en un sistema verdaderamente democrático y el golpe que
supuso la crisis de 1898 y el fracaso del regeneracionismo implicaron a corto
plazo un crecimiento de las opciones políticas situadas al margen del turnismo
pacífico. Frente a ello, las bases sociales del canovismo (clases altas y parte
de las clases medias), intentarán seguir manteniendo su predominio político y
social con ayuda del Ejército, lo que explica la Dictadura de Primo de Rivera
(1923-1930), cuya caída supondrá también la de la Monarquía, proclamándose en
1931 la II República, un nuevo intento de establecer un régimen político
democrático en España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario