Las alucinaciones de Felipe V, el primer Borbón de España.
Felipe V “se creía rana” y “apenas se
aseaba”: cómo el rey español más trastornado pasó a la historia como un gran
monarca
El primer Borbón que reinó en España
padecía fuertes depresiones y alucinaciones que la historia parece haber pasado
por alto en más de una ocasión
ü "Una madrugada Felipe V quiso
montar uno de los caballos que aparecían dibujados en los tapices del Palacio
Real de La Granja de San Ildefonso, pues creía que eran tan reales como él
mismo", reconoce el doctor en Historia Eduardo Juárez
ü Llamaba la atención el fervor sexual
del rey. El mismo que sentía por la religión y que le llevaba a vivir en
constante contradicción, pues cada vez que tenía relaciones sexuales, algo que
ocurría a menudo, sentía la necesidad de confesarse inmediatamente para
desembarazarse del pecado que acababa de cometerç
ü Felipe V murió a los 60 años entre
enajenaciones y desvaríos a los que se sumaba una falta de higiene personal tal
que cuando trataron de amortajarle al quitarle la ropa que llevaba puesta se
iba también la piel
Felipe
V llegó a pasar 15 días postrado en la cama del palacio del Buen Retiro afirmando a
gritos que estaba muerto. Tal y como
confirma Eduardo Juárez, doctor en Historia Moderna, lo repetía insistentemente
con la intención de demostrarse a sí mismo que seguía estando vivo. El monarca
fue el primer Borbón que reinó en España y vivía obsesionado con la muerte y la
enfermedad: Estuvo 30 años asegurando a todo el que quería escuchar que
fallecería de forma inminente ("es triste no ser creído, pero no tardaré
en morir y se verá que tenía razón", le decía al cardenal Alberoni) y
apenas comía porque decía que todo le sentaba mal.
El
quinto Felipe de la historia española, nacido en Versalles en 1683, era
maníaco-depresivo, se negaba a cortarse las uñas de los pies hasta que apenas
podía caminar, dormía de día y reunía a la corte de madrugada. Tampoco quería
cambiarse de ropa porque tenía miedo a ser envenenado a través de ella, no se
dejaba asear y sufría delirios. "Una madrugada Felipe quiso montar uno de
los caballos que aparecían dibujados en los tapices del Palacio
Real de La Granja de San Ildefonso, pues creía que eran tan reales como él
mismo" (Eduardo Juárez).
Creía ser una rana y
negaba su condición humana
En otras ocasiones, el
Borbón alucinaba creyendo ser una rana y como tal se comportaba en palacio.
Croaba y brincaba por las estancias de La Granja negando su condición humana,
pues estaba seguro de que carecía de brazos y piernas. Pero estos problemas no
eran algo nuevo en la familia: su madre, María Ana Victoria de Baviera, sufrió
fuertes depresiones que la llevaban a encerrarse durante días en sus aposentos
sin querer ver a nadie y finalmente murió a los 30 años, cuando Felipe tenía
solo seis.
Sin embargo, cómo trasciende un
personaje al imaginario colectivo no siempre es un reflejo fiel de lo que
realmente aconteció. A pesar de las escenas que el rey montaba en palacio de
forma recurrente, logró tener muy buena prensa y ha pasado a la historia como
un monarca reformador del Estado español y al que se le llamaba de forma
benevolente El animoso. "Apenas se habla
de que Felipe era demente, como tampoco se destaca que en el Tratado de Utrecht perdió todos los territorios
españoles europeos", señala Juárez. La ddoctora en Historia Marina
Alfonso Mola reconoce que se sabe muy poco de Felipe V, "un rey al que se
le ha dedicado muy poco tiempo". La historiadora recuerda que fue el
primer rey extranjero que tuvo España y eso se nota en el trato que le ha dado
la historia. "Un ejemplo es que siempre se dice que la IIustración la
comenzó su hijo Carlos III, pero la realidad es que fue él quien la inició",
matiza Marina Alfonso.
Un rey incapaz de gobernar solo
Otro agravante que desembocó en sus
salidas de tono es que al sucesor de Carlos II no se le educó para ser rey, y
menos rey de España. "Siempre fue el segundón de sus hermanos y de pronto
se encontró con una responsabilidad que le superaba, no se sentía capaz de
estar a la altura y sufría por ello", anota Marina Alfonso. Tenía 17 años
cuando, en 1700, cambió Versalles por la corte española solo y sin apenas
hablar español. De ahí que el idioma que se hablara en la corte durante su
reinado fuera el francés. "En La Granja todos los topónimos del jardín son
palabras en francés adaptadas al castellano y tanto la abdicación como el
codicilo de su testamento están escritos en ese idioma", apunta Juárez.
El primer Borbón de España fue un joven
culto y abierto de mente, pero tenía serias dificultades para adaptarse. Su
padre, Luis de Francia (hijo de Luis XIV), y su hermano Luis, murieron cuando
él ya se encontraba en España. Estas pérdidas acrecentaron aún más la sensación
de soledad y desamparo que tanto le angustiaba. "Felipe V tuvo tutores que
le ayudaban a reinar porque las depresiones que padecía le impedían hacerlo.
Estuvo rodeado de políticos muy capaces que terminaron gobernando por él.
Felipe no quería ser rey de España, lo que quería era quedarse en Francia, por
eso mandó construir La Granja, un palacio real al estilo francés donde pensaba
retirarse en cuanto pudiera abdicar en su hijo Luis", explica a Icon el historiador.
Su fervor sexual le llevaba a confesarse
constantemente
Además de sus manías y delirios, llamaba
la atención el fervor sexual del rey. El mismo que sentía por la religión y que
le llevaba a vivir en constante contradicción, pues cada vez que tenía
relaciones sexuales, algo que ocurría a menudo, sentía la necesidad de
confesarse inmediatamente para desembarazarse del pecado que acababa de
cometer. "Le aterraba morir en pecado y, como se pasó media vida creyendo
que se estaba muriendo, iba a misa a diario para que le absolvieran lo antes
posible", afirma Juárez.
Felipe
V se casó solo unos meses después de ser coronado rey de España con
María Luisa Gabriela de Saboya, de quien terminó enamorándose con la misma
obsesión que dominaba su existencia. La vida sexual del matrimonio fue
ajetreada y juntos tuvieron cuatro hijos, pero en 1714 ella murió, con 25 años,
a causa de la tuberculosis. Al poco tiempo de enviudar, el monarca se casó con
Isabel de Farnesio, con quien tuvo siete hijos más. "El rey era muy activo
sexualmente, pero muy fiel. No concebía mantener relaciones con otras mujeres
que no fueran su esposa cuando se encontraba lejos de casa y se ofendía
muchísimo si le ofrecían la posibilidad de hacerlo", explica Marina
Alfonso Mola, que también incide en el hecho de que el Animoso fue el último
rey español en ir a la guerra y dar ejemplo participando personalmente en una
batalla. Precisamente durante los meses que pasaba fuera de palacio concentrado
en estrategias militares su salud mental mejoraba y sus obsesiones y delirios
-a los que se referían como "vapores"- apenas hacían acto de
presencia.
Era
ciclotímico: pasaba de no levantarse a una actividad sin freno
Sin
embargo, cuando regresaba a la corte volvían sus miedos e inseguridades. Era
ciclotímico: pasaba de ser incapaz de levantarse a llevar una actividad sin
freno. Como explica Marina Alfonso Mola, el rey era muy responsable pero sentía
una inseguridad absoluta que le paralizaba porque pensaba que se equivocaba
constantemente en sus decisiones. A Felipe V le pudo una presión para la que
nadie le había preparado en Versalles y su sueño no era otro que abdicar en su
hijo Luis para poder retirarse a La Granja. "Él habría sido feliz siendo
un noble sin ambiciones políticas", reconoce la doctora en Historia.
Finalmente, logra apartarse de la corona en 1724, pero Luis I muere de viruela
ocho meses después de acceder al trono, a los 17 años, y Felipe no tiene más
opción que volver a tomar el mando. Aunque ya es tarde. A partir de entonces el
rey nunca recobraría la cordura.
Le
obsesionaba la muerte y no quería bañarse
"El
rey está bajo una continua tristeza. Dice que siempre cree que se va a morir,
que tiene la cabeza vacía y que se le va a caer. Y no es que tenga miedo de la
muerte pues no la teme en absoluto pero le absorbe involuntariamente esta idea
y no puede desprenderse de ella. Quisiera estar siempre encerrado y no ver a
nadie más que las personas, muy pocas, a que está acostumbrado. A cada momento
me manda a buscar al padre Daubenton o a su médico, pues dice que esto le
alivia". En la biografía Felipe V, de Marina
Alfonso Mola y Carlos Martínez Shaw, se recoge esta carta que envió el marqués
de Louville, amigo y confidente de Felipe V, al canciller Torcy.
Las
salidas de tono que sufría Felipe V tuvieron lugar, en más de una ocasión, en
presencia de diplomáticos que las dejaron reflejadas en la correspondencia que
enviaban. "Lo cierto es que es imposible tener una visión real de lo que
le ocurría al rey porque tenemos que fiarnos de lo que otros decían",
opina Mola. Lo que ha trascendido es que a los 45 años la locura del rey no
tenía marcha atrás. Murió a los 60 entre enajenaciones y desvaríos a los que se
sumaba una falta de higiene personal tal que cuando trataron de amortajarle al
quitarle la ropa que llevaba puesta -y que durante tanto tiempo se negó a
quitarse- se iba también la piel. "Tuvieron que momificarle. Es el único
rey de España momificado, pero fue imposible hacer otra cosa con él",
afirma Eduardo Juárez.
El
motivo por el que su locura que no pasó a la historia
Como
afirma Juárez lo más sorprendente del caso de Felipe V es que "su
locura" no haya trascendido más. Como sí ocurrió, por ejemplo, y con menos
motivos, con Juana I de Castilla, popularmente conocida como Juana la Loca. El
historiador lo explica así: "Por motivos políticos y dinásticos, en el
caso de Juana interesó que se la tomara por loca. Con Felipe, sin embargo, no
convenía". Juárez recuerda que cada persona histórica es una caricatura
asociada a un momento histórico (véase el caso de Carlos II, el Hechizado). Felipe V estuvo al frente de un proceso
reformista borbónico en el que no encajaba un protagonista débil y trastornado,
de ahí que para conocer los padecimientos que dominaron su azarosa vida haya
que profundizar en la historia.
Articulo extraído del diario "El País", puede verse pinchando aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario